Juegos de la edad temprana
Los establecimientos de apuestas por Internet se han convertido en un creciente ¨¢mbito de socializaci¨®n juvenil
Casi ocho de cada cien j¨®venes espa?oles de entre 18 y 25 a?os (290.724 para ser precisos) jugaron online ¡ªfundamentalmente para hacer apuestas deportivas¡ª al menos una vez en 2015 (casi un 21% m¨¢s que un a?o antes), seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales. De lo que es ilegal (menores que juegan) no hay cifras tan precisas, pero basta con dar una vuelta por cualquier ciudad de cierto tama?o para verlos apostando en un local. Este tipo de establecimientos de apuestas por Internet se han convertido, sobre todo en los dos ¨²ltimos a?os, en un creciente ¨¢mbito de socializaci¨®n juvenil, de forma paralela al auge global del juego en la Red y a su facilidad y anonimato.
?Apostar es un nuevo rito de madurez? Para muchos adolescentes y j¨®venes ofrece m¨²ltiples atractivos: diversi¨®n en grupo, exhibir lo que (supuestamente) se sabe de deporte, la opci¨®n de ganar dinero f¨¢cil¡ Es obvio que buena parte de ellos no esperan pacientemente a su decimoctavo cumplea?os para hacerlo. Como resalta en su ¨²ltima edici¨®n el informe m¨¢s detallado que se realiza sobre el juego en Espa?a ¡ªel anuario que elaboran la Fundaci¨®n Codere y la Universidad Carlos III¡ª, los datos no avalan ¡°la idea de actividad adictiva de la que no pueden evadirse¡± quienes hayan jugado alguna vez en Internet. Pero igual de evidente es que el porcentaje de lud¨®patas es mayor entre los m¨¢s j¨®venes que en otros grupos de edad. Cierta autoconsciencia de ello puede haber en el hecho de que el tramo 18-25 a?os es en el que m¨¢s creci¨® entre 2012 y 2015 el n¨²mero de personas que se apuntaron al registro oficial para que no se les permita seguir jugando.
La cuesti¨®n no es desear que adolescentes y j¨®venes espa?oles prefiriesen ir a una biblioteca a leer a T¨¢cito antes que pasar la tarde con una m¨¢quina adivinando los resultados de Primera ¡ªaunque algunos no lo ver¨ªamos nada mal¡ª, sino reflexionar sobre una juventud cada vez no m¨¢s lud¨®pata, sino m¨¢s l¨²dica, volcada en el juego en la cuarta acepci¨®n de la Real Academia: ¡°Actividad intrascendente o que no da ninguna dificultad¡±. Eso s¨ª, no deja de responder a una sociedad que idolatra el dinero ¡ªmucho¡ª r¨¢pido y el ¨¦xito sin complicaciones. No son s¨®lo j¨®venes: los espa?oles se jugaron en 2106 en Internet en conjunto 10.885 millones (el 47% en apuestas deportivas), casi un punto del PIB. Y un dato para pensar: esa cifra ha crecido un 300% desde 2012.
En todo lo que en la sociedad rodea lo potencialmente adictivo late siempre la tensi¨®n entre la libertad individual ¡ªjuego, fumo, bebo.. porque quiero¡ª y la coerci¨®n administrativa. Sin ser invasivas, las Administraciones concernidas (muchas competencias est¨¢n en manos auton¨®micas) deben mantener la alerta (y se puede hacer m¨¢s para que los menores efectivamente no jueguen) de modo que la creciente afici¨®n juvenil por apostar ¡ªes el grupo que m¨¢s juega online sobre el total de la poblaci¨®n de su tramo de edad y en el que la afici¨®n m¨¢s ha crecido en los ¨²ltimos a?os¡ª no se convierta en un problema social de m¨¢s costosa y complicada soluci¨®n. La apuesta en verdad ganadora ya la dej¨® escrita Dostoievski hace ahora 150 redondos a?os en¡ El jugador: ¡°Como jugamos sin sentido, sin esfuerzo, pues perdemos¡±.
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