Referendos sentimentales, no gracias
Someter a consulta cuestiones de alto valor emocional sin otras consideraciones es una irresponsabilidad
Dec¨ªa un ciudadano ingl¨¦s que, entre todos los reveses electorales que est¨¢ viviendo la democracia y el mundo en estos d¨ªas, el peor es el Brexit porque, a diferencia de Trump, no se cura en cuatro a?os.
En las decisiones pol¨ªticas hay y debe haber ideolog¨ªa, razones legales y t¨¦cnicas que las avalen y tambi¨¦n sentimientos. Y gobernar es conjugar arm¨®nicamente todos los elementos en aras del inter¨¦s de los ciudadanos.
Someter a refer¨¦ndum cuestiones de alto valor emocional sin una preparaci¨®n t¨¦cnica suficiente, sin embargo, no es la mejor forma de desempe?ar la democracia. Lo llaman democracia directa, s¨ª, pero eso no significa que sea representativa. O participativa. Lo aclara David Van Reybrouck, un arque¨®logo belga que acaba de publicar en Espa?a Contra las elecciones. C¨®mo salvar la democracia (Taurus), un atrevido ensayo sobre la fatiga de materiales que vive la democracia al convertirse en una cita cuatrianual rutinaria solo animada de cuando en cuando por alg¨²n refer¨¦ndum, en general, equ¨ªvoco.
La comunicaci¨®n en nuestra sociedad se ha vuelto inmediata, instant¨¢nea, pero la pol¨ªtica no ha evolucionado al mismo ritmo y someter cuestiones de alta importancia sentimental como salir de la Uni¨®n Europea a un s¨ª o no sin matices es una irresponsabilidad. Sostiene.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si pregunt¨¢ramos por la pena de muerte para los violadores, por el cierre de fronteras a los musulmanes o el fin de los impuestos? Las consideraciones que deben tenerse en cuenta en grandes decisiones son demasiado amplias como para simplificar cuestiones vitales que deben incluir an¨¢lisis m¨¢s concienzudos sobre su trasfondo legal, econ¨®mico o el bien com¨²n.
En el caso del Reino Unido, los votantes de mayor edad se movilizaron e inclinaron la balanza hacia la salida de la Uni¨®n Europea, una circunstancia que heredar¨¢n los m¨¢s j¨®venes sin que nadie pueda garantizar ya que el pueblo brit¨¢nico vuelva al pasado que a?oran. En el caso de Escocia, el no a la independencia gan¨® en 2014 por 10 puntos frente al s¨ª en un refer¨¦ndum pactado con Londres. ?Es suficiente para dejar posarse el polvo una temporada, como ha ocurrido en Canad¨¢? Uno dir¨ªa que s¨ª, pero las cosas han cambiado y la l¨ªder escocesa plantea un segundo refer¨¦ndum que permita una independencia que les mantenga vinculados a la UE. Es decir, una entelequia, ya que un nuevo pa¨ªs deber¨¢ negociar su ingreso desde cero.
Los sentimientos no deben ser los ¨²nicos consejeros. Van Reybrouck relata procesos de refer¨¦ndum en los que antes se han producido debates amplios y organizados sobre las implicaciones t¨¦cnicas y legales de una decisi¨®n, como ocurri¨® en Irlanda con el matrimonio gay. La conservadora y cat¨®lica Irlanda lo aprob¨® tras esos procesos que este libro define no como democracia directa, sino participativa. Interesante cuesti¨®n.
?En una versi¨®n anterior Van Reybrouck estaba identificado err¨®neamente como antrop¨®logo.
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