Rulfo
Si los republicanos estadounidenses leyeran al escritor mexicano, encontrar¨ªan palabras que les har¨ªan tambalearse con sus ideas
Pocos escritores en la historia de la literatura universal han logrado el reconocimiento que el mexicano Juan Rulfo alcanz¨® con solo dos libros: la novela Pedro P¨¢ramo y el conjunto de relatos El llano en llamas (El gallo de oro, que ser¨ªa el tercero, no pas¨® de ser un conato de guion de cine). Su retrato del M¨¦xico posrevolucionario, de esa Comala fant¨¢stica, trasunto literario del Jalisco natal del escritor, en la que conviven entre las ruinas vivos y muertos en un tiempo detenido y en un espacio simb¨®lico que no es real ni irreal, simplemente es ¡°apenado¡±, le sirvi¨® para conmover a los lectores del mundo entero, que vieron en esas vidas de mexicanos pobres y oprimidos el reflejo de las suyas y, a¨²n m¨¢s all¨¢, el de la condici¨®n humana desde que la humanidad existe. El centenario del nacimiento de Juan Rulfo, que se celebra este a?o, no pod¨ªa por ello pasar desapercibido y m¨¢s con lo que los mexicanos est¨¢n sufriendo en estos momentos por la animadversi¨®n del presidente estadounidense, Donald Trump, que los ha elegido como los chivos expiatorios de todos los males de su pa¨ªs y en el principal objetivo, por esa raz¨®n, de la limpieza ¨¦tnica que pretende en un momento de la historia en el que el mestizaje y el movimiento de personas hace imposible cualquier ilusi¨®n etnicista.
Pero ah¨ª est¨¢n los pobres mexicanos ¡ªlos que emigraron al pa¨ªs del norte y los que simplemente podr¨ªan hacerlo¡ª convertidos en el enemigo p¨²blico n¨²mero uno de un personaje y de una sociedad (la mitad al menos de la estadounidense, que vot¨® a Donald Trump atra¨ªda por sus promesas) que han decidido culpar de sus frustraciones a los forasteros en la m¨¢s rancia tradici¨®n del Far West hollywoodiense a la que tan aficionados son posiblemente la mayor¨ªa. La imagen de John Wayne o cualquier otro justiciero por el estilo ahuyentando de las fronteras estadounidenses a los malencarados y piojosos mexicanos, ladrones y mentirosos y vagos sin excepci¨®n, se ve que cal¨® hondo en la fantasmagor¨ªa local, principalmente en la de los republicanos. ?Qu¨¦ poco tiene que ver con la realidad, con la vida de esos millones de personas que lo ¨²nico que buscan en el pa¨ªs de John Wayne y de la Coca-Cola es un trabajo con el que sobrevivir!
Mi fe en el g¨¦nero humano no llega a tanto como para creer que los republicanos estadounidenses puedan leer a Juan Rulfo, pero si lo hicieran encontrar¨ªan palabras que les har¨ªan tambalearse con sus ideas, como estas de un personaje de Pedro P¨¢ramo: ¡°Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de su aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo¡±.
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