Delfinario
El ni?o miraba extasiado las olas que romp¨ªan con regularidad y fragor contra el acantilado

Los ni?os siempre o casi siempre son felices. Es el ¨²nico momento de la vida en que la felicidad se da en estado duradero. No caminan, corren. No corren, saltan sobre una pierna y sobre la otra como si fueran a echar a volar. El suelo, sin embargo, es su casa y ven todo lo que hay en ¨¦l. Encuentran cosas ins¨®litas entre baldosas. Brincan y cantan al mismo tiempo. Nunca m¨¢s volver¨¢n a hacerlo.
Algunos ciudadanos carecemos de recuerdos infantiles. Otros tienen la suerte de llevar consigo aquel para¨ªso toda la vida. Mi amigo Miguel S¨¢enz, por ejemplo, recuerda con detalle una infancia feliz en ?frica. Hasta los 11 a?os vivi¨® en un lugar m¨ªtico que ya solo existe en la literatura, Sidi Ifni. Los mayores recordamos entre brumas aquella guerra fingida que mantuvimos con Marruecos por la posesi¨®n de un lugar in¨²til, des¨¦rtico y que apenas daba de comer a sus lugare?os. No obstante, para el ni?o Miguel aquello fue el para¨ªso. La infancia s¨®lo vive en lugares expresamente inventados para los ni?os.
Cuenta S¨¢enz sus a?os africanos en un libro titulado Territorio, porque oficialmente as¨ª se llamaba el enclave. Un pu?ado de humildes casas, los cuarteles del Ej¨¦rcito, alg¨²n cas¨®n con empaque para las autoridades, el casino, un r¨ªo seco, la alcazaba. El ni?o miraba extasiado las olas que romp¨ªan con regularidad y fragor contra el acantilado, las luces de la aurora, el cielo eternamente azul cuando las brumas matinales se desgarraban, los nativos con sus chilabas, las mujeres veladas, los caballos montados por oficiales, los borricos con patas de alambre. Todo era fascinante porque el mundo hab¨ªa sido estrenado por aquel ni?o.
¡°Estos d¨ªas azules y este sol de la infancia¡±. Es el ¨²ltimo verso que escribi¨® Machado.
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