Gestantes ?altruistas?
Es f¨¢cil minimizar lo que suponen un embarazo y un parto si no se escucha a las mujeres
La primera vez que particip¨¦ en un debate sobre gestaci¨®n subrogada, hubo una pregunta que no supe contestar. Era en la radio, y los otros invitados eran padres de hijos nacidos por ese m¨¦todo. Yo iba armada hasta los dientes de argumentos contra la mercantilizaci¨®n del cuerpo femenino, pero me qued¨¦ en blanco cuando me preguntaron: si es altruista, ?la prohibir¨ªas tambi¨¦n?
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?C¨®mo? ?Altruista? ?Donaci¨®n gratuita de embarazo? ?Existe tal cosa?
Parec¨ªa dif¨ªcil de creer, de modo que decid¨ª informarme. Le¨ª reportajes, presenci¨¦ debates, escuch¨¦ a famosos en la tele, vi el documental Surrogacy... Al cabo de un tiempo, observ¨¦ algo curioso. Y es que en todos esos espacios, quienes se expresan son mayoritariamente hombres. Occidentales, de clase media para arriba, que son padres por gestaci¨®n subrogada o podr¨ªan serlo. Tambi¨¦n, aunque muchas menos, mujeres madres por el mismo sistema. Por ¨²ltimo, profesionales. ?No falta algo? ?Alguien? S¨ª, claro: las gestantes. Esas de las cuales los ¡°padres de intenci¨®n¡±, o las ginec¨®logas o abogados ligados a una agencia, nos aseguran que ¡°lo hacen porque quieren¡±, ¡°es un acto de amor¡±, ¡°les gusta estar embarazadas¡±... Yo preferir¨ªa escucharlas a ellas.
Imposible. No est¨¢n. Apenas se las ve ni se las oye. Bien mirado, eso no solo se aplica a las gestantes subrogadas, sino a todas las madres. ?Qu¨¦ piensan, qu¨¦ sienten, qu¨¦ quieren? Miren alrededor: ?cu¨¢l es la imagen-tipo? Hay dos. Una es terrible, aunque de puro habitual no nos escandaliza: la de un vientre sin cabeza. Es decir, no una persona (la cara es lo que nos humaniza), sino un recipiente. La otra es el modelo por antonomasia de la mujer en nuestra sociedad: la Virgen. La que se someti¨® a un proyecto ajeno (¡°H¨¢gase en m¨ª seg¨²n Tu voluntad¡±), acogiendo en su cuerpo, sin pedir nada a cambio, a un hijo que no era suyo. La ¡°gestaci¨®n subrogada altruista¡± tiene ilustres precedentes.
Apenas si se oye a quienes, seg¨²n los ¡°padres de intenci¨®n¡±, o las ginec¨®logas o abogados ligados a una agencia, nos aseguran que ¡°lo hacen porque quieren¡±
Vuelvo, pues, a mi pregunta. ?C¨®mo es un embarazo, eso que nos aseguran que miles de mujeres ¡°regalan¡± por amor? A falta de testimonios transmitidos por la cultura, me basar¨¦ en mi experiencia. La gestaci¨®n consiste en nueve meses de n¨¢useas, limitaciones, cansancio, pruebas m¨¦dicas, deformaci¨®n del cuerpo... seguidos de veinticuatro horas o m¨¢s de dolor, miedo, desgarros, riesgos para la salud y hasta para la vida. Todo eso en un platillo de la balanza. En el otro, el deseo de acunar un beb¨¦, verle crecer, tener una hija o hijo para toda la vida... Pero en el caso de las ¡°gestantes altruistas¡±, ?qu¨¦ hay en ese otro platillo? ?Solo la satisfacci¨®n de haber hecho un favor a unos desconocidos?
Fui cayendo en la cuenta de algunas cosas interesantes. Por ejemplo, que el embarazo altruista por cuenta ajena ser¨ªa un caso ¨²nico de generosidad de pobres hacia ricos. Curioso. Curiosa tambi¨¦n la prohibici¨®n de arrepentirse. Quien regala puede dejar de hacerlo; pero si la que ¡°regala¡± un embarazo decide abortar o quedarse el beb¨¦, se la castiga con una indemnizaci¨®n exorbitante. Y por cierto, ca¨ª tambi¨¦n en la cuenta (me cost¨®, pero termin¨® por encend¨¦rseme la luz) de que los contratos de subrogaci¨®n ¡°altruista¡± incluyen una ¡°compensaci¨®n por las molestias¡±. Vaya. ?Y en qu¨¦ consiste? En dinero. Creo que nos vamos entendiendo.
A estas alturas, ya solo me quedaba una pregunta: ?por qu¨¦ tantos ¡°padres de intenci¨®n¡± y tambi¨¦n las (escasas) gestantes que se expresan, repiten como un mantra lo del ¡°altruismo¡±? Perm¨ªtanme un rodeo: echemos un vistazo a los anuncios de ¡°contactos¡±. ¡°Chicas viciosas¡±, ¡°cachondas¡±, ¡°morbosas¡±... ?Acaso follan por lascivia? Si es as¨ª, ?por qu¨¦ cobran? ¡°Rellenita pechugona, 30. Dos chicas, 50¡±. Y si lo hacen por dinero, ?por qu¨¦ se llaman ¡°viciosas¡±? La respuesta no es dif¨ªcil: el contratante no solo compra un cuerpo, sino la comedia de ¡°vicio¡± necesaria para no ver el odio, asco, desprecio o simple aburrimiento de la contratada. ?Comulgan los clientes con semejantes ruedas de molino? Hasta puede que s¨ª. Pues todo encaja: la iconograf¨ªa de las mujeres como objetos; la idea de que han venido al mundo para servir a los hombres; la poca voz que tienen. Es f¨¢cil minimizar, frivolizar, lo que supone un embarazo y parto o la vida en un prost¨ªbulo cuando no se escucha a las mujeres; y es mejor no escucharlas para no poner en peligro la buena conciencia del cliente.
Por mi parte, si vuelven a preguntarme sobre la gestaci¨®n subrogada ¡°altruista¡±, dir¨¦ que soy mayorcita para creer en los cuentos de hadas.
Laura Freixas es escritora.
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