Impresiones de un viaje a Alemania
El pa¨ªs m¨¢s generoso de la UE en la acogida a los refugiados se enfrenta a dilemas existenciales
Regreso de un viaje corto realizado a Berl¨ªn esta semana por invitaci¨®n de la Fundaci¨®n Frederich Ebert (FES, centro de ideas de referencia del partido socialdem¨®crata alem¨¢n). El motivo de la invitaci¨®n era una gran conferencia sobre pol¨ªticas migratorias y de integraci¨®n en Alemania, pero los responsables del nuevo programa europeo de la FES sobre movilidad humana aprovecharon para invitar a un peque?o grupo de organizaciones europeas (Europa del Este y Balcanes, en su mayor¨ªa) que estamos directamente involucradas en el debate migratorio y con los que pude intercambiar la experiencia de porCausa. Las sesiones acad¨¦micas fueron completadas con dos fascinantes visitas a un centro de primera acogida y a una experiencia de inserci¨®n laboral de inmigrantes.
Todav¨ªa desde el aeropuerto, comparto con ustedes algunas impresiones sobre la visita:
- La tarea que Alemania se ha echado sobre la espaldas es absolutamente tit¨¢nica. El mill¨®n largo de solicitantes de asilo que han entrado en el pa¨ªs determina las pol¨ªticas p¨²blicas y las conversaciones privadas hasta un punto que resulta inconcebible en otros pa¨ªses europeos m¨¢s impermeables. "Alemania ha descubierto que es un pa¨ªs de inmigrantes", declar¨® la combativa comisionada del gobierno para la integraci¨®n Aydan O?zog?uz, ella misma de origen turco.
- Responsables pol¨ªticos de todo pelaje transmiten una sensaci¨®n de agotamiento que se traduce en actitudes desesperadas. Desde la kafkiana justificaci¨®n del acuerdo con Turqu¨ªa ("es un pa¨ªs poco seguro para muchos, pero no para todos", dijo alegremente Thomas Oppermann, el portavoz del SPD en el Parlamento) hasta la posibilidad de reconsiderar los criterios actuales de protecci¨®n internacional, gobierno y partidos se agarrar¨¢n a lo que sea necesario para desterrar de muchos votantes la percepci¨®n de descontrol pol¨ªtico y presupuestario. Ya hemos aprendido que este debate dej¨® hace tiempo de ser racional para convertirse en esencialmente emocional.
- Aunque el sentimiento fue expresado con m¨¢s claridad por algunos presentantes sociales que por los parlamentarios o funcionarios, la idea de que buena parte del resto de Europa les ha dejado con el kuku al aire se pod¨ªa percibir en cada intervenci¨®n. Desde la hostilidad h¨²ngara o polaca hasta la cobard¨ªa vergonzante de Espa?a, Reino Unido y Francia, los problemas de Alemania se derivan m¨¢s de la omisi¨®n de otros que de sus propias acciones. Y la pregunta la plante¨® abiertamente la brillante directora del European Council on Refugees an Exiles, Catherine Woollard: ?qui¨¦n ha dicho que Europa no puede llegar al acuerdo de imponer las cuotas, del mismo modo que impone las contribuciones al presupuesto com¨²n?
- Atrapada entre el miedo y la falta de ideas, la izquierda se ha contaminado por completo del discurso de la 'externalizaci¨®n' de la pol¨ªtica migratoria europea. Por un lado, las piruetas ret¨®ricas para justificar acuerdos de control y repatriaci¨®n con quien quiera firmarlos. Por otro, el argumento enga?oso de la ayuda para amortiguar los 'factores de empuje', que se ha establecido como una garrapata en el discurso del SPD. Las consecuencias de este proceso para la calidad y legitimidad de la presencia de Europa en el exterior podr¨ªan ser irreversibles.
- El sector privado ha entrado de hoz y coz en la gesti¨®n de los programas de acogida, del mismo modo que antes se benefici¨® del fen¨®meno de securitizaci¨®n de las pol¨ªticas. Con franqueza, tengo sentimientos encontrados sobre su papel: por un lado, los refugiados necesitan una atenci¨®n digna, r¨¢pida y eficiente, la provea quien la provea; por otro, me preocupa enormemente la conformaci¨®n de una industria que podr¨ªa acabar secuestrando la pol¨ªtica migratoria europea.
- Pese a todo, parece existir todav¨ªa bastante margen de acci¨®n para los actores no convencionales. En las ponencias y en las visitas se insisti¨® en el papel que ciudades y ciudadanos pueden jugar ante este desaf¨ªo, siempre que les dejen.
- La visita a un centro de d¨ªa para personas mayores en el que se colocan de manera regular inmigrantes econ¨®micos y refugiados confirma todos mis recelos sobre este modelo de movilidad microgestionado e h¨ªperintervenido. Si un centro de trabajo precisa contratar fuera para cubrir las necesidades de un mercado laboral cojo, comienza una carrera de obst¨¢culos que a menudo no llega a ninguna parte. Si adem¨¢s deciden acelerar la integraci¨®n laboral con cursos de idiomas, por ejemplo, el Estado les deja a su suerte.
- Espa?a fue mencionada a menudo, no siempre para mal. Tras la multitudinaria manifestaci¨®n de Barcelona, los alemanes saben que en nuestro pa¨ªs los refugiados son bienvenidos y que la excepci¨®n verdadera es la actitud del Gobierno.
Gracias a la Fundaci¨®n Ebert por una experiencia iluminadora.
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