Londres
Pelayo es 'millennial' y yo de Pet Shop Boys. T¨ªpicos contrastes de los que se nutre la televisi¨®n

El lunes o¨ª a Theresa May decir: ¡°Reino Unido somos cuatro naciones pero un solo pueblo¡±. Despu¨¦s, callejeando por Westminster en Londres me dio la impresi¨®n de que eso es lo contrario de lo que opina Mariano Rajoy sobre Espa?a: que es una naci¨®n con cuatro pueblos. Reconozco que est¨¢bamos animados, ven¨ªamos de la Tate Britain, que ofrece una retrospectiva de David Hockney por sus 60 a?os de carrera. Es una de las exposiciones del a?o: ese principio, lleno de humor y rebeld¨ªa, donde Hockney coqueteaba con la reivindicaci¨®n gay y la abstracci¨®n a partes iguales. Tonteaba con iron¨ªa: medio cuadro abstracto y el otro medio figurativo. Hasta que se dio cuenta de que le quedaba quiz¨¢s demasiado Bacon y se enfil¨® hacia la figuraci¨®n, su mayor don. Junto con su frescura, ese amor a la vida y al color pintados con genialidad y estilo. A la aventura se le sum¨® el deleite cuando, de repente, rodeados de cuadros con piscinas, entraron, en silencio, los Pet Shop Boys. S¨ª, juntos, Neil Tennant y Chris Lowe, confundidos entre los visitantes y regalando a la sala ese aire de momentazo pop. Mi marido y yo estuvimos muy comedidos, no nos pegamos a ellos, tampoco nos alejamos. La gente en la galer¨ªa actu¨® igual para impedir que se asustaran y se marcharan volando. Es la manera de ser londinense, civilizada. Cuando Chris y Neil necesitaron pasar por un estrecho pasillo hacia la siguiente sala retroced¨ª dos pasos para dejarlos avanzar. Como si fueran arist¨®cratas del talento o grandes damas del teatro.

El Brexit ya se nota en Londres. Hay menos tr¨¢fico. Esa excitaci¨®n pululante, gente joven vestida tan a la ¨²ltima moda que parece nost¨¢lgica, sorprendi¨¦ndote cada minuto, ha disminuido. Pero los conciertos, las exposiciones en museos y galer¨ªas siguen siendo brillantes, hipn¨®ticos. El grupo de Sussex, los amigos de Virginia Woolf, se ha vuelto a reunir en una de las mansiones secretas de la ciudad, Temple Place, y te rodean mientras descubres su formidable escalera o el aut¨¦ntico sof¨¢ Mae West Lips dise?ado por Dal¨ª y Edward James. La ¨¦pica exposici¨®n sobre el arte ruso posterior a la Revoluci¨®n, que en octubre cumple 100 a?os, fue un regalo de la Royal Academy que me hizo olvidar que esta semana termina el docureality sobre las Campos. Siempre he sentido admiraci¨®n por la l¨ªder del clan, Mar¨ªa Teresa Campos, por eso acud¨ª a la pen¨²ltima entrega del programa. Llevaba casi un a?o sin pisar Telecinco, que ahora los viernes est¨¢ infestado de blogueros y medidores de audiencia. Es un tipo de personas que antes no ve¨ªas. La bloguerita que me toc¨® me hizo una entrevista sobre lo que pensaba que deber¨ªa vestir Pelayo en la isla donde podr¨ªa participar en Supervivientes. Recomend¨¦ unos caftanes pero Pelayo, que esta m¨¢s a la moda que nadie, insisti¨® en kimonos y speedos. Defiendo el caft¨¢n en la playa porque te protege un poco m¨¢s del sol y es de algod¨®n, mientras que la crujiente seda del kimono puede asfixiarte en esas humedades. Ya con los escaparates de Zara llenos de kimonos, Pelayo hizo un moh¨ªn de que apuntar¨ªa mi sugerencia y fue cuando detect¨¦ el porqu¨¦ nos hab¨ªan invitado juntos. Pelayo es millennial y yo de Pet Shop Boys. T¨ªpicos contrastes de los que se nutre la televisi¨®n.

Antes de ir a Telecinco pas¨¦ por Embassy, el sal¨®n de t¨¦ que ser¨¢ clausurado por la aplanadora inmobiliaria y el liberalismo, a picar algo. El d¨ªa antes, un grupo de madrile?os se hab¨ªa manifestado contra el cierre con mucho salero. Eugenia Silva y yo nos tomamos selfies como si estuvi¨¦ramos en un nuevo templo de Debod. El alboroto en la tienda era considerable, gente de Santander y Albacete se hac¨ªan fotos con la ensaladilla rusa, los s¨¢ndwiches y el hist¨®rico emblema de la tienda.
Asist¨ª a todo este jaleo mientras le¨ªa una carta al director que destacaba con asombro la expresi¨®n ¡°contabilidad extracontable¡±, que us¨® durante su declaraci¨®n el extesorero del Partido Popular, Luis B¨¢rcenas. Es el tipo de eufemismo que termina por fascinarnos, ?contabilidad extracontable!, una manera diplom¨¢tica y dulce, como de Embassy, de referirse a la caja B. Ese algo que fastidia tanto como ese armario o trasto que en la casa familiar lleva a?os molestando en un pasillo y del que no consigues deshacerte. Pero que, al menos, puede servirnos para explicar estos tiempos indigestos que nos toca contar.
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