Regular la eutanasia
Las fuerzas pol¨ªticas deben consensuar una ley que permita ayudar a morir
![Jose Antonio Arrabal, enfermo de Esclerosis Lateral, en su casa, antes de tomar una dosis letal de Pentobarbital.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SAPZ7WGGPXQC44P2LX7JWE46LM.jpg?auth=fd42b331d53eb75d6133c058f69bb99dc967fa3e2824883ca35dfa93e8110031&width=414)
El suicidio de Jos¨¦ Antonio Arrabal, enfermo de ELA, de forma clandestina, en soledad, sin su familia y mucho antes de lo que ¨¦l hubiera deseado, interpela a la sociedad espa?ola sobre la necesidad de regular la eutanasia y el suicidio asistido. El v¨ªdeo que grab¨® en el momento de su muerte, que este diario ha ofrecido por el extraordinario valor informativo del testimonio, muestra una realidad que no se puede seguir ignorando. La ausencia de regulaci¨®n hace que quienes desean evitar un final doloroso y degradante, como Jos¨¦ Antonio Arrabal, se suiciden mucho antes de lo que lo har¨ªan por miedo a perder el control y no poder hacerlo m¨¢s tarde, cuando su enfermedad progrese.
La sociedad espa?ola est¨¢ preparada desde hace tiempo para asumir una regulaci¨®n que libere a quienes sufren una patolog¨ªa incurable y grandes sufrimientos de la obligaci¨®n de vivir a cualquier precio. Forzarles a vivir cuando desean morir resulta cruel e impropio de una sociedad compasiva. Todas las encuestas realizadas corroboran que la regulaci¨®n de la muerte m¨¦dicamente asistida en casos de enfermedad incurable y a petici¨®n del paciente goza de un amplio apoyo ciudadano.
Recientemente se han presentado diferentes iniciativas legislativas, tanto en el Congreso de los Diputados como en parlamentos auton¨®micos, que abogan por despenalizar la ayuda a morir. Las fuerzas pol¨ªticas deben abordar este asunto y abrir el debate, pero no para dilatar o eludir el compromiso, como ha ocurrido otras veces, sino para desvanecer dudas y alumbrar una regulaci¨®n que concite el m¨¢ximo consenso. Por la experiencia de pa¨ªses como B¨¦lgica y Holanda, que tienen leyes de eutanasia aprobadas hace m¨¢s de 15 a?os, sabemos que el n¨²mero de personas susceptibles de solicitarla es relativamente bajo, pero esta no es una cuesti¨®n de cifras, sino de dignidad y libertad. De extensi¨®n de los derechos individuales, lo que para estas personas es algo muy importante. Este diario ha abogado ya en ocasiones anteriores por la regulaci¨®n y ahora insistimos en la urgencia de hacerlo, pues cada vez hay m¨¢s casos y es mejor que tengan cobertura y control legal.
La regulaci¨®n de la eutanasia y el suicidio asistido no entra en contradicci¨®n, sino todo lo contrario, con la necesidad de garantizar cuidados paliativos. Es un derecho de la ciudadan¨ªa poder morir bien y no ser v¨ªctima del encarnizamiento terap¨¦utico que supone verse sometido a medidas de soporte vital f¨²tiles que lo ¨²nico que hacen es prolongar la agon¨ªa. La ley de Autonom¨ªa del Paciente reconoce al enfermo el derecho a rechazar tratamientos. Diferentes autonom¨ªas han regulado los requisitos m¨¦dicos de una buena muerte. Una ley estatal de muerte digna como la que ahora se tramita en el Congreso puede facilitar su generalizaci¨®n, pero no debe servir de pretexto para no abordar, con rigor y sin apriorismos ideol¨®gicos, la despenalizaci¨®n de la eutanasia y la ayuda al suicidio. Esta regulaci¨®n debe ir acompa?ada, en todo caso, de una ley de acceso universal a los cuidados paliativos para que nadie pueda desear morir porque no est¨¦ bien atendido. Es comprensible que la regulaci¨®n despierte inquietudes, pero el peligro de un mal uso puede ser conjurado con estrictos controles y mecanismos de supervisi¨®n.
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