Al final, por unos condones se perdi¨® un pa¨ªs
Francisco ordena que el Vaticano intervenga la Orden de Malta, un Estado soberano
Uno de los Estados m¨¢s peque?os del mundo ha establecido un protectorado sobre otro diminuto Estado en un movimiento puede tener unas consecuencias inesperadas. En medio de las noticias que llueven desde Washington con Trump ¡ªperd¨®n por citar al presidente de EE?UU, pero uno no es nadie si no escribe ¡°Trump¡± en estos d¨ªas ¡ª, el Vaticano, Estado soberano miembro observador de Naciones Unidas, ha puesto a la Orden de Malta, tambi¨¦n Estado soberano miembro observador de Naciones Unidas, bajo la direcci¨®n de una comisi¨®n especial nombrada directamente por el Papa. Adem¨¢s, Francisco se dispone a designar ¡ªtal vez lo haga hoy¡ª a un ¡°delegado apost¨®lico¡± para que dirija este pa¨ªs, que posee territorio en Roma, moneda, servicio postal, emite sus propios pasaportes y mantiene relaciones diplom¨¢ticas formales con otras 106 naciones. Conviene recordar que la Santa Sede no toma el control de otro Estado desde que el Papa era monarca temporal al frente de los Estados Pontificios. ?Y c¨®mo empieza todo este asunto? Pues como en la canci¨®n del clavo que hizo perder una herradura... aunque esta vez con condones.
La Orden de Malta, fundada por los cruzados alrededor de 1099 en Jerusal¨¦n con el nombre de Orden Hospitalaria y con una historia que deja en mantillas cualquier fantas¨ªa, se dedica en la actualidad a actividades de tipo social y humanitario. Pero una grave desavenencia surgi¨® en su c¨²pula en 2016 debido a su participaci¨®n en el reparto de preservativos y anticonceptivos en varios pa¨ªses de ?frica. La discusi¨®n termin¨® con la destituci¨®n del gran canciller ¡ªel n¨²mero dos¡ª, el alem¨¢n Albrecht Boeselager, promovida por el gran maestre ¡ªel n¨²mero uno¡ª, el brit¨¢nico Matthew Festing.
Este movimiento no gust¨® nada al otro lado del T¨ªber. En primer lugar, porque Francisco, al ser informado de la crisis, hab¨ªa pedido di¨¢logo, Despu¨¦s, porque el asunto cay¨® pronto en el tablero de las tensiones que se viven en el interior de la Iglesia cat¨®lica. Festing fue llamado a una entrevista privada con Francisco de la que sali¨® dimitido. Boeselager fue repuesto en su cargo y el Papa decidi¨® intervenir directamente la Orden. No es la primera vez que Bergoglio toma una medida as¨ª. Ya acumula varias. Pero sucede que la Orden de Malta no es una asociaci¨®n religiosa m¨¢s. Tiene rango de Estado, seg¨²n el derecho internacional. Algunos analistas hablan de ¡°anexi¨®n¡±. Tal vez sea m¨¢s preciso el t¨¦rmino ¡°protectorado¡±.
Lo interesante es que todo esto est¨¢ sucediendo no ya con luz y taqu¨ªgrafos, sino con altavoces. Algo muy alejado de esa imagen de frufr¨² de sotanas, susurros por los pasillos y humo de incensario que nos encanta escribir a los periodistas cada vez que relatamos una historia vaticana. Y probablemente sea as¨ª porque la pol¨¦mica ha sido absorbida por el proceso de formaci¨®n de bandos que vive el catolicismo. Divisi¨®n que amenaza con devenir en su disputa teol¨®gica m¨¢s grande desde tiempos de Lutero. Habr¨¢ quien crea que es asunto de curas y no le ata?e, pero 1.200 millones de cat¨®licos teniendo que repensar su papel en el mundo son un factor que no se puede ignorar.
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