Mapas
Sospecho que no ser¨¢n maputop¨ªas, sino cartograf¨ªas ¡°programadas a la medida¡± de la pesadilla que estamos alimentando
Desde ni?a aprend¨ª a leer mapas. En mi casa de infancia, en Pretoria, tapizando las paredes del estudio donde mi padre se encerraba a trabajar en su tesis doctoral ¡ªuna tesis sobre el pasado, presente y futuro urbano de la cuenca del valle de M¨¦xico¡ª hab¨ªa mapas de todo tipo. Cuando nadie me ve¨ªa, entraba a su estudio a robarme lapiceros, y me quedaba ah¨ª, pasmada, leyendo esa historia cartogr¨¢fica de mi lejana ciudad natal.
Hab¨ªa mapas del pasado precolombino de la cuenca, sus enormes lagos de nombres hermosos, que yo le¨ªa y repet¨ªa como una especie de conjuro: Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Chalco, Xochimilco. Hab¨ªa registros de c¨®mo esa cuenca lacustre se fue secando durante la colonia; y esquemas dram¨¢ticos del crecimiento de la mancha urbana a lo largo del siglo XX. Y hab¨ªa unas maputop¨ªas, trazadas a mano por mi padre, con corredores verdes que cruzaban la gran ciudad de M¨¦xico futura, sus lagos resucitados.
El estudio donde ahora trabajo, 20 a?os m¨¢s tarde en Harlem, tambi¨¦n est¨¢ tapizado de mapas. Los m¨ªos no registran la erosi¨®n paulatina del valle de An¨¢huac. Los mapas que aprende a leer mi hija ¡ªcuando entra a mi estudio y se planta c¨ªnicamente junto a mi escritorio para agandallarse mis l¨¢pices¡ª son la historia de otro tipo de erosi¨®n. En mis paredes, apuntalados con tachuelas, hay registros de la frontera M¨¦xico-Estados Unidos. Uno de ellos muestra, con puntos rojos, cad¨¢veres de migrantes hallados en un a?o en una porci¨®n del desierto de Arizona. Otro muestra los m¨¢s de 500 kil¨®metros existentes del muro que Donald promete construirnos (Bill y George ya le hicieron la mitad de la tarea).
Pero el m¨¢s horrible ¡ªel que no le he ense?ado a leer a mi hija, aunque siempre pregunta¡ª es una hoja, impresa de Internet, de uno de los ¡°Custom Maps of Migrant Mortality¡±. En esos mapas ¡°programados a la medida¡± hay una barra donde escribes el nombre de un migrante desaparecido. Si la persona, en efecto, muri¨® en el desierto y sus restos fueron hallados, aparece un punto rojo en un mapa satelital junto con la informaci¨®n disponible. Mi mapa impreso, por ejemplo, registra la muerte de Josseline Hern¨¢ndez. Edad: 14. Causa de muerte: deshidrataci¨®n. Coordenadas: N 31' 34.53 W 111' 10.52.
Me pregunto (si infancia es destino) qu¨¦ mapas colgar¨¢ mi hija en 20 a?os. ?Marte colonizado? ?Zonas del genoma descodificadas? ??reas a¨²n no vigiladas por la polic¨ªa del pensamiento de las redes sociales? Sospecho que no ser¨¢n maputop¨ªas, sino cartograf¨ªas ¡°programadas a la medida¡± de la pesadilla que estamos alimentando, paso a paso, voto por voto, tuit por tuit.
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