El turbante y la garra
El r¨¦gimen iran¨ª intenta mostrar imagen de cambio y moderaci¨®n siempre que todo se supedite al rigor
A medio a?o de la elecci¨®n presidencial, las relaciones de poder son las mismas que hace veinte a?os en Ir¨¢n, cuando despuntaba la ilusi¨®n del cambio prometido por Jatami, mientras aun estaban vigentes las prohibiciones del pasado en los usos y el vestido. Ahora las parejas pueden ir de la mano, los velos se deslizan irremediablemente hacia atr¨¢s, y en los reductos hipsters de las periferias urbanas huele a porro. Solo que cuentan m¨¢s la frustraci¨®n por el aplastamiento en 2009 de la revoluci¨®n verde y el reconocimiento por el propio gobierno de que la crisis con Ahmadineyad hundi¨® los ingresos de los pobres y la recuperaci¨®n consolida la desigualdad. Tampoco con m¨¢s o menos velo se resuelven la dr¨¢stica inferioridad femenina y su correlato masculino, privados los hombres tambi¨¦n de relaciones normales con mujeres solteras, que se pasean fuera de su alcance.
Una impresi¨®n extendida es que el pa¨ªs est¨¢ cortado en dos, siendo la dictadura de los ayatol¨¢s ¨²nica responsable. Recuerdo la lamentaci¨®n de un joven vendedor, cuando con gestos compar¨® la espl¨¦ndida situaci¨®n de Espa?a ¡ªtal vez por Rolando y Messi¡ª con la p¨¦sima de Ir¨¢n. Dibuj¨® con los dedos un turbante sobre su cabeza, mientras con la mano derecha aferraba su izquierda. ¡°Jomeini¡±, exclam¨®.
Una impresi¨®n extendida es que el pa¨ªs est¨¢ cortado en dos y la dictadura de los ayatol¨¢s es la ¨²nica responsable
Una vez descubierta en 2009 la trampa esencial de que el Gu¨ªa de la Revoluci¨®n no respetar¨ªa unos resultados electorales contrarios al statu quo, y fracasada estrepitosamente la experiencia radical de Ahmadineyad, ¨²nicamente puede el r¨¦gimen jugar la carta del relanzamiento capitalista. Sin alterar las reglas del poder pol¨ªtico-religioso, y presentando un rostro de moderaci¨®n y cambio. Lo intenta, de cara a su reelecci¨®n, el presidente Rouhani, al hacer p¨²blico el 19 de diciembre un proyecto de Carta de los derechos del ciudadano, plagada de buenos prop¨®sitos y de adornos tales como el derecho a ir al cine, a comprar en los supermercados¡ o para las mujeres de llevar el velo. Lo esencial, sin embargo, es que de los 141 art¨ªculos, en m¨¢s de un tercio el derecho proclamado se ve corregido por una cl¨¢usula: ¡°de acuerdo con la ley¡±, ¡°mientras no violen los principios del Islam¡±, etc. As¨ª el derecho a la vida es inviolable, ¡°salvo ante sentencias emitidas por tribunales competentes¡±. La mujer es elogiada, pero sus derechos se vinculan al ejercicio de su funci¨®n familiar. Las normas religiosas hoy vigentes siguen intactas, sin mencionar el matrimonio a los trece a?os. Y el ministerio de Inteligencia vulnerar¨¢ derechos a su libre voluntad, con encarcelamientos sin juicio, e incluso procedimientos viles, como el aplicado a la exiliada nobel Shirin Ebadi, atrayendo a su marido en Teher¨¢n a una cita amorosa il¨ªcita por la cual era condenado a lapidaci¨®n si no difamaba a su mujer. El hijo del ayatol¨¢ Montazeri podr¨¢ ser condenado a largos a?os de c¨¢rcel por hacer p¨²blicas las cr¨ªticas de su padre a Jomeini. Y los candidatos fraudulentamente derrotados en 2009, Musav¨ª y Karroubi, permanecer¨¢n en indefinida detenci¨®n domiciliaria.
Puro cinismo pol¨ªtico, cuyo emblema es el museo Ebrat de las torturas de la polic¨ªa del Shah, que la revoluci¨®n habr¨ªa cerrado como c¨¢rcel. Falso. Sigui¨® funcionando con muchas m¨¢s torturas y muertes hasta su clausura por Jatam¨ª. Pero el r¨¦gimen y el Gu¨ªa son siempre perfectos.
Jamenei distingue entre un mundo occidental ¡°que busca la felicidad social¡± y el suyo, donde importa ¡°la perfecci¨®n bajo influencia del Cor¨¢n¡±
Nada refleja mejor la desatenci¨®n al inter¨¦s p¨²blico de esta hierocracia que lo sucedido en Ispah¨¢n, la m¨¢s bella de sus ciudades, donde los puentes sobre el r¨ªo Zayandeh se ve¨ªan antes rodeados por picnics festivos de sus habitantes. Hoy el cauce del r¨ªo est¨¢ seco, siguiendo el triste ejemplo del mar de Aral, al haber sido desviado para el cultivo de pistachos. Bajo los arcos del puente saf¨¢vida, sobrevive el recurso cada tarde a su ocupaci¨®n por los cantores espont¨¢neos que entonan bajo estricta vigilancia policial, melod¨ªas sentimentales de tiempos del shah, hoy vetadas en medios oficiales. Un poco al modo de los hombres-libro de Fahrenheit 451.
Y es que en una alocuci¨®n reciente, el gu¨ªa Jamenei ha establecido la distinci¨®n entre un mundo occidental ¡°que busca la felicidad social¡± y el suyo, donde importa lograr ¡°la perfecci¨®n humana bajo la influencia del Cor¨¢n¡±. Jamenei ignora que esa b¨²squeda de la felicidad tuvo hace casi mil a?os un defensor excepcional en el mejor de los poetas iran¨ªes, Omar Jayyam, quien en sus Cuartetas, frente al ¡°hip¨®crita que murmura en el rezo¡±, ensalz¨® ¡°al amante que gime de placer¡±. Ahora gemir¨ªa ante los latigazos ordenados por aqu¨¦l. El enfrentamiento est¨¢ ah¨ª.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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