18 fotos19 barrios de Espa?a que nadie visitaba y ahora no ser¨¢s nadie si no los visitasEn M¨¢laga, en Bilbao, en C¨¢diz, en A Coru?a, en Valencia... Zonas recuperadas donde hay que ir antes de que se masifiquenICON15 feb 2017 - 11:34CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceMarineros y fabricantes de pan poblaban este barrio costero del oeste de Palma. Casas de colores con persianas mallorquinas y molinos de vientos saludaban a los pescadores despu¨¦s de faenar, como hoy lo hacen a los visitantes que se acercan hasta el Mercat de Santa Catalina. Lugar de concentraci¨®n de los palmesanos para el ¡°tardeo¡±, que consiste en alargar el aperitivo de los s¨¢bados hasta las mil a base de 'gin tonics'. Antes, se llena el est¨®mago con pescado fresco de los puestos del mercado y que los bares hacen a la plancha por tres euros. Y se baja el atrac¨®n con un paseo por las tiendas de productos ecol¨®gicos y muebles 'vintage', que constatan que Santa Catalina est¨¢ ya presente en las gu¨ªas. Texto: Ignacio Echevarr¨ªaInstagram/@dejan_popovicEn el Barrio del Oeste las galer¨ªas de arte abren 24 horas. Los cierres met¨¢licos y las puertas de garajes son el lienzo de j¨®venes artistas urbanos. El colectivo Lemarte y Zoes dieron vida a este ensanche del centro de Salamanca a trav¨¦s del grafiti y el muralismo. Los que se acercan a ver las obras toman el verm¨², o m¨¢s bien, los que van al aperitivo, se rodean del arte urbano. La Salchicher¨ªa, un antiguo ultramarinos y carnicer¨ªa, acoge exposiciones, es espacio de 'coworking' y caf¨¦ bar. Las sillas y mesas de la terraza se mimetizan con dos grandes ¨¢rboles decorados con un colorido ganchillo. El parqu¨ªmetro pide la vez. Texto: Mariano AhijadoColectivo Lemarte y ZoesSi a la 'gentrificaci¨®n' se la teme, al urbanismo salvaje todav¨ªa m¨¢s. Los planes del Gobierno de Rita Barber¨¢ pasaban por prolongar la avenida Blasco Ib¨¢nez hasta el mar. Esto significaba destruir las casas modernistas de este barrio de pescadores. La estrategia del Ayuntamiento fue degradar m¨¢s esta zona conflictiva para que la 'limpieza' estuviera justificada. Los vecinos y la plataforma Salvem el Cabanyal frenaron las obras y el barrio respir¨® tranquilo. El motor cultural es el TEM (Teatro El Musical), que surge de la rehabilitaci¨®n del Ateneo Musical del Puerto, y la F¨¢brica de Hielo, una antigua nave industrial que acoge exposiciones y conciertos. Para tomar un bocata, est¨¢ la Pascuala. Y unas tapas en el Ca la Mar. A ver qui¨¦n mete una excavadora ahora. Texto: Manuel P¨¦rez BernatInstagram/La F¨¢brica de HieloLa Granada de los jud¨ªos era como se llamaba a este barrio del centro de la ciudad. Hoy destaca tanto por sus c¨¢rmenes, esas casas grandes de paredes blancas y patios, como por su vida. La de un barrio eclipsado por el Albaic¨ªn y que ahora florece. En el se mezclan turistas y estudiantes, lugare?os y nuevos vecinos j¨®venes. Toman tapas en la terraza del Potemkin, un caldo en La Brujidera y un vino en el bar Jaraiz. En Papa¨²pa mezclan cocina andaluza y latinoamericana. Y en el remozado ultramarinos Casa Diego venden productos de la zona. Todav¨ªa se resiste el neoyorquino s¨¢ndwich de pastrami que rememore sus or¨ªgenes jud¨ªos. Texto: Pablo RochaEl d¨ªa que caiga Sants, ya no quedar¨¢ nada. Esta es la idea que lleva sobrevolando a la Barcelona 'gentrificada' desde hace m¨¢s de una d¨¦cada. Hasta hoy, este barrio de naturaleza rebelde y elusiva, sin puntos tur¨ªsticos rese?ables, pero con una gran vida de calle y un sentimiento de comunidad casi tribal, hab¨ªa sido ignorado incluso por quienes hab¨ªan sido desalojados de sus pisos y sus talleres del Born, primero; del Raval, despu¨¦s; de Poble Sec m¨¢s tarde; de Gr¨¤cia hace un par de a?os, y de Sant Antoni este oto?o. Pero los s¨ªntomas de que algo est¨¢ pasando en este viejo pueblo son cada vez mayores. La Tere aparece en las gu¨ªas gastron¨®micas y la Pla?a Osca se ha convertido en el nuevo epicentro del terraceo condal. Desaparecen los okupas y los ¨²ltimos afiliados a alg¨²n sindicato y se asoman los barbudos y los emprendedores. Ya se oye a gente sorber su verm¨² mientras dice: ¡°?Sants? Tampoco est¨¢ tan lejos del Centro¡±. Texto: Xavi SanchoLa Tere GastrobarA Lagunillas le salv¨® la crisis. El plan urban¨ªstico dise?ado para este degradado barrio fracas¨® y los vecinos -con Miguel Chamorro a la cabeza- tomaron la iniciativa. Con sus medios rehabilitaron fachadas de las semiderruidas casas y atrajeron a artistas urbanos. Los grafitis de las paredes son h¨¦roes del barrio. El gitano cantaor, la vendedora de peinetas, y el Guernica, porque la casa natal de Picasso est¨¢ al lado de la calle Lagunillas. Como punto de encuentro surge la asociaci¨®n cultural El Polivalente. Exposiciones, micro teatro, conciertos y cuentacuentos. Y bares, claro. La visita al barrio siempre se alarga si hay un sitio donde tomar una cerveza. Las Camborias colaboran, una taberna entre 'cool' y castiza que sirve hamburguesas y organiza espect¨¢culos de flamenco. O La Bici Guapa, un taller de bicicletas que imparte clases de mec¨¢nica y funciona a base de donaciones. Si se reactiva el plan urban¨ªstico, los vecinos tendr¨¢n mucho que decir. Texto: Mariano AhijadoJavier ZoriA El Castillo costaba subir. Ubicado en la parte m¨¢s alta de la ciudad, este barrio de gente humilde era la zona elegida por los turistas para dejar el coche. Para salir, los conquenses prefer¨ªan la m¨¢s conveniente Plaza Mayor, la calle Doctor Gal¨ªndez y la Cuesta de San Miguel, donde hay terrazas con m¨²sica en directo en verano. Hoy El Castillo se ha modernizado y los visitantes se mezclan con los parroquianos en los mesones de la zona. En El Panor¨¢mico sirven men¨² del d¨ªa y copas por la tarde y en el Asador Mar¨ªa Morena ponen zarajos (intestinos) de cordero y morteruelo (pat¨¦ de carne de caza). Y ya se sabe que hoy en d¨ªa la tradici¨®n es modernidad. Texto: Mai MonteroLUIS RUBIOCalamares, croquetas y¡ turistas bebiendo 'gintonics', despedidas de soltero o soltera bebiendo 'gintonics'. Hasta hace bien poco, este barrio castizo era el lugar al que el buen gusto iba a morir, pues era el sitio en el que comprobar que todas esas modas dudosas o pasadas de moda, florec¨ªan. Desde lo falsamente tradicional (taberna y croqueta) hasta lo rid¨ªculamente moderno (ginebra y t¨®nica en sopera). Pero desde hace unos meses en el barrio se afanan por neutralizar a todos aquellos que vienen a escenificar el par¨®n en el 'darwinismo' cada domingo, aprovechando que ese d¨ªa Dios no mira. Empez¨® con el Caf¨¦ Pav¨®n (en el linde con Lavapi¨¦s), luego fue la Sala El S¨®tano. El Mad Caf¨¦, una de las mejores hamburgueser¨ªas de la ciudad, ya no est¨¢ sola en este reino que, si estuviera en 'Juego de Tronos, se llamar¨ªa 'Desembarco del torrezno'. Ahora su comida tiene compa?¨ªa con The Burger Lobby, y su apuesta por la cerveza artesana, en el nov¨ªsimo Sainete. A¨²n se ven actores, pero cada vez menos el barrio parece una obra de teatro de Lina Morgan. Se parece un poco m¨¢s a las modernas y arriesgadas que programan en El Pav¨®n Teatro Kamikaze. XAVI SANCHOLUIS RUBIOEl ambiente de poteo, pintxos y copas estaba centralizado en la Parte Vieja. Pero los donostiarras han migrado hasta Gros por dos motivos. Los bares de la Parte Vieja se han volcado con el turismo (con ofertas de pintxos y trasiego de platos por la barra) y, por otro lado, el reclamo del pintxopote: zurito o txikito de vino m¨¢s pintxo a precios populares. Este barrio hasta entonces tranquilo se ha convertido en el "nuevo centro". Para pintxos, La Bodega Donostiarra, Galerna o Lobo; bocatas, en Senra o en plan m¨¢s tranquilo en Elosta o Ikaitz. Las copas caen en La Gintoner¨ªa o en Belgrado. Las tiendas de surf siguen, y llegan comercios nuevos como la panader¨ªa The Loaf. Texto: Aitor Mar¨ªnGalerna Jan EdanEl Rom¨¢ntico es un barrio cuidado que mantiene la est¨¦tica del H¨²medo, con casas de no m¨¢s de dos alturas y con la tradicional ruta de vinos. Hay cl¨¢sicos, como la Taberna de Flandes, con una barra donde es casi imposible arrimar un codo; y modernos, como Clandestino Gastrobar, con paredes rotas y suelos de hormig¨®n y que destina la planta de arriba a la cocina japonesa. Para digerir los embutidos leoneses, est¨¢ El Gran Caf¨¦, ambientado en los caf¨¦s cl¨¢sicos del siglo pasado. Y para venirse arriba, Black dog, regentado por ingleses: buena m¨²sica, todo cl¨¢sicos como su nombre (un tema de Led Zeppelin) indica. A El Rom¨¢ntico se llega de d¨ªa y se sale de noche. Texto: Carlos ?lvarezInstagram/Clandestino Gastrobar¡®Juepincho¡¯: o sea, jueves y pincho. El t¨¦rmino es tan sencillo como el concepto. Cerveza y tapas en ese d¨ªa en el que se escucha el runr¨²n del fin de semana. Esta f¨®rmula ha sido uno de los motores de crecimiento de este c¨¦ntrico, pero esquinado barrio. Y antes de que los bares se llenaran, fueron los vecinos los que lucharon por la Magdalena. Naci¨® la semana cultural de la Magdalena o Magdalena Street Market. Su ubicaci¨®n, en el casco hist¨®rico de Zaragoza, hace que la amenaza de la 'gentrificacion' est¨¦ a la vuelta de la esquina. Texto: Pablo RochaLUIS RUBIOVitoria-Gasteiz tuvo un alcalde abstemio y andar¨ªn entre 1979 y 1999 que moderniz¨® la ciudad a la medida de los peatones que no sal¨ªan mucho. Eso convirti¨® a la capital del Pa¨ªs Vasco en un lugar ideal para ser un matrimonio joven con hijos o un jubilado con buena salud. La misma ciudad a la que llegaban cada fin de semana centenares de j¨®venes atra¨ªdos por su vida nocturna se aburgues¨®, la noche languideci¨®. Esa normativa se ha ido aflojando en los ¨²ltimos a?os. Hoy florecen las terrazas, una idea ex¨®tica en un lugar apodado Siberia Gasteiz, y el fin de la actividad armada de ETA ha acabado con la idea, en realidad un prejuicio, de que en determinadas partes de la parte vieja era mejor no entrar. La Calle Zapater¨ªa, la m¨ªtica y rebelde Zapa, se ha renovado. Un ejemplo es C¨®meme, antes un bar de ¨²ltima hora para los m¨¢s malos, hoy un bar restaurante para todos los p¨²blicos. Las calles adyacentes, Herrer¨ªa y Correr¨ªa, se empiezan a llenar de peque?os comercios y nuevos bares que han movido el eje del centro de la ciudad hacia este ¨¢rea. Texto: I?igo L¨®pez PalaciosLUIS RUBIOLos museos se llevan bien con los bares. Talavera, con la misma poblaci¨®n que Toledo (84.000), y a mitad de camino entre C¨¢ceres y Madrid, no ten¨ªa ambiente en su parte vieja. La muralla cumpl¨ªa el mismo cometido que cuando se construy¨®: la defensa de la ciudad. Hasta que los nuevos restaurantes y bares del Casco Antiguo derribaron esta barrera. Hoy se puede visitar el museo de cer¨¢mica Ruiz de Luna o el centro Rafael Morales y tomar una cerveza en Casco Viejo o en la Madrile?a. O contemplar la fachada del teatro Victoria y pedir un vino en el Bot¨¢nico. O pasear por el Mercado de San Jer¨®nimo y hacer una parada en la Antigua. Y para tomar el fresco en verano est¨¢ la Sinagoga: en su terraza se puedes comer buenos bocatas. Sushi DO confirma que la zona vieja es moderna. Un japon¨¦s, que en menos de un a?o ha pasado de llevar sushi en moto a restaurante con reserva. Texto: Mariano AhijadoJos¨¦ Pe?aEl barrio de Plaza Alta estuvo en el olvido durante mucho tiempo. Las casas derruidas de sus alrededores pon¨ªan freno a los visitantes y animaban a la droga y a la prostituci¨®n. Pero el Ayuntamiento restaur¨® esta plaza que en siglos pasados constituy¨® el mercado de la ciudad, rehabilit¨® las casas antiguas y mejor¨® el alumbrado y la calzada. Las calles se llenaron, algo impensable hace una d¨¦cada, y revivieron bares de siempre. La Casona Alta, jam¨®n de la zona y queso, o la Bodega San Jos¨¦, para compartir una tosta o unos ib¨¦ricos extreme?os. Pero no solo se toma el aperitivo. Un poco m¨¢s abajo est¨¢ el Rinc¨®n Nazar¨ª, un bar de copas que emula un riad, casa de comerciantes adinerados en Marruecos pensadas para una vida introspectiva. Este de Badajoz es m¨¢s bien para dejarse ver. Texto: Mariano AhijadoInstagram/@fer_inComo si del neoyorquino r¨ªo Hudson se tratara, la R¨ªa del Nervi¨®n separa el Casco Viejo de Bilbao la Vieja. Esta zona industrial del margen izquierdo de la r¨ªa florece como Hoboken en Nueva Jersey. La plaza Marzana articula el barrio. En torno a ella reviven locales de siempre. Como Perro Chico, donde tomar tapas de fuera (gyozas, arepas, pakoras) o Peso Neto, donde antes estaba el bar-restaurante Bilbao, ahora renovado y con una carta de cocina elaborada. Y para cuando el nuevo Brooklyn est¨¦ atestado, al lado, vigilante, est¨¢ el Bronx (barrio de San Francisco), donde empieza a haber jaleo, aunque su fama de peligroso todav¨ªa le hace resistir. Texto: Pablo RochaInstagram/@jiminyny"A partir de las seis de la ma?ana nos vemos en el Rus", se pod¨ªa escuchar hace unos a?os. Este barrio, Orz¨¢n, donde antes se tomaba la ¨²ltima, ha ampliado su horario de actividad. Hoy recibe visitantes de d¨ªa. La peatonalizaci¨®n de esta c¨¦ntrica calle ayud¨® a reducir la prostituci¨®n y a que llegaran nuevos comercios. Como la librer¨ªa El Cascanueces o Moito Conto, especializada en literatura infantil. La perfumer¨ªa Lily and White, donde se venden cosm¨¦ticos org¨¢nicos. Los que se desplazan en bici al espacio de 'coworking' Ultramarina tienen donde repararla: Infinite Project. Y para tomar ca?as est¨¢ la plaza de la Urbana, atestada en verano de trabajadores de Inditex, con ganas de que se les haga de d¨ªa. Texto: Mariano AhijadoInstagram/@oslusoLa parada en un bar a mitad de un tour tur¨ªstico es tan necesaria para los turistas como para el gu¨ªa. En el barrio de San Luis, en Sevilla, la cultura no le hace competencia a la hosteler¨ªa. La asociaci¨®n Croma Cultura organiza visitas al patrimonio de este c¨¦ntrico barrio que la drogodependencia escor¨®. Profesores de idiomas se mezclan con historiadores de arte y arque¨®logos, que son los que comandan esta ruta por las pocas iglesias mud¨¦jares que quedan en la ciudad, como Santa Marina o Omnium Sanctorum. La visita termina en K?k Tu Cocina, local de cocina entre semana y sitio donde tomar un 'brunch' el domingo. La modernidad la glosa ConTenedor, un restaurante que re¨²ne todos los ingredientes 'hipsterianos': comida ecol¨®gica, carta sujeta al mercado y productos de temporada. La visita dura algo m¨¢s de una hora. El descanso no tiene l¨ªmite. Texto: Mariano AhijadoCromaLos asistentes al Palacio de Congresos ya pueden tomar una cervecita sin moverse del barrio. Esta antigua zona portuaria de burdeles y mal vivir deja paso a un reguero de bares y restaurantes donde conviven parroquianos y visitantes. Algunos como la Cepa Gallega, donde sirven chacinas y salazones, han visto las dos Plocias. Igual que la Bodeguita de Plocia, donde tomar chicharrones (panceta de cerdo frita o curada). Otros, como la hamburgueser¨ªa La Huella, se han sumado al cambio. O El Chicuco, donde los dependientes visten pulcros delantales y cortan jam¨®n a mano en jamoneros de aluminio. La fachada de piedra ostionera de este ultramarinos del siglo XXI recuerda que sigue siendo C¨¢diz. El barrio se transforma, la esencia se mantiene. Texto: Pablo RochaPalacio de Congresos y Exposiciones de C¨¢diz