Larry Fink, el marxista que retrat¨® a las estrellas
Una exposici¨®n en Mil¨¢n le rinde homenaje y publica un libro con fotos de Andy Warhol
Larry Fink vive en una granja en Martins Creek, Pensilvania, desde hace 40 a?os. En el edificio, construido por Benjamin Franklin en 1750, reside con su esposa, la escultora Martha Posner. Alrededor en un terreno por el que corretean animales, construy¨® una sauna, una casa de invitados, un cuarto oscuro y un estudio en el que guarda miles de fotograf¨ªas reveladas y sin revelar, el trabajo de toda una vida pegado a una c¨¢mara, que jam¨¢s termina de archivar y redescubrir. Nada de lo que all¨ª se ve recuerda a las fabulosas fiestas que Fink ha fotografiado y por las que es conocido.
Hace tres a?os, en una de sus b¨²squedas rescat¨® las fotos que a¨²n guardaba de un viaje que hizo con algunos beatniks de Nueva York a M¨¦xico y por el que terminaron en prisi¨®n ¡ªun par de meses¡ª cuando les pillaron con marihuana en la frontera. Esas fotos las convirti¨® en el libro, The Beats, que junto a su serie m¨¢s famosa The Vanities, de la d¨¦cada que se pas¨® fotografiando las fiestas de Vanity Fair en Hollywood, se exhiben ahora en el espacio Armani/Silos de Mil¨¢n.
Las estrellas del cine al lado de los hipsters pioneros. Los a?os de glamour de Fink versus su juventud atra¨ªda por la rebeld¨ªa beatnik. Parecen opuestas, pero no lo son, dice el fot¨®grafo. ¡°Las fotos tienen m¨¢s en com¨²n de lo que podr¨ªa parecer a primera vista. Desde dos niveles muy, muy opuestos de egocentrismo, The Beats y The Vanities viven dentro del mismo valle¡±, explica, satisfecho de que Giorgio Armani viera las conexiones.
Larry Fink es, en cualquier caso, un hombre que ha vivido en mundos opuestos siempre. Su madre era una ¡°comunista de vis¨®n¡± y ¨¦l creci¨® rodeado de artistas e intelectuales, convencido de que pod¨ªa, y deb¨ªa, cambiar el mundo sin excluir a nadie. Decidi¨® hacerlo a trav¨¦s de la fotograf¨ªa cuando su padre a los 12 a?os le regal¨® la primera c¨¢mara. Se define como ¡°un marxista de Long Island¡±, cuya rebeld¨ªa no le hizo huir de las fiestas de la jet set de Manhattan cuando sus alumnos lo invitaron a fotografiarlas, sino que le animaron a colarse en ellas y pasar desapercibido con su esmoquin y su peque?a c¨¢mara de potente flash que captaba gestos rid¨ªculos, risas presuntuosas. Despu¨¦s, de vuelta en Martins Creek, se transformaba en ¡°un barrig¨®n rural¡± y fotografiaba a sus vecinos, de clase m¨¢s humilde. Un contraste que uni¨® en su primera serie, Social Graces.
Si a sus vecinos los retrataba con compasi¨®n, a los primeros les retrataba con cierta rabia e iron¨ªa, la misma con la que capt¨® a Andy Warhol, Ingrid Superstar, Lou Reed, John Cale, Edie Sedgwick y Gerard Malanga en 1966 en el Lower East Side neoyorquino. Una sesi¨®n de fotos que era in¨¦dita hasta que Fink la rescat¨® entre las cientos de fotos de su estudio y publica ahora en el libro Fink on Warhol: New York Photographs of the 1960s.
Arte como fen¨®meno
Cuando las tom¨®, Fink era un veintea?ero desconocido y buscando la revoluci¨®n, Warhol y su troupe ya eran todo en Nueva York. A Fink le encargaron las fotos para el segundo n¨²mero de la revista literaria East Side Review, que nunca lleg¨® a publicarse, Fink podr¨ªa haberlas publicado y haber alcanzado esos cinco minutos de fama que Warhol regalaba por su presencia. Nada le pod¨ªa interesar menos al fot¨®grafo. ¡°Su arte era interesante como fen¨®meno, pero no muy profundo¡±, le confesaba a The New York Times recientemente. ¡°Se convirti¨® en una persona m¨¢s generosa en sus ¨²ltimos a?os y su fundaci¨®n hace buen trabajo, as¨ª que no soy contrario del todo a Andy, pero no es mi tipo favorito, dig¨¢moslo as¨ª¡±.
Por eso cuando le ofrecieron sacar a la luz estas fotos de Warhol, Fink acept¨®, pero solo si se colocaban frente a im¨¢genes de lo que el llama un Nueva York m¨¢s real de esos movidos a?os sesenta. El de Malcolm y manifestantes contra la guerra en Vietnam.
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