La ¡®irrealpolitik¡¯ de Trump
El nuevo presidente de Estados Unidos no se enredar¨¢ en consideraciones morales. Es precisamente lo que el historiador griego Tuc¨ªdides defini¨® como un l¨ªder inmoral: una persona de ¡°car¨¢cter violento¡± que ¡°conquista a los hombres enga?¨¢ndolos¡± y explotando ¡°sus emociones y sus rabias¡±
Algunas personas en los Estados Unidos han elogiado a Donald Trump por su presunto realismo; seg¨²n ellas, el nuevo presidente har¨¢ lo que sea bueno para Estados Unidos, sin enredarse en espinosos dilemas morales ni dejarse llevar por alg¨²n elevado sentido de responsabilidad hacia el resto del mundo. Con el astuto pragmatismo de un hombre de negocios, Trump har¨¢ a Estados Unidos m¨¢s fuerte y pr¨®spero.
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Dig¨¢moslo de una vez: esa idea es un enga?o.
Es verdad que Trump no se enredar¨¢ en consideraciones morales. Es precisamente lo que el historiador griego Tuc¨ªdides defini¨® como un l¨ªder inmoral: una persona de ¡°car¨¢cter violento¡± que ¡°conquista a los hombres enga?¨¢ndolos¡± y explotando ¡°sus emociones y sus rabias¡±.
Pero la inmoralidad no es un aspecto ni deseable ni necesario del realismo (Tuc¨ªdides mismo era un realista ¨¦tico). Y nada indica que Trump tenga alguna de las otras cualidades de un realista que sus simpatizantes le ven. ?C¨®mo es posible imaginarse a alguien orgullosamente impredecible y profundamente desinformado como Trump ejecutando grandes esquemas estrat¨¦gicos, como la realpolitik recomendada despu¨¦s de la elecci¨®n por Niall Ferguson, profesor de Harvard y bi¨®grafo de Henry Kissinger?
Ferguson, como Kissinger, cree que el punto de partida de una aut¨¦ntica realpolitik con Trump debe ser una alianza entre Estados Unidos, China y Rusia, basada en el temor compartido al extremismo isl¨¢mico y el deseo compartido de impulsar sus econom¨ªas a costa de potencias menores. El pacto incluir¨ªa negar a Europa la condici¨®n de gran potencia (mediante la destrucci¨®n de la Uni¨®n Europea) y asegurar que Gobiernos populistas o autoritarios controlen los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
A tal fin, Trump podr¨ªa colaborar con el presidente ruso Vlad¨ªmir Putin para ayudar a Marine Le Pen, l¨ªder de la derecha nacionalista antieurope¨ªsta de Francia, a ganar la elecci¨®n presidencial de abril. Adem¨¢s, para consolidar una esfera angloatl¨¢ntica pos Uni¨®n Europea, Trump podr¨ªa transformar el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte en un acuerdo para el Atl¨¢ntico del Norte, en el que el Reino Unido ocupar¨ªa el lugar de M¨¦xico. Finalmente, podr¨ªa presionar a los miembros de la OTAN para que paguen m¨¢s por los gastos de su defensa, una jugada que sin duda debilitar¨ªa la seguridad de los Estados del B¨¢ltico y Ucrania.
Pero la mera capacidad de eludir impedimentos morales es insuficiente para el logro de estos objetivos, que (como todo arte de gobierno) demandar¨ªan aptitud para una cuidadosa ingenier¨ªa diplom¨¢tica, respeto de los hechos y de la verdad, conocimiento hist¨®rico y capacidad para un prudente an¨¢lisis de situaciones complejas durante la formulaci¨®n (o revisi¨®n) de pol¨ªticas.
Es la persona m¨¢s an¨¢rquica, caprichosa e incoherente que jam¨¢s haya ocupado la Casa Blanca
En vez de eso, Trump es la persona m¨¢s an¨¢rquica, caprichosa e incoherente que jam¨¢s haya ocupado la Casa Blanca, y no tendr¨¢ otro asesoramiento que el de un gabinete lleno de negociantes multimillonarios como ¨¦l, obsesionados con el logro de intereses inmediatos calculables, y para quienes desprenderse de aliados puede parecer una forma f¨¢cil de agilizar la toma de decisiones (y hacer que suban las acciones).
Pero que Estados Unidos renuncie a su papel de faro mundial (y con ¨¦l, a la idea del excepcionalismo estadounidense) es una mala apuesta para el futuro. Por ejemplo, anular tratados de libre comercio con Asia y Am¨¦rica latina podr¨¢ traer mejoras a la econom¨ªa de Estados Unidos en el corto plazo, pero a la larga reducir¨¢ la proyecci¨®n de su poder en aquellas regiones, dejando v¨ªa libre a la penetraci¨®n china.
El objetivo de Estados Unidos deber¨ªa ser limitar la influencia de China sin provocar su ira. Otra lecci¨®n de Tuc¨ªdides (reforzada por la experiencia hist¨®rica) es que son las potencias en ascenso, no las establecidas, las que suelen alterar el orden internacional.
La protecci¨®n de ese orden exige que la principal potencia mundial sostenga las instituciones en que se basa, para evitar conductas revolucionarias por parte de potencias menores. Pero Trump ha criticado y desestimado las instituciones internacionales, a tal punto que ahora es China la que defiende los mecanismos de la gobernanza mundial (incluidos el Acuerdo de Par¨ªs sobre cambio clim¨¢tico y el acuerdo sobre el programa nuclear iran¨ª) contra un Estados Unidos revolucionario.
Para peor, parece que Trump hubiera abandonado toda precauci¨®n en relaci¨®n con China. En el frente diplom¨¢tico, su conversaci¨®n directa con la presidenta de Taiw¨¢n despu¨¦s de la elecci¨®n infringi¨® un protocolo que mantuvieron durante cuatro d¨¦cadas presidentes dem¨®cratas y republicanos por igual. En el frente econ¨®mico, lanz¨® a China acusaciones imprudentes (y totalmente erradas) de manipular el yuan para obtener ventajas comerciales indebidas.
Provocar a China, sembrar dudas sobre la OTAN y amenazar con futuras guerras comerciales es nihilismo, no estrategia. Por ahora, Trump parece destinado a hacer a escala global lo que el expresidente George Bush (hijo) hizo con Oriente Pr¨®ximo: desestabilizar intencionalmente el orden viejo y despu¨¦s no ser capaz de crear un orden nuevo. El primer paso puede ser un acuerdo con Putin respecto de Siria; una jugada que (lo mismo que la derrota de Sadam Husein en Irak a manos de Bush) equivaldr¨ªa a regalarle una victoria a Ir¨¢n.
En el frente econ¨®mico, lanz¨® a China acusaciones imprudentes de manipular el yuan
No quiere decir esto que ninguna parte de la realpolitik imaginada por Ferguson se har¨¢ realidad. Pero es probable que sea Putin m¨¢s que Trump el que decida qu¨¦ partes se concretar¨¢n (y esto supone peligrosas consecuencias). Putin ya est¨¢ trabajando en desmantelar la UE. Cuando la banca francesa se neg¨® a financiar la campa?a de Le Pen, la rusa acudi¨® a su rescate. Y el Estado ruso, a trav¨¦s de sus iniciativas de propaganda, est¨¢ impulsando a las exrep¨²blicas sovi¨¦ticas a alejarse de la UE.
Es improbable que Trump, admirador declarado de Putin, implemente pol¨ªticas dirigidas a reparar el equilibrio de poder, como parte (y mucho menos como condici¨®n) de un ¡°reinicio¡± diplom¨¢tico con Rusia. ?Qu¨¦ clase de realista se abstendr¨ªa de usar una alianza occidental unida para limitar a una Rusia que intenta orquestar un regreso a las esferas de influencia de la Guerra Fr¨ªa?
Y ya que estamos, ?qu¨¦ clase de realista env¨ªa a Israel un embajador cuya ret¨®rica favorable a los asentamientos amenaza con inflamar a todo el mundo musulm¨¢n contra Estados Unidos? ?Qu¨¦ hay de realista en una guerra de aniquilaci¨®n contra Estado Isl¨¢mico que no est¨¦ respaldada por un plan para involucrarse en toda la regi¨®n del Oriente Pr¨®ximo circundante?
Puede que Trump tenga algunos instintos realistas, pero no ser¨¢n suficientes para asegurar que a la menor provocaci¨®n no dar¨¢ una respuesta desmedida, y mucho menos para sostener una estrategia integral y coherente.
Shlomo Ben Ami, exministro israel¨ª de Asuntos Exteriores, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz y autor del libro Cicatrices de guerra, heridas de paz: la tragedia ¨¢rabe-israel¨ª.
? Project Syndicate, 2017.
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