La historia falsificada
Est¨¢ de moda en el mundo manipular los hechos respecto al Holocausto y qui¨¦n colabor¨®
Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca aunque no sea yerno ni primo del presidente, dijo que ni siquiera Hitler hab¨ªa usado armas qu¨ªmicas contra su propio pueblo. Como sucede casi siempre en estos casos, Spicer quiso arreglarlo y todo fue a peor.
Lo que pretend¨ªa Spicer era decir que Asad es un canalla, pero escogi¨® muy mal la comparaci¨®n. En primer lugar, porque Hitler s¨ª us¨® los gases venenosos contra su propio pueblo. M¨¢s de ciento cincuenta mil jud¨ªos alemanes fueron asesinados en los campos de exterminio nazis. Y, aunque lo ignore Spicer, ten¨ªan la nacionalidad alemana.
En todo caso, yo ignoro por qu¨¦ a Spicer le parece que es peor matar paisanos que gente de otros lugares. Seg¨²n su concepci¨®n del asunto, y esto lo explic¨® muy bien, matar a seis millones de jud¨ªos polacos, franceses, rusos, ucranios, etc¨¦tera, es una acci¨®n mucho menos grave que lo primero. Con esto ya se retrata Spicer.
Su caso no es ¨²nico. Ahora, Marine Le Pen acaba de decir que la Francia de Vichy no colabor¨® con Hitler en el env¨ªo de jud¨ªos a los campos. No solo los envi¨®, sino que previamente los localiz¨®, los identific¨®, los encerr¨® aparte de todos los dem¨¢s opositores, los meti¨® en trenes y los envi¨® directamente a Auschwitz a una muerte segura. Los jud¨ªos fueron concentrados en el Vel¨®dromo de invierno. Todo eso est¨¢ muy bien documentado, es incontestable, y la pol¨ªtica francesa lo niega porque quiere lavarle la cara a su posible r¨¦gimen autoritario, enemigo de la inmigraci¨®n, si consigue que el pueblo franc¨¦s la vote. Para limpiarse ella tiene que limpiar primero su antecedente m¨¢s cercano, la Francia que fue derrotada por Hitler.
Hay una tendencia muy importante en Francia que intenta limpiar esa memoria de Vichy con un argumento muy potente, que es el patriotismo de los militares que siguieron a Petain. Para su desgracia, hubo nacionalistas que no hicieron gala de xenofobia, que no ensuciaron su nombre con el recurso ¨²nico de la patria. De Gaulle, pero tambi¨¦n los resistentes republicanos, socialistas y comunistas, fueron nacionalistas pero no estuvieron a favor de los nazis que destruyeron la civilizaci¨®n jud¨ªa en Francia.
En Espa?a hemos vivido algunos discursos parecidos al de Spicer, por ejemplo. En la izquierda se puso de moda, para acentuar la maldad de Franco, decir que hab¨ªa fusilado a m¨¢s compatriotas que Hitler. Lo cual es verdad si se excluye a los jud¨ªos y, en general a todos los seres humanos. Pero no sirve para llegar a la conclusi¨®n de que Franco fue un enemigo mayor para el g¨¦nero humano que el dictador alem¨¢n. Por suerte, no lo fue. Por supuesto, la escasa n¨®mina de espa?oles declarados ¡°justos entre las naciones¡±, la pretendieron cubrir los partidarios de Franco bajo la capa de funcionariado fascista. Pero la decencia y la bonhom¨ªa de ?ngel San Briz, Jos¨¦ Ruiz Santaella y otros pudo aguantar bien el repugnante intento.
As¨ª que en Espa?a nos hemos librado, aunque haya sido por los pelos, de esas dos manipulaciones de la historia, pero sobre todo de la moral, tan en boga en el mundo.
Siempre es peor la voluntad manipuladora que la falsificaci¨®n debida al desconocimiento. En el caso del portavoz de Trump, parece que la ignorancia tiene un protagonismo importante. En el caso de Marine Le Pen es la manipulaci¨®n la protagonista.
Lo grave es que los dos discursos encuentran un amplio auditorio que escucha con tanto entusiasmo como atenci¨®n los razonamientos que se le sirven desde los medios de comunicaci¨®n.
Es curioso que Hitler se convierta en la vara de medir para los dos tipos de discurso, el que le usa para decir que la maldad de otro es mucho mayor, y el que le utiliza para negar su relaci¨®n con ¨¦l.
Pero su acogida es tan buena porque esas audiencias necesitan encontrar un b¨¢lsamo para sus pecados. En el caso de Marine Le Pen, una gran parte de Francia quiere limpiar su historia o la de sus mayores, para decir que su nacionalismo est¨¢ libre de culpa.
Y hay que decir que ning¨²n nacionalismo lo est¨¢, desde el momento que se constituye frente a otro.
Tambi¨¦n es negacionismo ocultar que Franco iba nombrando alcaldes naturales del lugar seg¨²n conquistaba cada pueblo catal¨¢n al final de la guerra, o que en el campo de Gurs no se admit¨ªa a no nacionalistas.
Jorge M. Reverte es escritor.
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