L¨ªder, candidato, gobernante
Los aspirantes a dirigir el PSOE son juzgados segun su papel en el drama del 1 de octubre
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Cuando se elige el l¨ªder de un partido se est¨¢ seleccionando a alguien capaz de dirigirlo; pero tambi¨¦n, casi siempre, al candidato electoral a presidente del Gobierno. Un candidato capaz de ganar las elecciones, pero a la vez un gobernante competente para ejercer el cargo. Las cualidades personales necesarias para cada una de esas funciones no tienen por qu¨¦ coincidir. Puede haber un muy buen candidato (por su habilidad mitinera, por ejemplo) pero sin cualificaci¨®n profesional (conocimientos de econom¨ªa, idiomas...) para presidir un Gobierno. Pero tampoco hay que exagerar: un buen gobernante es hoy en d¨ªa quien sabe rodearse de colaboradores solventes.
En el PSOE, desde que se plante¨® la conveniencia de elecciones primarias como forma de estimular la participaci¨®n pol¨ªtica de los afiliados, ha habido cierta confusi¨®n sobre si lo eran para jefe del partido o para candidato electoral. Durante a?os se dio por supuesto esto ¨²ltimo, pero la iniciativa, en 2009, del secretario general del PSOE gallego, Pachi V¨¢zquez, de convocar elecciones internas de ratificaci¨®n de su elecci¨®n ¡ªa fin de reforzar su autoridad con el blas¨®n de haber sido elegido directamente por la militancia¡ª provoc¨® un conflicto organizativo que la direcci¨®n central resolvi¨® por elevaci¨®n: todos los secretarios generales ser¨ªan en adelante elegidos en primarias abiertas a todos los afiliados. Incluso se plante¨® que las primarias fueran obligatorias por ley para todos los partidos.
Iniciativa esta ¨²ltima bastante absurda a la vista de los problem¨¢ticos efectos que la novedad hab¨ªa tenido en el partido que lo propon¨ªa. Que la ¡°estructura interna y funcionamiento de los partidos¡± tengan que ¡°ser democr¨¢ticos¡± (art. 6 de la Constituci¨®n) implica elecciones peri¨®dicas con reglas claras pero no necesariamente que sea obligatorio hacerlo mediante primarias. Y sin que pueda considerarse m¨¢s democr¨¢tica la elecci¨®n directa por el censo de militantes que mediante un procedimiento representativo.
Cuando se elige el l¨ªder de un partido se est¨¢ seleccionando un candidato capaz de ganar las elecciones, pero a la vez un gobernante competente para ejercer el cargo
Te¨®ricos de la democracia como Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall han alertado recientemente (EL PA?S, 21-2-2017) contra esa falacia. Frente a los populismos que establecen un v¨ªnculo directo entre el l¨ªder y el pueblo (en este caso, los afiliados), que se ejercita mediante refer¨¦ndums y plebiscitos, y que se oponen a la intervenci¨®n de organismos intermedios, ¡°en sociedades grandes y complejas con intereses muy heterog¨¦neos, la ¨²nica democracia posible es la representativa¡±.
En un estudio de marzo de 2017 sobre las primarias socialistas, el soci¨®logo J. A. G¨®mez Y¨¢?ez sostiene que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ juzgando a los candidatos seg¨²n su papel en el psicodrama del comit¨¦ federal del 1 de octubre. Cada uno de ellos tiene su relato, que es a la vez su autorretrato: c¨®mo se ven.
El m¨¢s artificioso es el de S¨¢nchez como alguien que se enfrent¨® al poderoso aparato del partido y perdi¨® su puesto por no ceder a las presiones para dejar gobernar a Rajoy. Pero lo perdi¨® sobre todo por un error de c¨¢lculo. Con el fin de reforzar su autoridad ante un comit¨¦ federal dividido sobre la abstenci¨®n en la investidura de Rajoy, recurri¨® al tono heroico. Renunciar¨ªa a la secretar¨ªa general si el comit¨¦ federal no respaldaba su propuesta sobre un asunto organizativo menor: un calendario interno de elecci¨®n inmediata del secretario general en primarias y congreso extraordinario en un plazo de tres semanas. Jug¨® y perdi¨®; y tuvo que irse.
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