¡®Liberty Valance¡¯, cuando el cine era un arte mayor
No es una pel¨ªcula pol¨ªtica; demuestra la grandeza con que se puede mostrar en pantalla emociones muy complejas
Quiz¨¢, no lo s¨¦; no soy psic¨®logo. A lo mejor estoy envejeciendo¡±. Esto es lo que contest¨® John Ford a Peter Bogdanovich cuando ¨¦ste le pregunt¨® por que la imagen del Oeste en El hombre que mat¨® a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance, 1962) era tan triste. La respuesta radiograf¨ªa la personalidad de Ford: hosco, pragm¨¢tico, proclive a la ira, borracho a plazo fijo, t¨ªmido y, a pesar de todo su despliegue coactivo con el entorno, socialmente torpe. Cuenta Jim MacBride que, durante el rodaje de Mogambo, Ford le lanz¨® a Ava Gardner uno de sus gru?idos. ¡°No s¨¦ que le has visto a a un italiano delgaducho de 50 kilos [Frank Sinatra]¡±. ¡°Tienes raz¨®n, John, pero es que son 50 kilos de polla¡±. Jung no dudar¨ªa en situar a Ford en la categor¨ªa de Intravertido-Intuitivo y a Ava Gardner en el de Extrovertido-Sentimental.
El 13 de abril de 1962 se estren¨® El hombre que mat¨® a Liberty Valance; ayer se cumplieron 55 a?os, lo cual si bien no da para construir un aniversario es motivo suficiente para recordar que hubo un tiempo en el que se pod¨ªa creer en el cine como arte mayor. Liberty Valance es seguramente uno de los tres mejores westerns de la histor¨ªa (los otros dos tambi¨¦n deben ser de Ford) y una de las mejores pel¨ªculas que se han rodado jam¨¢s. Llama la atenci¨®n la importancia que se ha concedido a su mensaje pol¨ªtico; The Shinbone Star, el diario dirigido por Dutton S. Peabody (un inmenso Edmond O'Brien), es el ejemplo recurrente cuando se quiere emocionar al lector con la defensa de la libertad de prensa. El conflicto entre grandes y peque?os ganaderos enfrenta un un mundo hobbesiano con la idea de la ley como un orden para todos (el abogado Ransom Stoddard, un Jimmy Stewart tan imponente como siempre).
Pero la ocultaci¨®n de uno de los focos del conflicto ¡ªde los grandes ganaderos s¨®lo se ve con claridad su brazo armado, Liberty Valance, un desaforado Lee Marvin como en sus mejores tiempos y sus dos secuaces¡ª revela que no es una pel¨ªcula pol¨ªtica. La fuerza de Liberty Valance est¨¢ en su deslumbrante planificaci¨®n. Basten tres secuencias (entre muchas) para mostrar la grandeza con que se pueden mostrar emociones complejas.
En la cocina del restaurante, Tom Doniphon (?y que alguien pudiera decir de John Wayne que era un mal actor?) deambula absorto tras Hallie (Vera Miles, el ojo derecho de Ford), de forma que el espectador sabe de inmediato que est¨¢ enamorado de ella y que ella sabe que lo est¨¢... pero no acepta lo que se da por sentado. En el comedor, Liberty zancadillea a Ramson y pone en marcha un plano sostenido electrizante, milim¨¦trico, entre ¨¢quel y Tom, donde el espacio esc¨¦nico entre ambos se convierte en una trinchera de tensi¨®n pocas veces igualada en cine. La flor de cactus, que al principio Tom regala a Hallie, se convierte al final en el eje luminoso sobre el que descansa la planificaci¨®n y el discurso en torno al ata¨²d de Tom. Liberty Valance es en realidad El hombre al que am¨® Hallie Stoddard. Ford estaba con Tom; y con Tom han estado siempre todos los espectadores que se han emocionado con el (casi) testamento de un genio del cine.
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