Halcones y palomas del gasto
Renzi obtuvo de Europa un importante margen de maniobra presupuestaria
Matteo Renzi ha gobernado Italia durante mil d¨ªas. En al menos quinientos de ellos ha encontrado la manera de polemizar, en tonos m¨¢s o menos encendidos, contra la excesiva austeridad de la UE en materia de cuentas p¨²blicas. Cuarenta d¨ªas despu¨¦s de su dimisi¨®n, llega de Bruselas una carta que pide a Italia una correcci¨®n de 3.400 millones de euros en su ley financiera, lo que equivale al 0,2% de su PIB.
Pero ser¨ªa una equivocaci¨®n creer que la larga batalla de Renzi no haya servido para nada. En sus mil d¨ªas obtuvo de Europa 19.000 millones de flexibilidad. Y otros 7.000 millones de la fallida reducci¨®n del d¨¦ficit siguen siendo reconocidos en el Presupuesto para 2017. Ese importante margen de maniobra ha permitido al Gobierno italiano tomar las iniciativas que ha considerado m¨¢s ¨²tiles para reconquistar los favores del electorado: desde la bonificaci¨®n de 80 euros por trabajador empleado, a la abolici¨®n del impuesto sobre la primera vivienda y a una serie de desgravaciones sobre la fiscalidad del trabajo. Frente al tsunami de los movimientos populistas y antisistema, un poco de gasto deficitario invertido en la b¨²squeda de consenso pol¨ªtico puede ser considerado por algunos una sana inversi¨®n econ¨®mica. Como ha dicho el ministro de Econom¨ªa alem¨¢n, ¡°mejor medio punto de d¨¦ficit de m¨¢s en Francia que tener a Marine Le Pen en el El¨ªseo¡±. La prevenci¨®n tiene costes que pueden resultar muy inferiores a los beneficios. Siempre que funcione.
La eterna diatriba entre los halcones del rigor y las palomas del gasto, que comenz¨® en Maastricht hace 26 a?os, parece por lo tanto destinada a durar para siempre. ?Es mejor sanear la econom¨ªa recortando los gastos improductivos o es mejor estimularla con inversiones que ayuden a su crecimiento? Esta cuesti¨®n ya se ha convertido en una paradoja, como la de si fue primero el huevo o la gallina. O en un debate pseudoteol¨®gico, como las disquisiciones sobre el sexo de los ¨¢ngeles con las que se entreten¨ªan los fil¨®sofos bizantinos mientras ten¨ªan a los turcos a sus puertas. En realidad, ambas recetas funcionar¨ªan, si los recortes del gasto afectaran realmente a los despilfarros improductivos y si las inversiones p¨²blicas resultaran realmente provechosas. Por desgracia, la experiencia nos demuestra que a menudo no se consigue ni uno ni otro resultado.
Pero, afortunadamente, algo est¨¢ cambiando despu¨¦s de un cuarto de siglo de quebraderos mentales. La prueba la ha dado el ministro de Finanzas alem¨¢n, Sch?uble, al localizar el verdadero problema de la zona euro en el hecho de que ¡°algunos pa¨ªses no hacen lo que se han comprometido a hacer, en particular por lo que respecta a su competitividad¡±.
La competitividad es la clave para un alto crecimiento
Que se obtenga reduciendo el gasto p¨²blico in¨²til, o aumentando las inversiones productivas o, mejor a¨²n, aplicando ambos instrumentos, la competitividad de un sistema productivo nacional es de hecho la clave para mantener un alto crecimiento, sanear las cuentas p¨²blicas, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y asegurar un futuro a las nuevas generaciones.
Despu¨¦s de la gran crisis del pasado decenio, que hizo que se desataran el d¨¦ficit y la deuda, los balances de los pa¨ªses de la eurozona est¨¢n volviendo a converger progresivamente. Pero la horquilla de la competitividad entre la Europa del Norte y la Europa del Sur ha seguido creciendo. E Italia, que ciertamente ha realizado un esfuerzo considerable para sanear sus cuentas y salirse de los procedimientos europeos con el d¨¦ficit excesivo, no ha obtenido resultados igualmente satisfactorios en t¨¦rminos de la eficiencia global de su sistema productivo nacional. La Administraci¨®n p¨²blica no consigue reformarse, la justicia sigue siendo lenta y poco fiable, la pol¨ªtica no llega a reducir sus propios costes ni a mejorar su propio producto, la fiscalidad sigue tolerando enormes bolsas de evasi¨®n y a la clase empresarial le cuesta mantener el control de las empresas, que acaban siendo vendidas al extranjero o se trasladan a ¨¦l voluntariamente.
Tal vez ser¨ªa el caso de abandonar la est¨¦ril divisi¨®n entre los halcones del rigor y las palomas del gasto. Y desplazar nuestra atenci¨®n a la distinci¨®n entre buen gobierno y mal gobierno, m¨¢s all¨¢ de la receta que quien est¨¦ en el poder intente aplicar.
Andrea Bonanni es corresponsal s¨¦nior para asuntos europeos de La Repubblica.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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