El sheriff Trump contra los 'sin papeles'
La ¨²nica esperanza de resistencia reside en los estados y las ciudades
La Administraci¨®n Trump ha hecho p¨²blicos este martes 20 de febrero los detalles de su reforma legal con respecto a los inmigrantes sin papeles, una poblaci¨®n estimada en algo m¨¢s de 11 millones de ciudadanos. De acuerdo con la informaci¨®n del Pew Research Center, m¨¢s de la mitad de esta poblaci¨®n es mexicana, siete de cada diez llevan en el pa¨ªs m¨¢s de una d¨¦cada y casi el 90% est¨¢ empleado.
Entre las nuevas medidas destaca la ampliaci¨®n de los supuestos de deportaci¨®n inmediata, que hasta ahora se limitaban en la pr¨¢ctica a la comisi¨®n de delitos graves y a la detenci¨®n a una distancia y en un per¨ªodo mucho m¨¢s cortos de los que se ahora se introducen. Tambi¨¦n se propone la contrataci¨®n de 10.000 nuevos agentes federales y la recuperaci¨®n de incentivos y castigos para la colaboraci¨®n de los agentes locales (como informa The New York Times, este programa hab¨ªa sido minimizado por la Administraci¨®n Obama). Los llamados dreamers quedan por ahora fuera de peligro.
La medida ha sido justificada en base a dos argumentos que casan mal con los hechos. El primero de ellos es que la inmigraci¨®n irregular supone una competencia desleal para los trabajadores estadounidenses o los inmigrantes legales, ocupando sus empleos y disminuyendo sus salarios. La realidad, sin embargo, es que en una econom¨ªa en situaci¨®n de virtual pleno empleo (4,8% de tasa de paro) y una fuerza laboral de cerca de 160 millones de personas, los graves problemas de inequidad salarial de su mercado de trabajo dif¨ªcilmente pueden ser achacados a un grupo de 8 millones que se concentra en los puestos de m¨¢s baja cualificaci¨®n.
Lo cierto es que la expulsi¨®n de estos trabajadores puede crear problemas mucho m¨¢s graves de los que pretende resolver. Como recuerda Michael Clemens en un reciente estudio sobre la participaci¨®n de los inmigrantes en el sector agrario, los estadounidenses sencillamente no quieren hacer seg¨²n qu¨¦ trabajos (pueden encontrar en esta pieza de The Washington Post una buena explicaci¨®n de este asunto). El propio Clemens contaba hace unos d¨ªas en Politico c¨®mo le fue a los estadounidenses la ¨²ltima vez que se les ocurri¨® la feliz idea de expulsar a los braceros mexicanos, acogidos a un exitoso modelo de inmigraci¨®n temporal que fue eliminado en 1964.
El segundo argumento se refiere a la necesidad de reducir los intolerables niveles de criminalidad que supuestamente sufre el pa¨ªs. Cierto que cuando se compara Estados Unidos con sociedades menos diversas como Luxemburgo o Finlandia la proporci¨®n de delitos por habitante es muy alta, pero esa no deber¨ªa ser una raz¨®n para sacar conclusiones apresuradas. En primer lugar, los Estados Unidos viven un momento dulce con las tasas de delito m¨¢s bajas desde 1967 y concentradas en un pu?ado de ¡°puntos calientes¡±. En segundo lugar, es cierto que hay un n¨²mero importante de inmigrantes entre los delincuentes, pero la gran mayor¨ªa de ellos son de segunda generaci¨®n y, en cualquier caso, su tasa sigue por debajo de la de los ¡°nativos¡± (ver gr¨¢fico adjunto). Como recordaba la cadena CBS citando al American Immigration Council, el ratio de varones adultos encarcelados es el doble entre los nacidos en EEUU (3,3%) que entre los nacidos fuera (1,6%).
Pero nunca dejes que los hechos arruinen un buen argumento electoral. Inunda tus mensajes de informaci¨®n distorsionada o abiertamente falsa, e invita al Despacho Oval a familiares de personas asesinadas por inmigrantes irregulares. Hostiga y aterroriza a una poblaci¨®n altamente vulnerable que ahora tendr¨¢ menos incentivos que nunca para integrarse y colaborar con las instituciones. Cava m¨¢s hondo en el agujero creado por un modelo que opera de espaldas a la realidad econ¨®mica y al m¨¢s fundamental sentido de la decencia.
Todos los expertos coinciden en que la aplicaci¨®n pr¨¢ctica de la medida ser¨¢ costosa y compleja. Las estimaciones del coste de expulsar a los 11 millones de sin papeles - como Trump prometi¨® en campa?a- han llegado hasta los 300.000 millones de d¨®lares. Limitarse a una fracci¨®n del total disminuir¨¢ la cifra, pero no hasta el punto de hacerla aceptable para una mayor¨ªa de estadounidenses que han aceptado hasta ahora con naturalidad cotidiana el fen¨®meno de la inmigraci¨®n irregular. Tampoco ser¨¢ f¨¢cil que traguen con el impacto humanitario de estas medidas en poblaciones que, al fin y al cabo, viven en sus barrios y trabajan en sus casas.
Y esta es precisamente la esperanza que nos queda. La mayor parte de los inmigrantes irregulares (59%) se concentra en tan solo seis estados (California, Texas, Florida, Nueva York, Nueva Jersey e Illinois). De c¨®mo respondan estas regiones y las ciudades donde viven y trabajan los sin papeles va a depender en buena medida la capacidad de Trump para imponer su voluntad (ya existe una esperanzadora red de ciudades santuario). En el caso de la orden ejecutiva contra los extranjeros musulmanes, muchos de ellos dieron una lecci¨®n, pero este caso puede ser mucho menos popular para dem¨®cratas y republicanos moderados. Por eso es esencial que la poblaci¨®n recuerde a sus gobernantes y legisladores de qu¨¦ lado est¨¢n en este asunto.
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