1977, el a?o fundacional
A las primeras elecciones libres despu¨¦s de la dictadura se lleg¨® tras largas negociaciones. Adolfo Su¨¢rez tuvo el coraje de convocarlas y la izquierda de concurrir a ellas para aplacar los temores a una nueva confrontaci¨®n violenta
Este a?o se cumplen 40 desde que los espa?oles pudieron volver a votar libremente en unas elecciones, las que pusieron la base de la Constituci¨®n y del desarrollo pol¨ªtico de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. El modelo de transici¨®n del franquismo a la democracia, que durante sus primeros tiempos se puso con frecuencia como ejemplo, acusa el paso del tiempo en una Espa?a que se parece muy poco a la de 1977. Ah¨ª est¨¢n los reverdecidos reproches de los que la acusan de impedir un cambio radical y tambi¨¦n el desinter¨¦s de las j¨®venes generaciones a las que la Transici¨®n no les dice pr¨¢cticamente nada. Comprensible porque, evidentemente, no la vivieron y tampoco se la han explicado en las escuelas, m¨¢s all¨¢ de unas someras l¨ªneas para salir del paso en la asignatura de Historia.
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Asombra comprobar la dejadez en la memoria de un acto fundacional tan importante como crear un sistema pol¨ªtico a partir de la decisi¨®n de los ciudadanos en una convocatoria electoral. La Transici¨®n no fue el candado a las aspiraciones del pueblo, como sostienen ahora muchos pol¨ªticos, sino una soluci¨®n a un estado de cosas muy dif¨ªcil en una Espa?a dividida que quer¨ªa salir de la dictadura tras las profundas heridas dejadas por la Guerra Civil y el franquismo. Pero eligi¨® hacerlo sin riesgo de rupturas revolucionarias.
La Transici¨®n fue el producto de un pacto. Pero, amenazados desde el principio por los ultras y la presi¨®n de sectores militares, los reformistas procedentes de la izquierda tuvieron que hacer muchas m¨¢s concesiones que la derecha, que estaba en el poder. En todo caso, el proceso de la Transici¨®n fue el artefacto pol¨ªtico que resolvi¨® el paso a la democracia en una Espa?a, adem¨¢s, empobrecida, que acusaba con dureza los efectos de la crisis del petr¨®leo de 1973, con una tasa de inflaci¨®n que superaba el 20%.
No podemos volver a una casilla de salida sin haber aprendido de la experiencia de 40 a?os. Lo cierto es que nada habr¨ªa sido posible sin la efem¨¦ride que se conmemora el 15 de junio, aniversario de las elecciones para formar las Cortes Constituyentes.
Desde 1976, la decidida voluntad del Rey para democratizar el pa¨ªs, controlando a los ultras y a un Ej¨¦rcito que sab¨ªa en gran parte nost¨¢lgico del franquismo y contrario a permitir la legalizaci¨®n de partidos de izquierda, encontr¨® en Su¨¢rez el colaborador perfecto para el plan democratizador. Todo ello en medio de una violencia ultraderechista que a principios de 1977 hizo del Partido Comunista y otros m¨¢s a la izquierda su blanco favorito, hasta el asesinato de cinco personas en un despacho de abogados laboralistas en la calle Atocha de Madrid. Mientras tanto, la ultraizquierda secuestr¨® al exministro y presidente del Consejo de Estado Antonio Mar¨ªa de Oriol, y al teniente general Emilio Villaescusa. La alarma del Gobierno y de gran parte de la sociedad provoc¨® momentos de duda sobre las operaciones involucionistas que llenaban el clima pol¨ªtico de la ¨¦poca.
La legalizaci¨®n del PCE se convirti¨® en clave de la continuidad o fracaso del proceso
La legalizaci¨®n del PCE se convirti¨® en clave de la continuidad o fracaso del proceso. Los comunistas hab¨ªan sostenido la lucha contra la dictadura y su secretario general, Santiago Carrillo, llevaba a?os en una doble operaci¨®n: tomar distancias con cuidado de los partidos dominados por la dictadura de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, participando activamente en la configuraci¨®n de una teor¨ªa eurocomunista, y dirigir, desde la clandestinidad, un mensaje de reconciliaci¨®n nacional a los espa?oles.
La decisi¨®n del Gobierno de Su¨¢rez de declarar legal al Partido Comunista, anunciada el 9 de abril, motiv¨® la repulsa del Ej¨¦rcito y la dimisi¨®n del almirante Pita da Veiga como ministro de Marina y provoc¨® momentos de alta tensi¨®n. Carrillo recibi¨® sugerencias para hacer alg¨²n gesto apaciguador y sorprendi¨® a sus camaradas con la medida de colocar la bandera de Espa?a en los actos del partido, al lado de la comunista, aceptada con toda disciplina por parte de la organizaci¨®n. Unos d¨ªas antes, el Gobierno hab¨ªa disuelto el Movimiento Nacional y retirado el yugo y las flechas, con una altura de tres pisos, enclavados en la que hab¨ªa sido sede del partido ¨²nico durante el franquismo.
Ir a las primeras elecciones libres desde 1936 no significaba un voto na¨ªf. Todos los sectores pol¨ªticos se organizaron. Adolfo Su¨¢rez mont¨® una amalgama de partidos en la que cupieron desde gentes procedentes del Movimiento Nacional hasta liberales y alg¨²n socialdem¨®crata. Fue la improvisaci¨®n de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) la que derrot¨® contundentemente en las urnas a la Alianza Popular de ¡°los siete magn¨ªficos¡±, la opci¨®n montada por exministros franquistas. Como lo fue el impulso de votos que llev¨® al PSOE, dirigido por Felipe Gonz¨¢lez, a convertirse en la segunda fuerza, aplastando a un PCE que hab¨ªa dado por hecho que el pueblo recompensar¨ªa en las urnas su pol¨ªtica apaciguadora.
A las elecciones de junio de 1977 se lleg¨® tras un largo camino de negociaciones que desembocaron en un pacto. La derecha m¨¢s dura no entend¨ªa que gentes forjadas en el franquismo, para hacer posible su continuidad bajo otro nombre, se embarcaran en un proyecto de cambio sin rupturas. Y la izquierda nucleada en torno al PSOE y al PCE tuvo todo el inter¨¦s en pactar con Su¨¢rez para aplacar los temores de una parte de la sociedad a una ruptura radical que pudiera dar lugar a una nueva confrontaci¨®n.
Aquella Espa?a, donde exist¨ªa un gran temor a los poderes f¨¢cticos, es distinta a la de 2017
La presencia de dos destacados diputados comunistas, Dolores Ib¨¢rruri y Rafael Alberti, en la mesa que constituy¨® las Cortes emanadas de esas elecciones fue todo un s¨ªmbolo del cambio pol¨ªtico.
El simple ejercicio de echar la vista atr¨¢s muestra que la Espa?a de 1977 ten¨ªa muy pocas cosas en com¨²n con la de 2017. El entonces omnipresente temor a los poderes f¨¢cticos, a la involuci¨®n que pod¨ªa llevar a una nueva dictadura, han quedado en el olvido y suena para los j¨®venes m¨¢s a guion de serie de televisi¨®n que a parte de la reciente historia de Espa?a. Pero es en ese contexto en el que deben analizarse y juzgarse los ¨¦xitos o fracasos del proceso que permiti¨® recuperar la democracia tras 40 a?os de dictadura franquista que sigui¨® a una cruenta Guerra Civil. UCD, bajo la direcci¨®n de Adolfo Su¨¢rez, y el PSOE, liderado por Felipe Gonz¨¢lez, consiguieron votos suficientes como para configurar las dos fuerzas pol¨ªticas predominantes de las Cortes Constituyentes. A?o y medio m¨¢s tarde qued¨® elaborada la Constituci¨®n que cre¨® las nuevas instituciones democr¨¢ticas.
Las elecciones de 1977 dise?aron el sistema pol¨ªtico bipartidista que se mantuvo, en l¨ªneas generales, hasta que en 2014 entr¨® en crisis. La movilizaci¨®n ciudadana ha roto ese equilibrio y las elecciones celebradas desde entonces han dado entrada a dos nuevas fuerzas que tambi¨¦n disputan el poder. Dos formaciones que se presentan como indispensables para cualquier negociaci¨®n o pacto sobre el futuro del sistema pol¨ªtico de Espa?a.
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