El Dios crucificado y el pueblo crucificado
El eje central de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n fue velar por aquellos a quienes los poderosos siguen despojando de su dignidad
En d¨ªas tan se?alados para las iglesias cristianas como los de la llamada Semana Santa y coincidiendo con el Quinto Centenario de la Reforma Protestante me viene a la memoria la expresi¨®n ¡°teolog¨ªa de la cruz¡± que el joven te¨®logo Martin Lutero utiliz¨® en 1518 durante la disputa de Heidelberg. Lo hizo en pol¨¦mica con la ¡°teolog¨ªa de la gloria¡± del cristianismo eclesi¨¢stico medieval, representada en la figura triunfante del Pantocrator de las iglesia rom¨¢nicas. Llevaba raz¨®n. La cruz de Cristo, como J¨¹rgen Moltmann ha demostrado en su libro El Dios crucificado, constituye la base y la cr¨ªtica de toda teolog¨ªa cristiana. L¨¢stima que pronto la teolog¨ªa de la cruz se tornara conformista con el orden burgu¨¦s y que, apoy¨¢ndose en ella, Lutero justificase la violencia de los pr¨ªncipes contra la Guerra de los Campesinos y el asesinato de la figura m¨¢s representativa del ala izquierda del protestantismo naciente, Thomas M¨¹ntzer, a quien Ernst Bloch llama ¡°te¨®logo de la revoluci¨®n¡±.
Otros art¨ªculos del autor
El tema del Dios crucificado est¨¢ presente en la primera de las novelas de la Trilog¨ªa de la noche titulada La noche, del escritor jud¨ªo Elie Wiesel, Premio N¨®bel de la Paz en 1986 y superviviente de los campos de concentraci¨®n de Auschwitz y Buchenwald, donde fueron asesinados su padre, su madre y su hermana menor. En dicha novela hace un relato pat¨¦tico y estremecedor del que fue testigo: ¡°La SS colg¨® a dos hombres jud¨ªos y a un joven delante de todos los internados en el campo [de concentraci¨®n]. Los hombres murieron r¨¢pidamente, la agon¨ªa del joven dur¨® media hora. ¡®?D¨®nde est¨¢ Dios? ?D¨®nde est¨¢ Dios?¡¯, pregunt¨® uno detr¨¢s de m¨ª. Cuando despu¨¦s de largo tiempo el joven continuaba sufriendo, colgado del lazo, o¨ª otra vez al hombre decir: ¡®?D¨®nde est¨¢ Dios ahora?¡¯. Y en m¨ª mismo escuch¨¦ la respuesta: ?D¨®nde est¨¢? Aqu¨ª. Colgado del pat¨ªbulo¡±.
En una de sus cartas desde el cautiverio, la dirigida el 16 de abril de 1944 a su amigo y posterior editor Eberhard Begthe, Dietrich Bonhoeffer, te¨®logo m¨¢rtir del nazismo, vuelve sobre el tema ofreciendo otra imagen de Dios muy alejada de aquella que lo sit¨²a en el cielo disfrutando de una pac¨ªfica y eterna vejez. ¡°Dios clavado en la cruz ¡ªafirma¡ª permite que lo echen del mundo [¡]. Dios es impotente y d¨¦bil en el mundo, y solo as¨ª Dios est¨¢ con nosotros y nos ayuda [¡]. Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y sus sufrimientos¡±.
En un texto de 1978 de gran profundidad teol¨®gica, el te¨®logo Ignacio Ellacur¨ªa, asesinado el 16 de noviembre de 1989 en San Salvador junto con cinco compa?eros jesuitas y dos mujeres salvadore?as colaboradoras en el servicio dom¨¦stico, historifica la idea del Dios crucificado y la traduce en la experiencia de el pueblo crucificado. Desde entonces, dicha expresi¨®n se convirti¨® en categor¨ªa mayor de su teo-pol¨ªtica de la liberaci¨®n y en el principal signo de los tiempos. Se refiere a todos los pueblos a quienes los poderosos siguen despojando de su dignidad y arrebat¨¢ndolos la vida prematura e impunemente.
Camus reformula el principio cartesiano ¡°pienso, luego existo¡± como ¡°me indigno, luego existimos¡±
Albert Camus afirmaba no conocer a ninguna persona que hubiera dado la vida por defender el argumento ontol¨®gico de Anselmo de Canterbury. Quiz¨¢ tampoco por creer en el Dios motor inm¨®vil de Arist¨®teles, idea utilizada por Tom¨¢s de Aquino para demostrar filos¨®ficamente la existencia de Dios, ni en el Dios sustancia infinita, eterna y dotada de los atributos de la independencia, la omnisciencia y omnipresencia ¡ªtodos terminados en CIA¡ª, de Descartes. Yo tampoco la dar¨ªa. Como diagnosticara Nietzsche en As¨ª habalaba Zaratustra y La gaya ciencia, ese Dios est¨¢ muerto y bien muerto. El propio Camus reformula el principio cartesiano ¡°pienso, luego existo¡± como ¡°me indigno, luego existimos¡±, existimos en cuanto seres humanos sufrientes e indignados por la injusticia.
Hay otras im¨¢genes m¨¢s cre¨ªbles de Dios y m¨¢s acordes con los acontecimientos que celebra el cristianismo estos d¨ªas. Una es la propuesta metaf¨®ricamente por el intelectual portugu¨¦s Boaventura de Sousa Santos: el Dios activista de los derechos humanos, que es un Dios subalterno y se enfrenta con el Dios invocado por los opresores. Otra es la imagen de Jos¨¦ Saramago: ¡°Dios es el silencio del universo y el ser humano la voz que da sentido a ese silencio¡±. En esas im¨¢genes s¨ª se puede creer. De las otras me declaro ateo.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la c¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones ¡°Ignacio Ellacur¨ªa¡± de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Invitaci¨®n a la utop¨ªa. Estudio hist¨®rico para tiempos de crisis (Trotta).
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