El cient¨ªfico rojo al que perdon¨® Franco
Documentos in¨¦ditos muestran la asombrosa vida de Rafael M¨¦ndez, disc¨ªpulo de Ram¨®n y Cajal y compa?ero de juergas de Federico Garc¨ªa Lorca y de Lola Flores
Corr¨ªa el a?o 1922 y los alumnos de Santiago Ram¨®n y Cajal se re¨ªan de ¨¦l en su cara. El egregio ganador del premio Nobel, de fama mundial tras descubrir las neuronas del cerebro, intentaba controlar a sus desbocados disc¨ªpulos de primer curso de Medicina en Madrid. Uno de ellos era Rafael M¨¦ndez. ¡°Est¨¢bamos inscritos seiscientos muchachos de 16 o 17 a?os. Era una masa informe, despreocupada, un tanto b¨¢rbara e inconsciente¡±, escribir¨ªa m¨¢s de seis d¨¦cadas despu¨¦s el alumno. ¡°Todav¨ªa recuerdo los formidables dibujos de Cajal en la pizarra. Pero tampoco nos importaban los dibujos de Cajal. Lo que realmente nos divert¨ªa era que, con bastante frecuencia, al terminar el dibujo en turno se met¨ªa el trapo de borrar en el bolsillo, con la carcajada general de aquel c¨®nclave de jovencitos irreflexivos¡±, rememor¨® M¨¦ndez en sus memorias, Caminos inversos (Vivencias de ciencia y guerra), publicadas en 1987 y hoy descatalogadas.
Rafael M¨¦ndez llev¨® a cabo misiones secretas por medio mundo para intentar comprar armamento para la Rep¨²blica durante la Guerra Civil
¡°Casi todos est¨¢bamos distra¨ªdos mientras aquella gloria de la ciencia explicaba sus portentosas clases. Habl¨¢bamos y habl¨¢bamos. No sabiendo qu¨¦ hacer con nosotros, nos dijo un d¨ªa en tono serio, quiz¨¢ amenazante para un alma de Dios en la que no cab¨ªa la amenaza: ¡°Sigan, sigan hablando, que al fre¨ªr ser¨¢ el re¨ªr¡±. Se refer¨ªa a los ex¨¢menes¡±, contin¨²a el libro. Ram¨®n y Cajal se jubil¨® y abandon¨® las clases en febrero de aquel mismo a?o.
Rafael M¨¦ndez, nacido en la localidad murciana de Lorca en 1906 y fallecido en Ciudad de M¨¦xico en 1991, se dibuja a s¨ª mismo con un miembro m¨¢s de ¡°la juventud de entonces, mal preparada, poco estudiosa, reflejo de la situaci¨®n del pa¨ªs en la despreocupaci¨®n y el atraso¡±. Pero aquel chaval, que termin¨® la carrera de Medicina con 20 a?os, acab¨® protagonizando buena parte de la historia del siglo XX: fue detenido tras una juerga junto al poeta Federico Garc¨ªa Lorca, fue compa?ero de habitaci¨®n del nobel Severo Ochoa, viaj¨® en misiones secretas por medio mundo para intentar comprar armamento para la Rep¨²blica en plena Guerra Civil, fue fichado por la Universidad de Harvard tras la contienda, fue compa?ero de farras de artistas flamencos como Lola Flores, fue amigo de Manuel Fraga y de Luis Bu?uel y muri¨® como coordinador de los Institutos Nacionales de la Salud de M¨¦xico.
Un cuarto de siglo despu¨¦s de su muerte, Materia saca a la luz documentos in¨¦ditos sobre M¨¦ndez procedentes de los archivos de su familia, custodiados por su hijo Juan Pablo, que tambi¨¦n estudi¨® Medicina y hoy es coordinador de la Unidad de Investigaci¨®n en Obesidad en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
Rafael M¨¦ndez era hijo de un hombre que aprendi¨® a leer cuando ten¨ªa 22 a?os, al casarse con una mujer que s¨ª sab¨ªa leer. En aquel ¡°pueblo grande¡± de Murcia, sus padres lograron con peque?os negocios el suficiente desahogo econ¨®mico como para enviar a tres de sus hijos varones a estudiar a Madrid. "Hac¨ªa lo que se me indicaba", escribi¨® M¨¦ndez. "El joven no opinaba [...] Se decid¨ªa por ¨¦l y se estudiaba la carrera que determinaba la familia, o los amigos de la familia... o el cura del pueblo".
El insigne Ram¨®n y Cajal, objeto de mofa, no despert¨® el entusiasmo de M¨¦ndez por la ciencia. Pero, en el segundo curso de Medicina, la vida del adolescente cambi¨® para siempre. El m¨¦dico Juan Negr¨ªn, que a?os m¨¢s tarde ser¨ªa el ¨²ltimo presidente del Gobierno de la Segunda Rep¨²blica Espa?ola, era en 1922 el nuevo catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa de la Universidad de Madrid. ¡°Con Negr¨ªn comenz¨® nuestra inquietud¡±, reconoc¨ªa M¨¦ndez en sus memorias.
¡°Casi todos est¨¢bamos distra¨ªdos mientras aquella gloria de la ciencia [Ram¨®n y Cajal] explicaba sus portentosas clases. Habl¨¢bamos y habl¨¢bamos"
Negr¨ªn, curtido en Alemania, form¨® en aquellos a?os a un equipo de j¨®venes brillantes. Entre ellos figuraban Severo Ochoa y Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Delgado, un pionero de los implantes cerebrales que hoy se emplean contra el p¨¢rkinson, la epilepsia y la depresi¨®n, aunque es m¨¢s conocido popularmente por un experimento en el que detuvo la embestida de un toro con un radiotransmisor. Para Negr¨ªn, M¨¦ndez fue m¨¢s que un pupilo. Fue, ¡°durante muchos a?os, su mejor y m¨¢s devoto amigo¡±, en palabras del propio Rafael.
Con el fisi¨®logo, M¨¦ndez se especializ¨® en investigaci¨®n de f¨¢rmacos. Y, por consejo de Negr¨ªn, en junio de 1927 Severo Ochoa y ¨¦l viajaron a Escocia a completar sus estudios. ¡°Pas¨¦ con Ochoa tres d¨ªas en Par¨ªs y tres en Londres. Al llegar a la estaci¨®n del Quai d¡¯Orsay nos maravillamos al ver una escalera el¨¦ctrica. Montamos en ella con nuestras maletas. Era nuestro primer contacto con un tipo de tecnolog¨ªa del que todav¨ªa no disfrut¨¢bamos en nuestro pa¨ªs¡±, relataba M¨¦ndez en sus memorias.
Ambos hab¨ªan sido compa?eros de habitaci¨®n en la Residencia de Estudiantes de Madrid. All¨ª, M¨¦ndez asisti¨® a un recital del pianista polaco Arthur Rubinstein y a una conferencia del egipt¨®logo brit¨¢nico Howard Carter, poco despu¨¦s de que descubriera la tumba de Tutankam¨®n. Y all¨ª el murciano conoci¨® al poeta Federico Garc¨ªa Lorca, que le dedic¨® uno de los poemas de su Romancero gitano, el titulado ¡°Reyerta¡±. Comienza as¨ª: ¡°En la mitad del barranco las navajas de Albacete, bellas de sangre contraria, relucen como los peces¡±.
Federico Garc¨ªa Lorca dedic¨® a M¨¦ndez uno de los poemas de su 'Romancero gitano', el titulado ¡°Reyerta¡±
En octubre de 1934, con 28 a?os, M¨¦ndez gan¨® las oposiciones a la c¨¢tedra de Farmacolog¨ªa de la Facultad de Medicina de C¨¢diz, en la que pronto pedir¨ªa la excedencia. Para celebrar su designaci¨®n como catedr¨¢tico, algunos compa?eros de la Residencia, entre ellos Garc¨ªa Lorca, le organizaron una cena en una c¨¦ntrica taberna de Madrid frecuentada por toreros. Tambi¨¦n se sumaron el piloto Joaqu¨ªn Mellado, que combatir¨ªa en el bando republicano en la futura Guerra Civil, y el cirujano Armando Mu?oz Calero, que se apuntar¨ªa al bando sublevado y llegar¨ªa a ser vicepresidente del Atl¨¦tico de Madrid.
¡°Con alegr¨ªa posprandial nos dirigimos al cabaret Alc¨¢zar situado en el s¨®tano de un edificio de la calle de Alcal¨¢, cercano a la calle de Sevilla. A un peque?o grupo le molest¨® nuestra algarab¨ªa y aquello degener¨® en trifulca. El encargado del cabaret llam¨® a los guardias de asalto, que fusiles en ristre nos detuvieron a todos, nos llevaron a la comisar¨ªa y de all¨ª al Juzgado de las Salesas¡±, rememora M¨¦ndez en sus memorias. ¡°Nos tom¨® declaraci¨®n el juez de guardia; le explicamos el motivo de nuestro festejo y de nuestra alegr¨ªa, nos ech¨® una simp¨¢tica fil¨ªpica, cancel¨® el juicio y nos dej¨® ir a dormir¡±.
Menos de dos a?os despu¨¦s de aquella juerga, los amigos se separaron en dos bandos para matarse. El 17 de julio de 1936 comenz¨® el golpe de Estado contra el Gobierno elegido democr¨¢ticamente. El 18 de agosto, Lorca fue fusilado por los golpistas. Durante la guerra, el profesor Negr¨ªn fue nombrado ministro de Hacienda y el 17 de mayo de 1937 tom¨® las riendas como presidente del Consejo de Ministros.
¡°M¨¦ndez fue un hombre de confianza de Negr¨ªn¡±, subraya el historiador ?ngel Vi?as, autor del libro El oro espa?ol en la Guerra Civil, publicado por el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda en 1976. M¨¦ndez, militante socialista, recibi¨® el encargo de intentar comprar armamento en misiones secretas al extranjero. ¡°En bancos de Par¨ªs y de Estados Unidos figuraban enormes cantidades de francos y de d¨®lares a mi nombre¡±, reconoc¨ªa en sus memorias. Seg¨²n los c¨¢lculos de Vi?as, M¨¦ndez tuvo a su nombre unos 4,5 millones de d¨®lares de los de 1936. Y otros 18 millones en cuentas compartidas con otros agentes de la Rep¨²blica.
La Rep¨²blica puso a nombre de Rafael M¨¦ndez millones de d¨®lares de los de 1936 para comprar armamento
Su primera encomienda, como secretario de Hacienda, implicaba viajar a Argelia. Ten¨ªa apenas 30 a?os. ¡°Las supuestas armas hab¨ªa de pagarlas yo, para lo cual se me situaron dos millones de francos (40.000 d¨®lares de entonces) en el Cr¨¦dit Lyonnais de Or¨¢n. Era la primera situaci¨®n de fondos que se hac¨ªa a mi nombre. El supuesto vendedor era un ¨¢rabe tuerto, bien vestido y apuesto¡±, describe en Caminos inversos. El tipo result¨® ser un estafador y la misi¨®n fue un fracaso, como casi todas las siguientes. El Comit¨¦ de No Intervenci¨®n, formado en 1936 por Francia y Reino Unido, obstaculiz¨® la compra de armamento para la Rep¨²blica, pese a la ayuda que recib¨ªan los sublevados de la Alemania nazi y la Italia fascista.
M¨¦ndez, seg¨²n insiste en sus memorias, no se qued¨® ni con un centavo del dineral que se puso a su nombre. ¡°No tengo razones para dudarlo¡±, afirma Vi?as. ¡°La contabilidad de la Rep¨²blica es imposible de reconstruir. No hay documentos o yo no los he encontrado¡±, lamenta. Tras sus descalabros en la compra de armamento, el joven m¨¦dico murciano, sin experiencia de guerra, fue nombrado director general del Cuerpo de Carabineros, con 40.000 hombres armados.
Un d¨ªa de agosto de 1938, en plena batalla del Ebro, Negr¨ªn llam¨® a M¨¦ndez tras una crisis ministerial de la que el primero sali¨® reforzado como presidente y ministro de Defensa. ¡°Resuelta la crisis y dada la lista del gabinete, me dijo don Juan que me preparara porque aquella misma noche sal¨ªamos para Zurich, donde se celebraba un Congreso Internacional de Fisiolog¨ªa¡±, escribe M¨¦ndez. La batalla del Ebro era una de las m¨¢s sangrientas de la guerra, pero el l¨ªder republicano decid¨ªa acudir a un evento cient¨ªfico.
¡°?Pero qu¨¦ va a decir la gente cuando se entere de que en este momento nos vamos a un congreso de fisiolog¨ªa en Zurich?¡±, le pregunt¨® M¨¦ndez. ¡°Les dar¨¢ sensaci¨®n de confianza¡±, respondi¨® Negr¨ªn. Llegados al simposio, nadie daba cr¨¦dito al ver al presidente republicano. ¡°Aquello era inexplicable¡±, recuerda M¨¦ndez. Pero el viaje ten¨ªa otro motivo, seg¨²n destaca en sus memorias. Negr¨ªn buscaba entrevistarse con el fisi¨®logo estadounidense Walter Cannon, profesor de la Universidad de Harvard y defensor de la causa espa?ola en su pa¨ªs. Por indisposici¨®n de ¨²ltima hora, Cannon no asisti¨® al congreso. Ninguna potencia extranjera acudi¨® a la llamada de auxilio de Negr¨ªn y el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco dio por ganada la guerra.
Un d¨ªa de agosto de 1938, en plena batalla del Ebro, Negr¨ªn, presidente del Gobierno, comunic¨® a M¨¦ndez que se iban a un congreso cient¨ªfico a Suiza
¡°Viv¨ª atormentado durante la guerra de Espa?a. Entonces me di cuenta cabal, vivida muy de cerca, de la ferocidad de la especie humana. Por eso no puedo ponerme de acuerdo conmigo mismo en cu¨¢l es hoy mi filosof¨ªa pol¨ªtica¡±, proclam¨® M¨¦ndez en 1982, cuando fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Murcia. Para entonces, hac¨ªa mucho que hab¨ªa dejado de ser considerado como un ¡°expoliador del tesoro espa?ol¡±, como lo pint¨® al principio la dictadura franquista.
Acabada la guerra y huido a Francia, M¨¦ndez recibi¨® una oferta de Harvard para ser investigador en farmacolog¨ªa. Y all¨ª se fue. Cuatro a?os despu¨¦s, fue fichado por la Universidad Jesuita de Loyola, en Chicago, pese a que era un agn¨®stico declarado. Entonces lleg¨® a publicar sus estudios en la revista Science. Pero en 1946, tras la dolorosa muerte de su primera mujer, Angela Herrera Recalde, decidi¨® cambiar de vida y acept¨® un puesto de investigador en el Instituto Nacional de Cardiolog¨ªa de M¨¦xico. Sus nuevos trabajos aparecieron en la prestigiosa revista m¨¦dica The Lancet.
¡°La obra cient¨ªfica del Dr. Rafael M¨¦ndez no necesita de elogios desmedidos, habla por s¨ª sola y por el hecho conocido de que se le considera internacionalmente como uno de los grandes investigadores y maestros de la farmacolog¨ªa cardiovascular¡±, afirm¨® en un homenaje en 2011 Manuel C¨¢rdenas Loaeza, investigador em¨¦rito del Instituto Nacional de Cardiolog¨ªa de M¨¦xico. ¡°Sus trabajos sobre antiarr¨ªtmicos son cl¨¢sicos¡±, subray¨®.
C¨¢rdenas Loaeza, fallecido hace un a?o, destac¨® la ¡°afici¨®n por la tauromaquia, el flamenco y los gitanos¡± de M¨¦ndez y su amistad con figuras de esos campos. ¡°Cu¨¢ntas veces pasamos en privado veladas inolvidables con Sabicas, Lola Flores, Manolo Caracol, la Contrahecha, Cagancho o Luis Miguel Domingu¨ªn. Todos ellos lo sent¨ªan uno de los suyos y lo llamaban Rafaelito¡±, record¨®.
Juan Pablo M¨¦ndez vivi¨® con su padre hasta los 27 a?os. Su madre, Marga Blanco Aguinaga, con la que Rafael M¨¦ndez se cas¨® en 1955, vive a sus 87 a?os en Ciudad de M¨¦xico. ¡°Mi padre era un hombre serio, amable, inteligente y muy sociable, con much¨ªsimos amigos¡±, recuerda. Uno de estos amigos era insospechado: Manuel Fraga Iribarne. Se conocieron una tarde de 1961 en Ciudad de M¨¦xico, adonde Fraga hab¨ªa acudido a un congreso de sociolog¨ªa. Cenaron juntos y simpatizaron.
Artistas flamencos como Lola Flores y Manolo Caracol lo llamaban 'Rafaelito'
Un a?o despu¨¦s, Fraga fue nombrado ministro de Informaci¨®n y Turismo. El 21 de junio de 1963, consigui¨® que un consejo de ministros presidido por el dictador Francisco Franco autorizara el regreso de M¨¦ndez a Espa?a. El murciano llevaba un cuarto de siglo expulsado de su pa¨ªs. Aquel a?o, aterriz¨® en Madrid con la excusa oficial de dar tres conferencias sobre medicamentos de acci¨®n cardiaca en la universidad. En aquella visita, Fraga le transmiti¨® en secreto la necesidad de reestructurar el PSOE.
¡°Cuando vino Fraga a M¨¦xico, vio c¨®mo viv¨ªamos y le dijo a Franco que mi padre no se hab¨ªa quedado con nada de dinero de la Rep¨²blica¡±, afirma Juan Pablo. En su familia espa?ola ¡ªRafael era t¨ªo de Jos¨¦ M¨¦ndez, alcalde socialista de Murcia entre 1987 y 1995¡ª se instaur¨® la idea, no confirmada, de que Franco quiso recuperar al cient¨ªfico exiliado para que no se repitiera el caso de Severo Ochoa, galardonado con el Nobel en 1959, cuando investigaba en EE UU. Seg¨²n esta teor¨ªa familiar, el dictador tem¨ªa que otro espa?ol ganara el premio fuera de Espa?a. Pero M¨¦ndez se qued¨® en M¨¦xico, que ya era su segunda patria.
Desde 1949, M¨¦ndez fue por decisi¨®n propia ciudadano mexicano. Y en su exilio norteamericano forj¨® su amistad con el cineasta Luis Bu?uel, al que hab¨ªa conocido en la Residencia de Estudiantes de Madrid. ¡°El embajador de la pel¨ªcula El discreto encanto de la burgues¨ªa se llama don Rafael por mi padre¡±, explica Juan Pablo.
Un d¨ªa de 1969, M¨¦ndez, de visita en Madrid, recibi¨® un telegrama de Bu?uel. Dec¨ªa: ¡°Tu amigo me proh¨ªbe trabajar en Espa?a¡±. El amigo era Fraga, que no quer¨ªa en su pa¨ªs el rodaje de Tristana, la nueva pel¨ªcula del cineasta. Esa misma tarde, M¨¦ndez fue a ver al ministro. Fraga le explic¨® que un obispo hab¨ªa pedido que Bu?uel no entrara en Espa?a por la irreverencia de sus pel¨ªculas. Pero el m¨¦dico murciano sali¨® en defensa del artista.
M¨¦ndez convenci¨® a Fraga para que permitiera a Bu?uel rodar la pel¨ªcula 'Tristana' en Espa?a
¡°?Y por qu¨¦ defiendes tanto a Bu?uel?¡±, le inquiri¨® el ministro. M¨¦ndez le habl¨® de la Residencia de Estudiantes y de c¨®mo aquel lugar hab¨ªa hermanado a figuras como Garc¨ªa Lorca, Severo Ochoa, Luis Bu?uel y ¨¦l mismo. Admirado por ¡°la amistad fraternal¡± de los residentes, Fraga autoriz¨® el rodaje de Tristana en Espa?a.
¡°Llegaremos a ser amigos incondicionales porque nos decimos la verdad m¨¢s all¨¢ de las ideolog¨ªas¡±, escribi¨® Fraga de M¨¦ndez en su libro Memoria breve de una vida p¨²blica, publicado en 1980. ¡°Es un hombre ejemplar, patriota y constructivo¡±, dijo de la persona que en la guerra hab¨ªa comprado armamento para intentar vencer a Franco.
Cuando se cas¨® por primera vez en 1938, en plena Guerra Civil, M¨¦ndez recibi¨® ¡°un impresionante regalo de boda, una piel, precios¨ªsimo zorro plateado¡±. Se la entreg¨® un delegado ruso ¡°como regalo nada menos que del propio Stalin¡±. Un cuarto de siglo despu¨¦s, M¨¦ndez se hac¨ªa amigo de un ministro franquista. Y en 1981, una d¨¦cada antes de morir, el rey Juan Carlos le impuso en Espa?a la Gran Cruz del M¨¦rito Civil, por toda una vida dedicada a la ciencia. ¡°Yo siento que mi vida le pas¨® a otra persona, no a m¨ª¡±, le dec¨ªa Rafael M¨¦ndez a su hijo Juan Pablo.
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