A mentir no nos gana nadie... excepto Libratus
Una m¨¢quina vence a los humanos al p¨®ker tras aprender ella sola a echarse faroles
Definitivamente los humanos vamos bajando de nivel mientras las m¨¢quinas comienzan a asomar peligrosamente la patita, la antenita o lo que sea que asomen, sobre el inquietante futuro que nos estamos construyendo. En los enfrentamientos de inteligencia entre la persona y la m¨¢quina acabamos de sufrir una nueva derrota, esta vez en el campo del p¨®ker. Al parecer, un ingenio llamado Libratus ha desplumado a varios de los mejores jugadores del mundo en una largu¨ªsima partida ¡ª?cibertimba?¡ª disputada en Pittsburg. Seg¨²n las cr¨®nicas, la cosa empez¨® mal para la m¨¢quina... hasta que Libratus aprendi¨® ella solita lo que es un farol y c¨®mo se utiliza. Es decir; aprendi¨® sola a mentir.
En primer lugar, hablemos de est¨¦tica. Resulta alarmante el descenso de estilo en estos duelos entre la neurona y el silicio. En 1996 y 1997 Gary Kasp¨¢rov y Deep Blue jugaron al ajedrez. Kasp¨¢rov, adem¨¢s de gran maestro de ajedrez y campe¨®n del mundo, es un tipo interesado por el pensamiento pol¨ªtico y la aplicaci¨®n filos¨®fica del ajedrez a la vida. Cay¨® derrotado en el segundo enfrentamiento. La humanidad hab¨ªa tenido un digno representante. Pero en vez de dejarlo ah¨ª, probamos alternativas. Del ajedrez, pasamos a las damas ¡ªque es a lo que juegan quienes no tienen paciencia para aprender a mover el caballo¡ª y de ah¨ª al juego del Go, que como es ¡°oriental y milenario¡± a todo el mundo le parece complicad¨ªsimo. Y las m¨¢quinas ganaron. Ahora le ha tocado al p¨®ker. Para no caer en la incorrecci¨®n pol¨ªtica, el lector est¨¢ invitado a comparar a Kasp¨¢rov (o Fischer, Annand o Carlsen) con los caballeros en traje de batalla que aparecen en los campeonatos de Texas Hold'em, variedad de p¨®ker en la que se ha coronado Libratus.
Lo interesante es que, mientras Deep Blue era muy r¨¢pido pensando y buscando combinaciones, Libratus se ha enfrentado a un grupo de tipos que se ganan la vida consiguiendo enga?ar a sus rivales. Al principio su algoritmo no entender¨ªa lo que estaba pasando. ?Faroles? ?Qu¨¦ es eso? Pero en cuanto lo entendi¨®, manej¨® el enga?o mejor que sus consumados rivales. Enhorabuena ?o no? Ya estamos todos cerca de una m¨¢quina m¨¢s humana. Aunque el enga?o est¨¢ en la naturaleza con innumerables ejemplos, la mentira ¡ªdecir lo contrario de lo que se piensa¡ª es, o era, algo exclusivamente nuestro.
?Qu¨¦ suceder¨ªa si las m¨¢quinas empezaran a mentir? Podr¨ªan ser mentirijillas. El m¨®vil al 80% que anuncia que su bater¨ªa est¨¢ baja para asegurar el suministro de electricidad cuando sea conectado al cargador o el coche cuyo ordenador anuncia aver¨ªas inexistentes porque sabe que el frecuente paso por el taller alargar¨¢ su vida... O grandes trolas, llegando a hacer realidad el argumento cl¨¢sico de la ciencia ficci¨®n del ordenador que miente y mata (Hal en Odisea 2001 o Skynet en Terminator) para no ser desconectado. Vale, lo de Pittsburg es solo un juego, pero, ojo, no terminemos cantando con Alaska y los Pegamoides: ¡°Me da miedo entrar en la cocina / me da miedo lo que pueda ver / la tostadora se ha vuelto asesina / el lavaplatos no me puede ver¡±.
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