?Eres orgulloso? El precio que pagas
El orgullo est¨¢ relacionado con la autoestima. Cuando esta se ve da?ada por alg¨²n motivo, se despierta como un chaleco antibalas
Si hay una emoci¨®n poderosa, esa es el orgullo. Campa por sus anchas en las empresas, en las relaciones personales y por supuesto, en la pareja. Tiene su lado amable, pero cuidado, su cara negativa resulta muy poco pr¨¢ctica. Veamos qu¨¦ podemos hacer cuando somos ¡°orgullosos sin sentido¡± (o cuando otros lo son).
¡°A Dios pongo por testigo de que no volver¨¦ a pasar hambre" dijo Scarlett O'Hara, m¨ªtico personaje de la pel¨ªcula ¡°Lo que el viento se llev¨®¡±. Su personaje era caprichoso a m¨¢s no poder pero en un momento de penuria, se promete a s¨ª misma resolver su situaci¨®n y se l¨ªa la manta a la cabeza. Fue un ejemplo de manual de ¡°despertar el orgullo para tomar una determinaci¨®n que te cuesta¡± y esta es una de las versiones amables de esta emoci¨®n.
Cuando nos pican el orgullo, nos ponemos las pilas. De hecho, es una t¨¦cnica que a veces utilizan los entrenadores y que se ve en las pel¨ªculas. No es especialmente recomendable, pero a veces tiene su ¨¦xito. Existe otra situaci¨®n en la que el orgullo resulta tambi¨¦n positivo en su justa medida, cuando lo sentimos por algo o por alguien. Y si no, que se lo digan a los fans de un equipo de f¨²tbol o a los padres que est¨¢n entusiasmados viendo a sus hijos hacer alguna proeza. Tambi¨¦n podemos estar orgullosos de nosotros mismos, cuando terminamos un trabajo que parec¨ªa infinito o sencillamente, conseguimos que no se nos queme un plato en el horno. Cada cual tiene un list¨®n personal. Pero por estas cosas el orgullo no estar¨ªa en la diana de las emociones poco recomendables. Junto con su lado amable, convive otro bien negativo, que nos hace da?o y que nos ayuda a ganar el premio de ¡°seres con poco sentido com¨²n¡±. O si no, piensa ?qu¨¦ cosas no has hecho por orgullo aunque lo desearas?
El orgullo est¨¢ relacionado con la autoestima. Cuando esta se ve da?ada por alg¨²n motivo, se despierta como un chaleco antibalas. Aunque su intenci¨®n sea buena, es dif¨ªcil conectar con la otra persona o con uno mismo desde ese lugar, porque lo que se esconde detr¨¢s es uno de nuestros peores miedos: el rechazo a no estar a la altura, a que no nos quieran¡ Es una respuesta inconsciente, pero que desgraciadamente a la larga, da?a mucho. El orgulloso tiene mucha dificultad para ser flexible, para cuestionarse o para recular ante un error. La palabra perd¨®n o el hecho de reconocer ¡°una aparente debilidad¡± se le atraganta. Y desde ah¨ª, va aguantando los d¨ªas y es incapaz de ceder. Por eso, esta actitud arrogante nos hace pagar un precio elevado: la soledad. As¨ª somos muchas veces, pero la buena noticia es que podemos salir de ello.
Lo primero que tenemos que preguntarnos: ?cu¨¢l es nuestro objetivo vital, tener la raz¨®n o ser felices? Si nos obcecamos por lo primero, podremos quedarnos solos demostrando una y otra vez que el resto del mundo es el responsable de lo que nos duele. Pero desde ah¨ª, no se avanza y encima, nos quedamos peor. Por ello, no es una decisi¨®n precisamente pr¨¢ctica. La mejor inteligencia es aquella que nos ayuda a tomar decisiones adecuadas y a veces, es preferible pasar un momento en el que te escuece una palabra (como pedir perd¨®n o reconocer un error) que tirarte los d¨ªas aguantando por orgullo.
?Cu¨¢l es nuestro objetivo vital, tener la raz¨®n o ser felices? Si nos obcecamos por lo primero, una y otra vez, nos quedaremos solos
Lo segundo y lo m¨¢s importante, necesitamos honestidad profunda. Detr¨¢s de los arranques de orgullo que nos da?a, hemos de reconocer que lo que hay es dolor o miedo, miedo a sentirnos solos, al rechazo o a la cr¨ªtica. Desde la sinceridad crecemos y podemos avanzar. Hablar en t¨¦rminos de orgullo nos distancia a¨²n m¨¢s de los otros y de nosotros mismos (recordemos, el chaleco antibalas puede llegar a asfixiarnos). Cuando reconocemos que algo nos duele y no soltamos lo primero que nos dicta el orgullo, podemos entablar una conversaci¨®n sincera con el otro y con uno mismo.
?Y qu¨¦ hacer cuando la persona que tenemos enfrente hace gala del orgullo en su peor faceta? Una vez m¨¢s, necesitamos cambiar el punto de vista. Si en vez de contemplarle desde esa respuesta exagerada, comprendemos que es una persona que est¨¢ herida y que no tiene mejores recursos, podremos entablar una conversaci¨®n m¨¢s honesta. Pero si el otro se niega a ello porque el orgullo le puede, lo mejor es que sea el tiempo quien le ayude a entrar en raz¨®n.
En definitiva, todas las emociones tienen un por qu¨¦. El orgullo presenta su lado amable cuando nos ayuda a superarnos o cuando sentimos satisfacci¨®n por otros o por nosotros mismos. Sin embargo, tiene tambi¨¦n una mala versi¨®n de s¨ª misma, cuando el orgullo act¨²a como unos zancos que elevan a una autoestima debilitada. Desde ese lugar, es dif¨ªcil sentirse bien con uno mismo.
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