Objetivo: generaciones m¨¢s silenciosas
A media ma?ana, 61 ni?os de infantil se desfogan en el angosto patio de un colegio del centro de Madrid. El suelo de hormig¨®n y una zona de soportales provocan que el ruido retumbe. Samantha, profesora de m¨²sica, est¨¢ cuidando el patio. Nada m¨¢s salir, se pone sus tapones. Le costaron 90 euros y rebajan el sonido unos 30 decibelios. ¡°Est¨¢n hechos a medida y quitan la resonancia¡±, explica, hablando alto para hacerse o¨ªr sobre el alboroto infantil. ¡°Me los compr¨¦ por salud. Me dol¨ªa la cabeza y tem¨ªa perder audici¨®n¡±. A su lado, una ni?a se tapa las orejas y dice que el recreo no le gusta por el ruido. Otros dos, sin embargo, leen Harry Potter ajenos al barullo. En una app dise?ada para ni?os llamada Son¨®metro-Mutis, el term¨®metro est¨¢ en rojo: se han superado los 90 decibelios.
No hace ni una hora los alumnos han asistido en el sal¨®n de actos a una obra de teatro en la que dos actores interpretan a Sil¨ªn y Ruid¨®n, las mascotas creadas por Antonio Calvo-Manzano, secretario general de la Sociedad Espa?ola de Ac¨²stica, para concienciar a los m¨¢s peque?os sobre el ruido. ¡°No se puede ser ruidoso y bueno¡±, dice Sil¨ªn mientras los gritos y golpes de Ruid¨®n hacen re¨ªr a los ni?os. La obra les ense?a c¨®mo transportar las cosas de un lado a otro sin hacer ruido o que las lavadoras no deben ponerse por la noche. ¡°En los colegios educan sobre el reciclaje, la contaminaci¨®n del aire¡ pero del ruido no dicen nada¡±, se lamenta Antonio P¨¦rez-L¨®pez, presidente de la SEA. Para conseguir que el futuro sea m¨¢s silencioso, la instituci¨®n tambi¨¦n ha creado un videojuego con estos personajes y unidades did¨¢cticas para secundaria que identifican las fuentes de ruido y sus efectos y promueven las buenas pr¨¢cticas.
Los ni?os, a quien la OMS describe como un grupo ac¨²sticamente vulnerable, pasan el d¨ªa en lugares donde el ruido forma parte de su experiencia cotidiana, con niveles, sobre todo en patios y comedores, muy por encima de lo recomendable.
El estudio La seguridad integral en los centros de ense?anza obligatoria de Espa?a (Fundaci¨®n Mapfre y la Universidad Aut¨®noma de Barcelona) evalu¨® 300 centros en 2012. Casi todos aprobaban en seguridad y progresaban adecuadamente en limpieza, orden y promoci¨®n de la salud, pero suspend¨ªan en ruido: en el 60% de los centros visitados no exist¨ªan medidas para controlarlo. Distintos informes inciden, adem¨¢s, en que la contaminaci¨®n ac¨²stica en la escuela est¨¢ relacionada con el fracaso escolar. Los alumnos no escuchan ni entienden bien lo que explica el profesor, lo que puede afectar a su desarrollo cognitivo, a su capacidad de aprendizaje e incluso a sus habilidades sociales.
En el colegio Tres Olivos de Madrid es fundamental que no haya ruido. El 10% de sus alumnos son sordos y ¡°el ruido enmascara la legibilidad del habla¡±, dice Adoraci¨®n Ju¨¢rez, Dori para los ni?os, con la suave cadencia de una experta en logopedia. Por eso en este centro todos tienen claro que no hay que gritar, correr, montar bulla o hablar los unos encima de los otros.
La entrada del patio de los m¨¢s peque?os se hace en una fila ordenada y silenciosa que una profesora va calmando con pausados shh, shhh. Y en las clases de infantil hay sem¨¢foros que pasan de verde a rojo cuando suben los decibelios para crear en los ni?os una rutina de calma. Sobre todo, hay concienciaci¨®n. Se habla del ruido y del silencio.
Los alumnos han mapeado el colegio con un son¨®metro, apuntando en un plano de la planta los decibelios en las distintas estancias. El lugar m¨¢s ruidoso, adem¨¢s del comedor (entre 82 y 79 decibelios) y el patio (hasta 84), es el gimnasio, donde hay picos de 90 dB. La islas de silencio son la biblioteca, con 44 dB, y la clase de inform¨¢tica (entre 49 y 59 dB).
No toda la responsabilidad recae en el comportamiento de los ni?os. Ju¨¢rez cont¨® con la asesor¨ªa del Sociedad Espa?ola de Ac¨²stica para dise?ar las paredes y los techos absorbentes. Los plumieres met¨¢licos est¨¢n prohibidos y las sillas llevan protecciones de goma para que no suenen al arrastrarse. En el recreo, el nivel sonoro es muy inferior al del primer colegio. No porque los ni?os se desfoguen menos, sino por sus dimensiones y acondicionamiento. En un gran arenero los m¨¢s peque?os juegan tranquilamente en vez de perseguirse.
¡°El problema del ruido es que no lo explican en las escuelas¡±, dice el arquitecto Daumal. ¡°Hay que concienciar para crear generaciones m¨¢s silenciosas¡±. Porque el ruido lo hace el hombre. El que grita o toca el claxon, pero tambi¨¦n el que no exige que sus coches, sus espacios de trabajo, sus ciudades y sus casas sean menos ruidosos. ¡°Para cambiar nuestros h¨¢bitos¡±, dice, ¡°tenemos que aprender a escuchar desde ni?os¡±.
En el gran atrio de entrada del colegio Tres Olivos los alumnos han dibujado dos murales mostrando una oreja verde con sonidos agradables y otra roja con los desagradables. En la verde, la mayor¨ªa de los dibujos representan sonidos de la naturaleza, sobre todo la lluvia y los p¨¢jaros, aunque tambi¨¦n hay instrumentos musicales. En la oreja roja, hay estridentes aparatos de m¨²sica de los que salen rayos. Tambi¨¦n aparecen gritos de personas, portazos, un martillo hidr¨¢ulico, armas, helic¨®pteros, aviones, lavadoras¡ Pero lo que m¨¢s hay son coches. Y alguien, siguiendo la m¨¢xima de que el ruido es todo sonido que te molesta, ha dibujado la goma de un l¨¢piz al borrar.