Cr¨ªmenes contra la prensa
La espiral de violencia convierte a Am¨¦rica Latina en una de las regiones del mundo m¨¢s peligrosas para los periodistas
Ejercer el periodismo all¨ª donde la libertad de expresi¨®n est¨¢ secuestrada por la violencia, el narcotr¨¢fico o el crimen organizado es un acto heroico. En Am¨¦rica Latina, este periodismo se paga con la vida. El a?o pasado fueron asesinados 31 informadores, seg¨²n los registros de Reporteros sin Fronteras, 13 de ellos en M¨¦xico. Este pa¨ªs lleva camino de marcar un nuevo r¨¦cord: en lo que va de a?o son ya seis los profesionales abatidos.
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Javier Valdez ha sido el ¨²ltimo. Valdez muri¨® esta semana acribillado a balazos mientras conduc¨ªa su coche en el Estado de Sinaloa tras una vida dedicada a denunciar de manera infatigable la corrupci¨®n y la impunidad con la que act¨²an los carteles de la droga en M¨¦xico, pa¨ªs que ocupa el puesto 147 (de 180) en la clasificaci¨®n mundial de libertad de prensa.
La presi¨®n a la que se ven sometidos los periodistas en Am¨¦rica Latina, una de las regiones del mundo m¨¢s peligrosas para los informadores, es intolerable. Sea en Guatemala, Brasil u Honduras, los carteles y las maras imponen un clima de terror para doblegar a los periodistas mediante el acoso, la amenaza o el secuestro. A menudo, esta espiral de hostigamiento termina en desapariciones forzadas o en el asesinato a sangre fr¨ªa y a plena luz del d¨ªa, como el caso de Valdez. Lamentablemente, gran parte de estos atroces actos de violencia quedan en la impunidad, fruto de la frecuente connivencia entre las autoridades policiales y judiciales, por un lado, y los grupos de sicarios y paramilitares, por otro.
Los Estados tienen la obligaci¨®n de investigar los cr¨ªmenes, detener y juzgar a sus autores y otorgar una reparaci¨®n adecuada a las v¨ªctimas. La protecci¨®n de los periodistas debe ser una prioridad si se quiere salvaguardar el derecho fundamental a la libertad de expresi¨®n y evitar que los informadores caigan en la autocensura o se vean obligados al exilio.
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