?Qui¨¦n es Marine Le Pen?
Los esfuerzos de la l¨ªder ultraderechista por modernizar el Frente Nacional ya lo han transformado. Tambi¨¦n han cambiado el rostro y la psiquis de Francia para un largo futuro
Recuerdo v¨ªvidamente la primera aparici¨®n televisiva de la candidata presidencial francesa Marine Le Pen. Fue apenas antes de la campa?a presidencial de 2002 y yo ten¨ªa que moderar un debate en la televisi¨®n p¨²blica francesa. Para un equilibrio pol¨ªtico, necesit¨¢bamos un representante del Frente Nacional (FN) de extrema derecha, por entonces encabezado por el padre de Le Pen, Jean-Marie Le Pen. Bruno Gollnisch, director de la campa?a de Jean-Marie y su aparente heredero, rechaz¨® nuestra invitaci¨®n y ofreci¨®, en cambio, enviar a Marine.
Fue obviamente una treta que Gollnisch le jug¨® no s¨®lo a un medio considerado hostil, sino tambi¨¦n a la propia Le Pen ¡ªuna rival con la que se sent¨ªa molesto porque, en su opini¨®n, hab¨ªa sido indebidamente promovida por su padre en el aparato del FN¡ª. Le Pen era una abogada de 33 a?os pr¨¢cticamente desconocida y con poca experiencia, aunque con un instinto evidente para las frases de impacto. Al final, el plan de Gollnisch puede haber producido un efecto indeseado: a los pocos d¨ªas de la aparici¨®n de Le Pen, el titular en una revista semanal dec¨ªa: ¡°?Qu¨¦ hay de nuevo en el FN? ?Marine!".
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El 21 de abril de 2002 ¡ªuna fecha que todav¨ªa resuena en la memoria pol¨ªtica francesa¡ª Jean-Marie Le Pen, de 73 a?os, recibi¨® el 17% de los votos en la primera ronda de la elecci¨®n presidencial, dejando fuera de la segunda ronda al ex primer ministro socialista Lionel Jospin. Pero ciudadanos de todas las tendencias luego votaron en contra de Le Pen en un llamado ¡°frente republicano¡±, lo que le dio al candidato conservador Jacques Chirac una victoria contundente con el 82% de los votos.
Quince a?os m¨¢s tarde, Marine Le Pen ha eclipsado a su padre, al convencer al 21,3% de los votantes franceses de elegirla para suceder a Fran?ois Hollande en el Palacio del El¨ªseo. Pero, para ganar la segunda vuelta, tendr¨¢ que derrotar a Emmanuel Macron, el candidato de centro de 39 a?os que termin¨® delante de ella en la primera vuelta, con el 24% de los votos.
Ha desarrollado un carisma que le ha permitido llegar a una variedad m¨¢s amplia de seguidores
No le resultar¨¢ m¨¢s f¨¢cil de lo que le result¨® a su padre. Considerando que tanto el republicano Fran?ois Fillon como el socialista Beno?t Hamon r¨¢pidamente salieron a apoyar a Macron despu¨¦s de la primera vuelta ¡ªHamon llam¨® a Le Pen ¡°enemiga de la Rep¨²blica¡±¡ª, podr¨ªa estar gest¨¢ndose otro ¡°frente republicano¡±, aunque de mucha menor escala.
Pero Le Pen es dura y una gran creyente en su propio destino. Sus esfuerzos por modernizar la imagen del FN ya lo han transformado, pasando de ser un movimiento marginal para convertirse en una fuerza pol¨ªtica importante. Aunque abandon¨® su intenci¨®n de rebautizar al FN ¡°Bleu Marine¡± (Azul Marina), debido a la atracci¨®n perdurable del nombre original entre sus votantes de m¨¢s edad, esa estrategia refleja el culto a la personalidad que ha alimentado, caracterizado por la eliminaci¨®n del disenso y hasta de su propia sobrina, Marion Mar¨¦chal Le Pen, una estrella pol¨ªtica en ascenso.
El ¨¦xito de Le Pen refleja un tipo de lavado ideol¨®gico, que ha llevado adelante con su asesor m¨¢s cercano, Florian Philippot, un ¡°tibur¨®n¡± refinado y conocedor de los medios, que jura haber decidido sumarse a Le Pen por su talento, no por su ideolog¨ªa. En verdad, la dupla ha revestido al FN con varias capas de pintura fresca ¡ªtodas azules, blancas y rojas, por supuesto¡ª.
Desde temprano, Le Pen hizo campa?a como su padre: utiliz¨® su estructura pesada y su ce?o fruncido para intimidar a los oponentes, forz¨® su voz de fumadora para hacer conocer su punto de vista y nunca jug¨® la ¡°carta de la mujer¡±. Pero, a la larga, descubri¨® que pod¨ªa desempe?ar otro papel. M¨¢s delgada, mejor vestida y con un tono m¨¢s suave, desarroll¨® una suerte de carisma que le permiti¨® llegar a una variedad m¨¢s amplia de seguidores, desde j¨®venes desempleados hasta la clase media desencantada, desde polic¨ªas preocupados por perder el control hasta una segunda y tercera generaci¨®n de inmigrantes que quer¨ªan cerrarles las puertas de Francia a los extranjeros.
El proceso de desdemonizaci¨®n del FN exigi¨® que Le Pen abandonara no s¨®lo la ret¨®rica pestilente transmitida por su padre, sino tambi¨¦n a su propio padre. En el verano de 2015, Marine expuls¨® a Jean-Marie del partido que ¨¦l mismo fund¨® en 1972. El hombre la demand¨® en los tribunales, pero termin¨® claudicando pocos meses despu¨¦s.
Por supuesto, aun si Le Pen ha abandonado los pronunciamientos antisemitas, la nostalgia vocal por la Francia de Vichy, las reminiscencias orgullosas de la guerra de Argelia y hasta a su propio padre, ha seguido alimentando la hoguera populista. Hizo campa?a en contra de la inmigraci¨®n, del Islam, de la globalizaci¨®n, del multiculturalismo, de la OTAN, de las elites, del "sistema", de los mercados, de los medios y, sobre todo, de la Uni¨®n Europea ¡ªel monstruo supuestamente responsable de todos los males de Francia¡ª.
Ha abandonado el antisemitismo y la nostalgia de Vichy, pero ha seguido alimentando la hoguera populista
No importa que a los 23 miembros del FN en el Parlamento Europeo se les pague con dinero de la UE, o que la propia Le Pen est¨¦ siendo investigada judicialmente por malversaci¨®n de fondos p¨²blicos. Para muchos franceses, la angustia por el estatus, el enojo por la situaci¨®n econ¨®mica y el miedo al terrorismo son mucho m¨¢s importantes.
Le Pen tambi¨¦n se ha esforzado en fortalecer su estatus internacional. En enero, esper¨® en vano en Nueva York, con la esperanza de ser abrazada por Donald Trump ¡ªun hombre que, seg¨²n ella, hab¨ªa copiado parte de su propia f¨®rmula pol¨ªtica para ganar la presidencia de Estados Unidos¡ª. En Mosc¨², se reuni¨® con el presidente ruso, Vladimir Putin ¡ªno para pedir dinero, como se apresuraron a aclarar las autoridades del partido, sino para discutir el estado del mundo¡ª.
Al frente de las encuestas de opini¨®n semana tras semana, Le Pen y su nuevo FN parec¨ªan haberle encontrado la vuelta. Pero hace dos semanas el barniz comenz¨® a cuartearse. Sus m¨ªtines se volvieron m¨¢s el¨¦ctricos y su discurso, m¨¢s brutal. En la misma sinton¨ªa que su padre negador del Holocausto, dijo que Francia no era responsable por deportar jud¨ªos a los campos de concentraci¨®n nazis. ?Fue un lapsus freudiano, fatiga de campa?a o un intento deliberado por garantizarles a los viejos militantes del FN que la jefa no se descarril¨®?
Sea como fuere, unos 7,6 millones de votantes ahora han reconocido a Le Pen como la persona correcta para liderar a Francia (un total probablemente favorecido por un atentado terrorista en los Campos El¨ªseos tres d¨ªas antes de las elecciones). Y si bien su combinaci¨®n de reformulaci¨®n y demagogia probablemente no sea suficiente para garantizarle la presidencia, Le Pen ya logr¨® transformar el rostro y la psiquis de Francia para un largo futuro.
Christine Ockrent fue directora ejecutiva de France24 y RFL.
?Project Syndicate, 2017
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