El inveros¨ªmil viaje de un par¨¢sito desde las heces al h¨ªgado
El Altiplano de Bolivia es el lugar m¨¢s end¨¦mico de fasciolasis, una enfermedad olvidada que afecta a millones de personas
El viaje que recorre la fasciola hasta parasitar al ser humano suena casi inveros¨ªmil. Dif¨ªcilmente lo lograr¨ªa sin pobreza, su aliada, la que crea las condiciones necesarias para que una persona beba agua insalubre o coma crudas las plantas acu¨¢ticas donde aguarda escondida. Esta es la historia de c¨®mo este gusano logr¨® meterse en el cuerpo (y c¨®mo sali¨®) de Diego*, un adolescente del altiplano boliviano. All¨ª est¨¢ la zona m¨¢s end¨¦mica del mundo de fasciolasis, la principal enfermedad de la familia de las trematodiasis alimentarias, consideradas olvidadas por la falta de inter¨¦s de farmac¨¦uticas e instituciones, a pesar de afectar a 56 millones de personas en el mundo.
Seguramente, todo empez¨® en las heces de un compa?ero de escuela, o de alguna de las muchas vacas y ovejas que pastan en los parajes verdes y amarillentos de Huacullani, una poblaci¨®n aymara de 2.300 habitantes del municipio de Tiahuanaco. All¨ª, bajo la cordillera nevada de los Andes y a los pies del lago Titicaca, la gran mayor¨ªa de estos animales tiene sus conductos biliares infestados de fasciolas. Lo ratifica cualquier adulto o ni?o que haya presenciado una matanza: cuentan que los gusanos salen a docenas del h¨ªgado del animal cuando se disecciona. Para saber si los humanos portan el par¨¢sito no hace falta matarlos y seccionarlos. Mediante unas muestras de heces ¡ªque tambi¨¦n son aplicables a animales¡ª, se detectan los huevos de la fasciola; su cantidad indica la cantidad aproximada de gusanos que puede haber dentro del cuerpo.
En los a?os ochenta, el doctor Ren¨¦ Angl¨¦s, el especialista m¨¢s reconocido en la enfermedad de Bolivia, comenz¨® a estudiar su prevalencia. En Huacullani, cuatro de cada diez personas estaban parasitadas. ?l lo llama ¡°el pueblo antena¡±, puesto que estad¨ªsticamente es un indicador fiable de c¨®mo se comporta la fasciola en el resto de la regi¨®n. Hoy esta cifra ha bajado a un 2% de afectados, seg¨²n las encuestas ¡ªun an¨¢lisis aleatorio de muestras¡ª que realizan peri¨®dicamente. El secreto es la desparasitaci¨®n sistem¨¢tica que se viene realizando desde 2008. Pero esa es la parte de la historia de c¨®mo las fasciolas fueron eliminadas del cuerpo de Diego. Todav¨ªa hay que conocer c¨®mo llegaron.
?Qu¨¦ son las trematodiasis de transmisi¨®n alimentaria?
Tratamiento
Personas afectadas
Muertes anuales
Zonas end¨¦micas
Son enfermedades causadas por gusanos trematodos (tambi¨¦n conocidos como duelas); las especies que con mayor frecuencia afectan a los seres humanos son Clonorchis, Opisthorchis, Fasciola y Paragonimus. Los seres humanos se infectan por el consumo de peces, crust¨¢ceos o verduras crudos o poco cocidos que albergan las larvas diminutas del par¨¢sito. Las parasitosis cr¨®nicas se acompa?an siempre de una morbilidad grave. Por lo general, los s¨ªntomas dependen del ¨®rgano afectado e indican la ubicaci¨®n definitiva de los gusanos adultos en el organismo.
Seg¨²n la variedad de la enfermedad, hay diversos tratamientos contra los par¨¢sitos a base de medicamentos antihelm¨ªticos. Para disminuir el riesgo de infestaci¨®n se recomienda aplicar medidas de sanidad animal e instaurar pr¨¢cticas de seguridad en los alimentos.
Se calcula que en el mundo hay unos 56 millones de personas que padecen una o varias trematodiasis de transmisi¨®n alimentaria. Cada a?o se infectan 200.000 personas.
Se calcula que cada a?o mueren unas 7.000 personas por estas enfermedades.
Aunque se han descrito casos de trematodiasis de transmisi¨®n alimentaria en m¨¢s de 70 pa¨ªses de todo el mundo, los m¨¢s afectados son los de Asia y Latinoam¨¦rica.
Fuente: OMS
Las heces de una persona infectada est¨¢n llenas de huevos: desde unos cientos, hasta miles por gramo. Cuando eclosionan van a parar a unos peque?os caracoles acu¨¢ticos que le sirven de hospedador intermedio para seguir desarroll¨¢ndose. Est¨¢ claro c¨®mo llegan a ellos desde el ganado, que defeca al aire libre, pero ?y de los humanos? ?por qu¨¦ tambi¨¦n son sospechosas las deposiciones de sus compa?eros de colegio? Porque hacen sus necesidades exactamente en el mismo lugar que los animales. No hay que buscar en lugares muy escondidos para toparse con un ni?o en plena tarea. Seguramente los adultos ser¨¢n m¨¢s pudorosos, pero el efecto viene a ser el mismo, ya que no hay ba?os en los hogares de Hacullani. ¡°Quiz¨¢s tengan alguna letrina¡±, matiza Mar¨ªa Julia Rodr¨ªguez, m¨¦dica de la poblaci¨®n. ¡°Pero la gran mayor¨ªa sigue defecando al aire libre¡±. concluye. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n no cuenta con agua corriente en casa, en ning¨²n caso potable. Las viviendas, normalmente de adobe o de ladrillo sin revestir, s¨ª suelen contar con electricidad y en ellas se realizan normalmente los partos por el peligroso m¨¦todo tradicional si no est¨¢ supervisado por un profesional de la salud. Es parte de la cultura aymara: en el pueblo los mayores no hablan castellano, a lo sumo lo entienden, y tienen arraigadas una suerte de costumbres y tradiciones que, en ocasiones, complican la tarea de los profesionales sanitarios. ¡°Normalmente no admiten que les saquen sangre¡±, lamenta Rodr¨ªguez. Recientemente han construido lo que llaman un ba?o bimodal en el colegio, para que sirva en el d¨ªa a los escolares y en la tarde al resto del pueblo, pero la propia doctora ve complicado cambiar los h¨¢bitos: ¡°No creo que muchos vengan ac¨¢ a usarlo; est¨¢n acostumbrados a otra cosa¡±.
Hay pueblos donde casi la mitad de la poblaci¨®n estaba infectada. Esto se ha reducido a un 2% gracias a las desparasitaciones sistem¨¢ticas
As¨ª, de las heces al aire libre, las larvas van a los caracoles, siguen su desarrollo y son liberadas al agua. La necesitan dulce, as¨ª que la enorme extensi¨®n del Titicaca, que es salobre, no les sirve para sus prop¨®sitos. Pero en la zona norte del altiplano no les faltan riachuelos y canales en los que nadar hasta que encuentran plantas acu¨¢ticas como berros o totoras (una especie de junco) a las que, invisibles al ojo humano, se pegar¨¢n como una lapa hasta que alg¨²n mam¨ªfero las ingiera. ¡°Solo hay dos formas de que el par¨¢sito llegue al cuerpo: bebiendo agua contaminada o comiendo las plantas acu¨¢ticas sin cocinar¡±, recalca una y otra vez el doctor Angles, que contempla con cierta desesperaci¨®n c¨®mo el mensaje no acaba de calar. No solo entre ni?os: profesores e incluso personal sanitario de la zona muestra confusi¨®n a la hora de determinar el modo de infecci¨®n. Algunos piensan que puede suceder comiendo lechuga, otros cordero o vaca parasitados.
Diego podr¨ªa haber evitado infectarse si no hubiera comido plantas acu¨¢ticas. Pero esto es m¨¢s f¨¢cil de decir que de hacer. Entre los ni?os y j¨®venes es frecuente tomarlas directamente del campo a la hora de la merienda. ¡°Sabemos que est¨¢ ah¨ª, pero cuando tienes hambre no piensas en eso¡±, justifica el joven de 17 a?os. Todos en su clase de sexto de secundaria admiten ser consumidores habituales de estos vegetales. El doctor Carlos Aguirre, de la Universidad de La Paz asegura que el sustrato de la enfermedad es la pobreza, que trae consigo ¡°falta de agua potable y de informaci¨®n¡±. ¡°El par¨¢sito continuar¨¢ si no mejoran las condiciones de vida y se educa adecuadamente a la poblaci¨®n¡±, asegura.
Uno de los grandes misterios de la fasciola es saber c¨®mo llega a su destino. ¡°Debe de tener una especie de br¨²jula que le hace encontrarlo una vez en el intestino¡±, relata Angles. Lo atraviesan, y van directos al h¨ªgado, que tambi¨¦n traspasan para asentarse en las v¨ªas biliares, donde puede vivir hasta 13 a?os si ning¨²n f¨¢rmaco termina con ellos.
En la mayor¨ªa de las ocasiones, par¨¢sito y hu¨¦sped viven en aparente armon¨ªa, ya que no suele dar s¨ªntomas. La enfermedad, como el resto de la familia de las trematodiasis alimentarias no suele ser mortal ¡ªcausan unos 7.000 fallecimientos al a?o¡ª, pero presentan una alta morbilidad. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada a?o se pierden en el mundo dos millones de a?os de vida ajustados en funci¨®n de la discapacidad, un indicador sobre el impacto de las enfermedades.
Si la cantidad de fasciolas j¨®venes que han atravesado el h¨ªgado es exageradamente grande, puede dar lugar a cirrosis, ya que que lo da?an en su traslado a las v¨ªas biliares. Y dentro de ellas van aliment¨¢ndose de sus paredes y trasform¨¢ndolas en cicatrices que merman su funci¨®n. Adem¨¢s, est¨¢n asociadas a anemias y problemas de defensas, de forma que quienes las portan suelen caer enfermos con frecuencia y tener problemas de aprendizaje; este es uno de los motivos, junto a su alta prevalencia en los m¨¢s j¨®venes, de por qu¨¦ las campa?as hacen especial incidencia en ni?os y adolescentes.
Si el n¨²mero de fasciolas en el organismo es muy alto, pueden provocar la muerte. Esto es raro en humanos, pero no tan infrecuente en animales, que van perdiendo peso al mismo ritmo que su barriga se va hinchando hasta caer muertos. El doctor Angles ha llegado a contar m¨¢s de 500 gusanos en una oveja muerta por fascioliasis.
El sustrato de la enfermedad es la pobreza, que trae consigo falta de agua potable y de informaci¨®n
Para acabar con ella, pues, habr¨ªa que eliminarla de humanos y animales, para que no defecasen huevos y no comenzase as¨ª el viaje de la fasciola. Santiago Mas-Coma, presidente de la Federaci¨®n Internacional de Medicina Tropical y seguramente el mayor experto en fasciolosis del mundo, explica que la distribuci¨®n geogr¨¢fica mundial de esta enfermedad precisar¨ªa de sumas astron¨®micas para poder luchar contra ella de manera multidisciplinar: en el ¨¢mbito humano, de ganado, acciones de control de los caracoles vectores¡ ¡°La fascioliasis se incluye dentro de las enfermedades desatendidas m¨¢s complejas epidemiol¨®gicamente; no se vislumbra posibilidad de eliminaci¨®n. Se tiene que avanzar simultaneamente en diferentes frentes, tanto en investigacion multidisciplinar incluyendo b¨²squeda de nuevos marcadores para el diagn¨®stico y de nuevos medicamentos para el tratamiento en humanos (todo indica que estamos muy lejos de conseguir una vacuna) y de continuar con las medidas de control en las zonas de endemia humana coordinadas por la OMS para paulatinamente ir decreciendo la morbilidad, sobre todo en nin?os, expandiendo su aplicacio?n hasta cubrir todos los paises necesitados¡±, asegura.
El objetivo, pues, es controlarla. En 2008, un proyecto piloto que trat¨® de determinar si el f¨¢rmaco que se usaba para los animales era seguro para las personas, que hasta el momento no contaban con ninguna presentaci¨®n espec¨ªfica. Los resultados fueron un ¨¦xito. Casi no hab¨ªa efectos secundarios y a los 10 d¨ªas el gusano estaba eliminado. Novartis, la farmac¨¦utica que comercializa el triclabendazol (que as¨ª se llama) regala cada a?o m¨¢s de 200.000 dosis para tratar a la poblaci¨®n end¨¦mica en Bolivia. Como las pruebas a toda la poblaci¨®n vulnerable supondr¨ªan un coste inasumible y el medicamento pr¨¢cticamente no presenta efectos secundarios, se realiza una desparasitaci¨®n masiva a toda la poblaci¨®n cada a?o. Seg¨²n los datos del Servicio Departamental de Salud de La Paz, en 2016 llegaron al 86% de la poblaci¨®n del altiplano en riesgo entre cinco y 60 a?os: 203.602 personas. Tambi¨¦n se ha comprobado que en los a?os que no se ha dispensado el f¨¢rmaco (hay problemas burocr¨¢ticos que lo han propiciado en dos ocasiones desde 2008), la fasciolasis ha subido desde aproximadamente el 2% hasta m¨¢s del 11%.
Y as¨ª es como el gusano fue eliminado del cuerpo de Diego. Pero si sigue comiendo plantas acu¨¢ticas y agua sin tratar, es muy probable que vuelva a contraerla. Puede, incluso, que mientras respond¨ªa las preguntas para este reportaje la fasciola estuviera de nuevo en sus v¨ªas biliares sin que ¨¦l se diera cuenta. Poniendo huevos, que en sus heces volver¨ªan a continuar este viaje, aparentemente inveros¨ªmil, pero que solo en humanos sucede unas 200.000 veces cada a?o.
*El nombre es ficticio para preservar la privacidad del menor.
Este reportaje ha sido posible gracias a la financiaci¨®n del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).