Y Dios en la de todos
Las religiones aspiran a definir la realidad para as¨ª poder controlarla
Hoy, como tantos otros d¨ªas, la religi¨®n entra en nuestras casas. No siempre lo hace de manera sol¨ªcita, y no en todas ocasiones podemos optar por esquivarla. Las religiones, particularmente las monote¨ªstas, han sido siempre un proyecto de hegemon¨ªa cultural. Aspiran a definir la realidad para as¨ª poder controlarla. En no poca medida, la modernidad consisti¨® en una lucha contra esa intenci¨®n. Es una lucha que no ha terminado todav¨ªa, y por eso la religi¨®n a¨²n se cuela en nuestros hogares. Ahora, convertida m¨¢s bien en un lobby, pelea por mantener su espacio en la batalla simb¨®lica que caracteriza a las sociedades abiertas.
Era ¨¦sta una guerra que el cristianismo ha venido perdiendo poco a poco, siglo a siglo, hasta que en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha topado con la posibilidad inesperada de aplicar una nueva estrategia: atarse a sus viejos enemigos, herederos de la Ilustraci¨®n, afirm¨¢ndose aliados de Occidente (?incluso piedra angular!) frente a la supuesta amenaza que viene de Oriente. Es parad¨®jico, pero al mismo tiempo es casi su ¨²nica v¨ªa de salvaci¨®n. Y mientras el ala conservadora se siente c¨®moda en esta defensa de un conjunto de valores inamovible, el liberalismo deber¨ªa desconfiar de sus antiguos adversarios.
Frente a los intentos del cristianismo por sobrevivir, la actual vanguardia de la izquierda ha decidido conformar una nueva cosmovisi¨®n con aspiraciones hegem¨®nicas. Para ello, entran de lleno en la batalla simb¨®lica sin tener en cuenta que la religi¨®n iba perdiendo hasta ahora porque, si en algo ha sido eficaz el proyecto occidental, ha sido precisamente en romper el monopolio de la verdad. De hecho, su efectividad ha sido tal que ahora mismo cada individuo tiende a encerrarse en su c¨¢mara de eco particular, donde tiende a recibir mensajes que confirman su punto de vista.
Por eso, quiz¨¢s la nueva izquierda s¨®lo desea mantener un feudo con su propia verdad y un cierto n¨²mero de ac¨®litos, defendi¨¦ndose a ultranza de los ataques externos. Como el cristianismo en su ocaso, m¨¢s o menos. Porque lo m¨¢s probable es que ni Dios ni nadie est¨¦ ya en todas nuestras casas al mismo tiempo. @jorgegalindo
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.