M¨®nica Carrillo y la bazofia machista disfrazada de columna de opini¨®n
Un art¨ªculo publicado en 'Las Provincias' sobre la periodista muestra el desprecio profesional hacia las mujeres y obliga a preguntarse sobre la responsabilidad de los medios
De las casi 1.000 palabras del art¨ªculo de Ram¨®n Palomar en Las Provincias sobre M¨®nica Carrillo, ninguna tiene desperdicio. Varias ideas de la Espa?a de asno y mondas de patata, unos cuantos lugares comunes y alg¨²n t¨¦rmino viejuno se convierten en una bazofia machista disfrazada de columna de opini¨®n. ¡°Hay algo en ella, esos p¨®mulos, esos ojos de avellana, ese tono moreno de piel, esas caderas de fuego, ese trasero pistonudo, como de india Pocahontas en versi¨®n palmeral de Elche¡±. Y eso es solo parte de un p¨¢rrafo.
La columna, publicada el pasado 2 de marzo en el diario valenciano a prop¨®sito del nuevo libro de Carrillo (El tiempo. Todo. Locura, Planeta, 2017), pas¨® desapercibida hasta que Politibot la tuite¨® el pasado 9 de marzo, y Jot Down le hizo retuit, poco antes, la presentadora de Cuatro Carme Chaparro escribi¨® una entrada en su blog defendiendo a su compa?era de profesi¨®n y Mar¨ªa Rey, compa?era tambi¨¦n de Carrillo en Antena 3, public¨® en su Twitter la carta que hab¨ªa enviado al director del diario valenciano y al autor del desprop¨®sito.
Todos muestran su desaprobaci¨®n en esos 140 caracteres. "Esto no es cuesti¨®n de ojos... ni de culos. As¨ª no", escrib¨ªa Rey. "El diario Las Provincias public¨® hace unos d¨ªas este art¨ªculo repugnante de Ram¨®n Palomar. ?Hasta cu¨¢ndo?", apuntaba Politibot, quien tambi¨¦n se preguntaba si "este es el periodismo que quieren Vocento y su consejero delegado en Las Provincias". Jot Down tecleaba "Trasero pistonudo es de cuando se hac¨ªa fuego por fricci¨®n"; y Carme Chaparro lo version¨® como si estuviese escrito sobre un hombre.
Una de las cuestiones es que, por lo general, no suele haber piezas de opini¨®n sobre el f¨ªsico y el deseo que provoca un presentador de informativos (hombre) ¡ª"La ilicitana de ojos de avellana enamora a la c¨¢mara y desde ella ejerce un efecto similar sobre el espectador", resume en la entradilla Palomar¡ª. Parece que hacerlo sobre una mujer no chirr¨ªa tanto, la cosificaci¨®n est¨¢ perfectamente integrada en la publicidad, en la televisi¨®n, en el cine, en la m¨²sica y en cualquier sector que requiera (o quiera) la aprobaci¨®n de un p¨²blico. Estereotipos que han ido fortaleciendo el mito de la belleza y que se han apropiado del cuerpo de la mujer, de la idea de la mujer e, incluso, del valor de la mujer.
M¨®nica Carrillo, que no tiene por qu¨¦ llevar el curr¨ªculo pegado a la frente (pero cualquiera puede hacer una b¨²squeda en Google), es una profesional de la televisi¨®n privada en un pa¨ªs democr¨¢tico en el a?o 2017 sometida a c¨¢nones, juicios y comentarios propios de un bar comarcal de carretera en los 80; aunque tampoco es tan sorprendente porque es exactamente as¨ª como empieza Palomar su sarta de desatinos machistas, recordando a una periodista de Canal Nou.
"Era perfecta, sencillamente perfecta. Tambi¨¦n era analfabeta, profundamente analfabeta. Me fascinaba su caso, pues la gente cre¨ªa que era una moza de gran talento e inteligencia. No sab¨ªa escribir y su capacidad para analizar cualquier suceso de la actualidad lindaba con la opini¨®n de un murci¨¦lago acerca de la inmensidad del cosmos, pero daba el pego que no veas. La colocabas delante de la c¨¢mara para leer las noticias y aquello funcionaba de perlas. Una vez apagados los focos, despojada del maquillaje, jam¨¢s le escuch¨¦ no ya una opini¨®n medianamente sensata, sino un comentario que escapase de la banalidad m¨¢s absoluta"
Asegura que no se puede meter a M¨®nica Carrillo en ese saco de "caras bonitas", pero ¨¦l no para de hacerlo, l¨ªnea tras l¨ªnea. Este periodista y escritor publica una opini¨®n que se supon¨ªa iba a ser sobre un libro, pero no llega al tema literario hasta la ¨²ltima parte del art¨ªculo, cuando avisa de que no se lo ha le¨ªdo, presume de ello y se atreve con algunas pullas que a ¨¦l han debido parecerle fin¨ªsimas. Durante los p¨¢rrafos anteriores aprovecha para poner en duda la val¨ªa de las profesionales de televisi¨®n cuando saltan a la literatura, insultar sin venir a cuento a una presentadora del extinto canal y exponer zafiedades sobre la comunicadora de Antena 3.
Un desprecio hacia sus aptitudes tan obvio que resulta dif¨ªcil no sentir esa ola de indignaci¨®n que llega cuando este nuevo tipo de misoginia se manifiesta, y que es f¨¢cil de detectar si le das la vuelta; exactamente lo que hizo Carme Chaparro en su blog, dirigir esos "piropos" a un hombre. Y s¨ª, resulta rid¨ªculo, por burdo, pero no deja de ser molesto y ofensivo; tambi¨¦n perturbador si a alguien le da por pensar que no est¨¢ muy claro qu¨¦ es peor, que este texto no haya pasado por ning¨²n editor, o que s¨ª lo haya hecho y a alguien le pareciese bien.
No hace ni dos d¨ªas que se celebr¨® el D¨ªa Internacional de la Mujer con manifestaciones masivas en cientos de ciudades de todo el mundo para visibilizar, se?alar y cuestionar la sociedad tremendamente desigual en la que vivimos. Los obst¨¢culos, la violencia, el silencio, el vac¨ªo al que est¨¢ sometida la mujer. La brecha salarial, los techos de cristal, el acoso callejero, las violaciones, los asesinatos, el esfuerzo doble para conseguir un trabajo, un puesto de direcci¨®n o un simple descanso. El pluriempleo de las madres, la prostituci¨®n, los micromachismos...
En todo eso hay una responsabilidad individual, colectiva, como sociedad, y en cualquier esfera de poder, como los medio de comunicaci¨®n. Usar un espacio period¨ªstico para una displicencia como esta es, al menos, una irresponsabilidad. Y si damos rienda suelta al lenguaje y leo algunos de los grupos de WhatsApp hablando de este tema, los adjetivos fluyen m¨¢s all¨¢ de un simple censurable: "impresentable", "inadmisible", "lamentable", "qu¨¦ verg¨¹enza", "estos deber¨ªan volver a su cueva", "no deber¨ªa poder publicarse algo as¨ª", "tendr¨ªa que poder ser penado", "vaya ascazo", o una buena pregunta como "?este t¨ªo de d¨®nde sale?".?
Este t¨ªo sale de cualquier parte, porque en cualquier parte siguen existiendo t¨ªos que piensan que es una buena idea hablar sobre una periodista con casi dos d¨¦cadas de experiencia refiri¨¦ndose a su culo, a sus ojos, a las pasiones sexuales que levanta o hablando de la imagen de fertilidad que le provoca ¡ª"aunque todav¨ªa no ha sido madre ni parece tener prisa en tal menester", remata este entendido sobre decisiones de maternidad en un ejercicio de neomachismo¡ª.
Algo contra lo que Carrillo debe haber empezado a hacer callo; hace algo m¨¢s de un mes, Pablo Motos (por cierto, compa?ero de Ram¨®n Palomar a mediados de los 90 en un espacio llamado Megacine en la Radiotelevisi¨®n Valenciana) la entrevist¨® en El Hormiguero, llevando el programa a una especie de sketch a lo Paco Mart¨ªnez Soria con continuas e insistentes preguntas, si llevaba bikini o ba?ador en verano y de qu¨¦ color era, o la frase con la que empez¨® el programa: "T¨² eres un mito er¨®tico y lo sabes, yo hay veces que veo las noticias y si est¨¢ el volumen bajado las sigo viendo igual, estoy encantado de salgas en la televisi¨®n".
El pasado mi¨¦rcoles, en la marcha del 8 de marzo en Madrid, hab¨ªa una chica sujetando una pancarta que dec¨ªa: "Lo contrario de ser feminista es ser gilipollas". M¨®nica Carrillo, ese mismo d¨ªa, tuiteaba la imagen de otro cartel parecido: "Lo contrario al feminismo es la ignorancia". No es muy probable que lo colgara en la red social pensando en el autor de la columna de opini¨®n, pero quiz¨¢s s¨ª en esa falta de cultura que perpet¨²a el machismo. Como dice Palomar en su propio art¨ªculo, "los humanos, ya sabemos, somos rastreros, viles y mezquinos (bueno, unos m¨¢s que otros)".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.