Ciudad contra campo
Los estadounidenses conservadores prefieren casas m¨¢s grandes con espacio disponible y los progresistas optan por vecindarios densos
Mientras las ciudades se afanaban en construirse a s¨ª mismas a lo largo de la historia, los habitantes de las zonas rurales iban quedando de lado. De fuente agr¨ªcola pasaron a espectadores que se divid¨ªan entre el ¨¦xodo y el resentimiento. En un mundo que se integraba y se fragmentaba al mismo tiempo, quienes no pertenec¨ªan a sus nodos densos en personas, ideas, dinero y poder constitu¨ªan una comunidad cada vez m¨¢s hu¨¦rfana, pero tambi¨¦n pol¨ªticamente diferenciada.
En las elecciones de EE?UU de 1976, el 55% de las 100 ¨¢reas m¨¢s pobladas del pa¨ªs vot¨® dem¨®crata. En 2008 lleg¨® al 85%, y ah¨ª se mantuvo cuando Trump logr¨® la victoria gracias a los condados dispersos. En Reino Unido, mientras Londres, Manchester o Liverpool votaban por quedarse en la UE, la Inglaterra de ciudades peque?as prefer¨ªa recuperar un futuro que, cre¨ªan, les hab¨ªa sido robado.
Si el curso (econ¨®mico) de las cosas discrimina espacialmente, es labor de la pol¨ªtica redistributiva reequilibrar la situaci¨®n mediante transferencias, infraestructuras, servicios y oportunidades. Pero el alcance de esas medidas, aunque necesarias, es limitado: la densidad proviene de la inercia hacia econom¨ªas de escala y la concentraci¨®n de poder, pero tambi¨¦n de las ventajas de la diversidad y la vida en com¨²n. As¨ª que es necesario ser quir¨²rgico para garantizar una mayor igualdad sin premiar necesariamente la homogeneidad.
Seg¨²n una reciente encuesta de Pew Research, los estadounidenses conservadores prefieren casas m¨¢s grandes con espacio disponible en lugar de vecindarios densos, predilecci¨®n para los progresistas. Al mismo tiempo, estos expresan un mayor deseo de convivir con diversas religiones, mientras un 60% de los conservadores se inclinan por comunidades m¨¢s homog¨¦neas. Por ello, no sorprende que las zonas menos densas sean tambi¨¦n m¨¢s uniformes. Y que tambi¨¦n busquen mantener cierta uniformidad en el resto del pa¨ªs.
La duda para las ciudades se resume, pues, en si compartir sus beneficios ser¨¢ suficiente para transformar el actual conflicto en un equilibrio heterog¨¦neo, o si esto no es solo cuesti¨®n de dinero. @jorgegalindo
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.