La corrupci¨®n era una bomba de efectos retardados
Espa?a vive una realidad paralela: va bien para unos pero la mayor¨ªa percibe la precariedad
Sin llegar a utilizar el famoso lema de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar (Espa?a va bien), Mariano Rajoy y su Gobierno nos han bombardeado con la idea de que el crecimiento econ¨®mico de Espa?a permite crear varios cientos de miles de empleos por a?o, superando as¨ª la ominosa herencia de los Gobiernos de Zapatero. Luego llega el CIS y ducha con agua fr¨ªa tan dulces perspectivas, al mantener, en el ¨²ltimo sondeo como en los anteriores, que el paro contin¨²a siendo la principal preocupaci¨®n de los espa?oles. El boca a boca tiene m¨¢s fuerza que los argumentarios pol¨ªticos, puesto que la mayor¨ªa de los ciudadanos sabe de la precariedad y bajos salarios que frecuentemente se esconden tras las g¨¦lidas cifras de los contables del empleo.
Tenemos ah¨ª un ejemplo de realidad paralela, de una Espa?a que se vive de diferente manera seg¨²n la posici¨®n de cada cual en el terreno de juego. Pero no es el ¨²nico. Sin llegar a los niveles de inquietud por el paro, el CIS asegura que crece la inquietud por la corrupci¨®n y la mala situaci¨®n pol¨ªtica. El sondeo se hizo tras el juicio por las tarjetas black y en pleno proceso del caso G¨¹rtel, a lo cual han seguido la sentencia sobre la Infanta Cristina y su marido, el forcejeo en torno al presidente de Murcia, las presuntas pruebas de la financiaci¨®n ilegal del PP de Madrid o las abrumadoras declaraciones de los exresponsables del Palau de la M¨²sica implicando a la antigua Converg¨¨ncia. Con las pantallas llenas de estos temas, al igual que los peri¨®dicos, las nuevas webs y las redes sociales, de nuevo estamos ante otra realidad paralela a la que aventan los partidos gobernantes, tanto de Catalu?a como del conjunto de Espa?a, decididos a negar lo que pueden o residenciar lo ocurrido en un pasado remoto como si una esponja lo hubiera borrado.
No hay que preocuparse solo de la imagen corrupta que Espa?a proyecta hacia el exterior, sino del deterioro de la moral p¨²blica de los ciudadanos, de los votantes, a causa de la pasividad para atajar los casos de corrupci¨®n personal de los pol¨ªticos (no la mayor¨ªa, por supuesto) y la promovida para financiar a los partidos. Que a todo esto contin¨²an recibiendo el man¨¢ de los contribuyentes a las arcas p¨²blicas: el Gobierno acaba de conceder 53 millones de euros en subvenciones a las organizaciones pol¨ªticas, solo en concepto de ¡°ayuda anual estatal¡±, aparte del reembolso de gastos que se les hace en los periodos de elecciones.
Que la ciudadan¨ªa pague el sostenimiento de los partidos con sus impuestos y que compruebe la catarata de presuntos o probados saqueos no es solo un problema penal sino, sobre todo, la evidencia del escaso inter¨¦s demostrado por respetar a la ciudadan¨ªa y de no alentarla a que haga otro tanto, cada cual seg¨²n sus posibilidades. Realidad paralela: Espa?a va bien para unos, necesita mirar al futuro y darse plena cuenta del proceloso mundo que nos circunda; pero la corrupci¨®n pol¨ªtica era una bomba de efectos retardados y de poco ha servido retrasarla al m¨¢ximo.
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