La obsesi¨®n con el pa?uelo durante la visita de Merkel a Arabia Saud¨ª es una frivolidad
Nada en el protocolo obliga a las mandatarias a cubrirse y desv¨ªa la atenci¨®n sobre los problemas reales
La canciller alemana, Angela Merkel, sin duda el m¨¢s influyente l¨ªder europeo (hombre o mujer), visita Arabia Saud¨ª, el m¨¢s importante (a la vez que controvertido) aliado occidental en el mundo ¨¢rabe. Titular de varios medios de comunicaci¨®n de todo el mundo: ¡°Angela Merkel llega a Arabia Saud¨ª sin pa?uelo¡±. Semejante desprop¨®sito revela tanto una obsesi¨®n con el velo isl¨¢mico, como una frivolidad supina (adem¨¢s de machista) al reducir a las meras formas un importante viaje de Estado.
?D¨®nde est¨¢ escrito que una mandataria extranjera tenga que cubrirse la cabeza en el Reino del Desierto? Merkel, que efectuaba su cuarta visita oficial a ese pa¨ªs, nunca se ha puesto el pa?uelo, tal como se ha apresurado a se?alar en Twitter Joyce Karam, la corresponsal jefe de Al Hayat en Washington. Tampoco lo han hecho otras pol¨ªticas, incluida la espa?ola Ana Pastor cuando era ministra de Fomento, ni la brit¨¢nica Theresa May a principios de abril.
Ya abord¨¦ este asunto hace dos a?os con motivo del viaje del entonces presidente Barack Obama y su esposa, Michelle. Se desat¨® entonces una falsa controversia entre quienes estimaban que su melena al aire era una ofensa a las costumbres locales y quienes la aplaud¨ªan como una defensa de las subyugadas saud¨ªes. No era ni lo uno ni lo otro, pero el tema hizo correr r¨ªos de tinta.
No quiero repetirme se?alando que ni a las extranjeras (o m¨¢s bien, occidentales) se les dispensa el mismo trato discriminatorio que a las mujeres aut¨®ctonas, ni la vestimenta, ni la prohibici¨®n de conducir, son el principal problema de las saud¨ªes. Como he repetido en numerosos art¨ªculos desde mi primer viaje a Arabia en 1989, lo m¨¢s grave es el sistema de tutela, que en el reino y en distinta medida tambi¨¦n en el resto de los pa¨ªses de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, convierte a las mujeres en eternas menores dependientes de por vida de la voluntad de un var¨®n, el padre, el marido, el hermano y, a veces, hasta un hijo peque?o.
Amparadas en ese sistema patriarcal, las leyes de familia limitan su derecho a la herencia (s¨®lo reciben la mitad que sus hermanos), al divorcio o la custodia de los hijos. Mientras no consigan la igualdad legal con sus compatriotas hombres, hablar de velos y vestidos no dejara de ser una distracci¨®n.
De igual forma, la obsesi¨®n de algunos medios con el pa?uelo en el viaje de Merkel no s¨®lo trivializa el trabajo de esta pol¨ªtica, sino que alienta el recelo hacia aquellas mujeres que por sus creencias religiosas han decidido cubrirse. Lo que debieran haber destacado los titulares es si la canciller alemana expres¨® a sus interlocutores saud¨ªes preocupaci¨®n por la situaci¨®n en el reino de los derechos humanos en general, y de las mujeres en particular, por la guerra en Yemen o por la lentitud de las anunciadas reformas. El resto ni siquiera es mal periodismo, es puro cotilleo y, si no fuera irresponsable, ni siquiera merecer¨ªa comentario.
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