Cuando despert¨®, las armas at¨®micas segu¨ªan all¨ª
El mundo multipolar y desequilibrado al que vamos es terreno abonado para los traficantes de ¨¢tomos
Apenas un poco m¨¢s de tiempo del que necesita el lector para acabarse este art¨ªculo es el plazo del que dispone el presidente de EE?UU para ordenar una respuesta nuclear ante un ataque del mismo tipo. Puede sucederle en cualquier lugar y en cualquier momento durante el tiempo en que ocupe el cargo. Una tarjeta con los c¨®digos de lanzamiento es el ¨²ltimo objeto del que se deshizo Barack Obama el pasado 20 de enero y el primero que recibi¨® Donald Trump. De hecho, jur¨® con ella en el bolsillo.
De los 7.000 millones de habitantes del planeta apenas una ¨ªnfima parte ha vivido alguna vez sin que existieran las bombas at¨®micas. Pero un ampl¨ªsimo n¨²mero de personas simplemente se han olvidado de su existencia. La Guerra Fr¨ªa y el temor que esta provocaba han terminado y tambi¨¦n ha dejado de hablarse de avances relacionados con estas armas. ?Recuerda alguien la bomba de neutrones? Pues no solo sigue existiendo sino que ha sido perfeccionada. Varios pa¨ªses la poseen. Tambi¨¦n est¨¢n las bombas de pulso electromagn¨¦tico capaces de mandar al garete en segundos la sociedad electrificada en que vivimos. Encima, ya no hay que probar estas armas como anta?o. Hay pa¨ªses con arsenal nuclear que jam¨¢s han realizado una explosi¨®n.
Y no es necesario que haya malos en esta historia. Somos humanos y los errores abundan. Seg¨²n el Departamento de Defensa de EE?UU solo entre 1950 y 1980 se produjeron 32 incidentes graves con armas nucleares de por medio. En uno de 1979 una simulaci¨®n metida en un ordenador fue tomada por verdadera y el mundo estuvo a minutos de vivir la III?Guerra Mundial. S¨ª, como en la pel¨ªcula Juegos de guerra. El peor, tal vez, fue en 1980 el llamado Incidente Damasco. En un silo de Arkansas se produjo una fuga de combustible altamente inflamable de un misil armado con una cabeza termonuclear 600 veces m¨¢s poderosa que la bomba de Hiroshima. Durante nueve horas varios militares arriesgaron la vida para arreglar el desaguisado y evitar la cat¨¢strofe.
Pero no hace falta remontarse 30 a?os atr¨¢s. Bastan 10. En 2007 un bombardero B-52 ten¨ªa que transportar 12 anticuados misiles con capacidad nuclear a un desguace militar. Seis de ellos llegaron a su destino con sus cabezas at¨®micas cargadas, cada una de ellas 10 veces m¨¢s potente que la de Hiroshima. Y en noviembre de 2010 50 misiles armados con cabezas nucleares y listos para disparar desde sus silos en EE?UU desaparecieron durante una hora de las pantallas de quienes deb¨ªan controlarlos. Obama orden¨® investigar a fondo ante el temor de que el sistema de lanzamiento nuclear hubiera sido hackeado.
Pero el verdadero peligro no estriba en quienes cometen errores o se han olvidado de las armas nucleares, sino en quien sue?a con ellas. Y esta es una realidad ante la que cerrar los ojos es peligros¨ªsimo. El mundo multipolar y desequilibrado al que vamos es terreno abonado para los traficantes de ¨¢tomos y los compradores de sue?os de grandeza. Lo preocupante de verdad no es la tarjeta que lleva Trump (o Putin) sino la que se vende en el bazar de la geoestrategia.
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