Hombres y mujeres en el Supremo americano
Sonia Sotomayor se ha colocado en la primera l¨ªnea del frente contra la "revoluci¨®n conservadora"
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Lo primero que llama la atenci¨®n cuando se examina la composici¨®n del Tribunal Supremo de Estados Unidos, encargado de interpretar la Constituci¨®n, no es ya que exista una mayor¨ªa de jueces conservadores, cinco a cuatro, sino que los cinco Justices conservadores son hombres, y entre los cuatro liberales, hay tres mujeres.
Si alguien va a representar mejor que nadie al sector conservador es el reci¨¦n nombrado Neil Gorsuch, de 49 a?os, un hombre blanco, de clase media alta (su padre fue miembro del Parlamento de Colorado, y su madre, alta funcionaria), casado con una campeona ecuestre inglesa, a la que conoci¨® en Oxford. Y si alguien representa bien al sector liberal es Sonia Sotomayor, de 62 a?os, una mujer latina, hija de trabajadores puertorrique?os, que creci¨® en la peor zona del Bronx neoyorquino.
Sotomayor es el mejor ejemplo para oponer a Neil Gorsuch es porque es una jurista excepcional
No quiere decirse que los jueces conservadores procedan, todos, de familias ricas, y los liberales, de medios pobres. El conservador Clarence Thomas, negro, naci¨® en Georgia, hijo de un campesino y de una criada. Y los padres de la liberal Elena Kagan fueron un abogado y una profesora de Nueva York. Si Sonia Sotomayor es el mejor ejemplo para oponer a Neil Gorsuch es porque es una jurista excepcional, muy combativa, que defiende, casi, lo contrario que Gorsuch, empezando porque rechaza la interpretaci¨®n ¡°originalista¡± de la Constituci¨®n, mientras que su nuevo colega es un f¨¦rreo seguidor de ese principio. Muchos especialistas opinan que Sotomayor ha encarnado todos estos a?os, mejor que nadie, el patr¨®n del voto progresista, en la l¨ªnea de su famoso predecesor Thurgood Marshall, uno de los Justices m¨¢s relevantes de la historia de Estados Unidos.
Seg¨²n un curioso estudio publicado hace meses en la web Quartz, las mujeres no escapan a la costumbre de ser constantemente interrumpidas por los hombres, ni tan siquiera cuando son miembros del Tribunal Supremo. El r¨¦cord de interrupciones por colegas varones lo tiene, precisamente, Sotomayor, que lo fue 41 veces cuando hablaba en p¨²blico. Tampoco se libraron la estoica Ruth Bader (interrumpida 11 veces por un mismo colega var¨®n) o Elena Kagan (10 veces). En el mismo periodo de tiempo (las sesiones del Tribunal en 2015), esos mismos Justices solo interrumpieron a uno de sus colegas varones en dos ocasiones. Y las tres mujeres miembros del Tribunal no interrumpieron m¨¢s que en cuatro ocasiones.
El fen¨®meno m¨¢s exasperante en el Tribunal Supremo, afirmaban los autores del estudio, es el constante mansplaining que sufren las Justices mujeres y, especialmente, Sonia Sotomayor. (La palabra inglesa es un neologismo para expresar la man¨ªa de muchos hombres de explicar algo a las mujeres, con independencia de si ¨¦l no sabe sobre el tema y de si su interlocutora es una especialista. Existen ya pegatinas con ¡°las diez palabras que toda mujer deber¨ªa saber: ¡®Deja de interrumpir¡¯, ¡®Acabo de decirlo¡¯ y ¡®No me des explicaciones¡±).
Los autores insisten en que no se trata de un problema de groser¨ªa, sino de un modelo que termina por reducir la influencia de las mujeres en el Tribunal Supremo. Por eso es tan importante la actitud, el genio y la fuerza de Sonia Sotomayor, dispuesta a soportar 41 interrupciones sin perder el hilo de lo que quiere decir y defender. Al fin y al cabo, muchas de las sentencias del Tribunal Supremo de Estados Unidos terminan teniendo influencia en todas las democracias del mundo. En t¨¦rminos generales, se puede decir que la prolongada mayor¨ªa conservadora que ha dominado la Corte en los ¨²ltimos a?os ha ayudado a enraizar lo que ya se conoce, dentro y fuera de EE UU, como la ¡°revoluci¨®n conservadora¡±. En primera l¨ªnea del frente contra esa revoluci¨®n est¨¢ Sonia Sotomayor.
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