?Hablamos de educaci¨®n o de lo nuestro?
Ahora, con un gobierno en minor¨ªa, est¨¢ por ver si la oposici¨®n busca un acuerdo de largo plazo o solo sustituir la agenda ajena por la propia
El sistema educativo afronta a corto plazo retos de profundas consecuencias a medio y largo, en concreto la adaptaci¨®n a un nuevo entorno global, digital, posindustrial, multicultural y altamente incierto, todo lo contrario de los pilares en que se fund¨® y del horizonte para el que se dise?¨®. Por si fuera poco, Espa?a arrastra hace mucho la losa de alt¨ªsimas tasas de repetici¨®n, fracaso y abandono prematuro y, hace no tanto, la reducci¨®n sustancial del gasto p¨²blico, que lleg¨® a caer un 20 % por alumno. Esta cr¨ªtica situaci¨®n demanda una respuesta elaborada, ambiciosa y de amplio respaldo, lo que se ha dado en llamar un pacto por la educaci¨®n, pero no est¨¢ claro que progresemos en ello.
Cuando la crisis llev¨® al gobierno a los conservadores, recortaron, en parte porque hab¨ªa que recortar (no empezaron ellos), pero sobre todo avanzaron su agenda: segregaci¨®n temprana frente al fracaso, control administrativo v¨ªa rev¨¢lidas, mayor estratificaci¨®n interna del sistema y ofensiva ideol¨®gica. Ahora, con un gobierno en minor¨ªa, est¨¢ por ver si la oposici¨®n busca un acuerdo de largo plazo o solo sustituir la agenda ajena por la propia.
La huelga resulta m¨¢s que explicable y comprensible ante este fondo, pero parece m¨¢s pegada a una agenda particular que a las necesidades de todos. Por un lado, no le falta raz¨®n al ministro cuando afirma que para derogar una ley hay que tener otra, y esto no va a ser f¨¢cil. Por otro, se antoja miope revertir los recortes para volver a m¨¢s de lo mismo. M¨¢s contrataciones y oposiciones amortiguar¨¢n el problema del empleo, pero no solucionar¨¢n ning¨²n problema educativo de fondo. M¨¢s becas beneficiar¨¢n a esos cuatro de cada diez j¨®venes que acceden a la universidad, pero no a los otros seis. Los insiders (docentes y universitarios) han impuesto su agenda a los outsiders (el p¨²blico, los no universitarios).
Esto mismo apunta el doble filo de la otra gran reivindicaci¨®n: que el pacto no sea (solo) pol¨ªtico sino social. Debe hablar la sociedad, y ser¨ªa una gran ocasi¨®n para la democracia deliberativa, pero cuidado con que la voz de la comunidad escolar no vaya a ser del profesorado en vez las familias, los buenos alumnos en vez de los malos y los lobbies en vez de la sociedad. Veamos la huelga, que ni es el problema ni ser¨¢ la soluci¨®n, como una buena instant¨¢nea del paisaje.
Mariano Fern¨¢ndez Enguita es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid.
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