La viuda valiente
Es justo recordar figuras como las de Miriam G¨®mez o Rita Lambrosse, esposas de Guillermo Cabrera Infante y Witold Gombrowicz, a las que debemos agradecimiento por tomar decisiones osadas a veces contra sus propios intereses
La instituci¨®n del matrimonio, despu¨¦s de haber nutrido de grandes obras maestras el teatro, la novela y, m¨¢s modernamente, la poes¨ªa, prolonga el dramatismo y la intriga cuando los escritores dejan, adem¨¢s de un legado, c¨®nyuges. Se habla ahora bastante de viudas cicateras o mangoneadoras, quiz¨¢ por la sencilla raz¨®n num¨¦rica de que hay m¨¢s hombres escritores c¨¦lebres que mujeres, algo que cambiar¨¢ en poco tiempo. Mientras llega el momento de hablar con la apropiada normalidad de los malos viudos, es justo recordar que familiares y allegados los ha habido siempre, desde que el libro es libro, y a no pocos les debemos un eterno agradecimiento. La reina de las solteras, Emily Dickinson, tuvo una hermana, Lavinia, y una sobrina, Martha, que le hicieron justicia p¨®stuma sin cortapisa ni avaricia, mientras que albaceas muy pr¨®ximos como los de Lord Byron quemaron, en la chimenea de su editor John Murray, las 400 p¨¢ginas de las Memoriasdel poeta. La cuesti¨®n permanente es el c¨®mo guardar y administrar, el destruir o sacar a la luz con integridad lo que cualquier humano que escribe no ha roto antes de morir.
Otros art¨ªculos del autor
Hace unos cuantos a?os (1992) Ian Hamilton, notorio sobre todo por sus rifirrafes con J.?D.?Salinger, que no se dejaba hacer la biograf¨ªa que Hamilton persegu¨ªa, escribi¨® un libro lleno de inter¨¦s ¡ªy cierto rencor por la cerraz¨®n del autor de El guardi¨¢n en el centeno¡ª sobre los legados literarios, Keepers of the Flame, t¨ªtulo que mucho antes, en 1942 (y en singular, La llama sagrada), populariz¨® una memorable pel¨ªcula de George Cukor; la guardiana de aquella llama del celuloide (nada menos que Katharine Hepburn) era la viuda de un dirigente de gran popularidad que reh¨²sa dar informaci¨®n al periodista-bi¨®grafo (Spencer Tracy) que la visita: el prohombre escond¨ªa dentro de s¨ª a un conspirador fascista. En la literatura y la filosof¨ªa ha habido tambi¨¦n casos de intencionada falsificaci¨®n o enmascaramiento biogr¨¢fico post mortem.
La mujer del autor cubano difundi¨® 'Mapa dibujado por un esp¨ªa', obra muy dolorosa para ella
Frente a ese ejemplo de ficci¨®n (el guion de Cukor, escrito por el formidable Donald Ogden Stewart, se basaba en una novela), conviene se?alar que la leyenda de la viuda pacata o p¨¦rfida tiene contrarr¨¦plicas reales en las que la heredera enviudada, yendo a veces contra sus propios sentimientos e intereses, toma una decisi¨®n osada y franca. En nuestra lengua es reciente el ejemplo de Miriam G¨®mez, que, adem¨¢s de cuidar minuciosamente el material y los archivos de Guillermo Cabrera Infante, se vio en el dilema de difundir dentro de las obras p¨®stumas del gran escritor cubano su Mapa dibujado por un esp¨ªa, una novela muy dolorosa para ella. Ahora hemos sabido de otro protagonizado por la canadiense de origen Rita Labrosse, mujer de Witold Gombrowicz desde 1964 y desde 1969 su viuda, quien conserv¨® desde la muerte del escritor ¡°un diario ¨ªntimo en el que de vez en cuando anoto cosas privadas¡±, seg¨²n ¨¦l le dijo un d¨ªa de 1966 en que lo vio escribiendo en papeles de color y formato distintos a los que habitualmente usaba. De Gombrowicz ya eran conocidos y celebrados sus extraordinarios Diarios. El nuevo libro al que me refiero, Kronos, publicado en polaco en 2013 y hace pocos meses en franc¨¦s (Stock, 2016), es, como lo llama el prologuista de esta ¨²ltima edici¨®n, ¡°el diario del Diario¡±, lo que significa que, si bien en sus m¨¢s de 300 p¨¢ginas no se encuentra la densidad y el pensamiento siempre original de los dos vol¨²menes de los Diarios, ambos son de alguna forma complementarios, en la medida en que su autor, inspirado por la lectura del Journal de Gide, se siente capaz de llevar simult¨¢neamente un dietario p¨²blico y otro privado. De ese modo contamos ahora con una gu¨ªa descarnada y sucinta del pecador que, divagando, metiendo pullas o desnud¨¢ndose ante nosotros, muestra su aguda inteligencia y una vena picante, c¨®mica a veces y otras conmovedora.
En una nota previa a las entradas de Kronos, que van desde 1922 a 1969, Rita Gombrowicz no duda en incluirse ir¨®nicamente, al igual que muchos otros seres que la precedieron en la historia literaria, formando parte de los ¡°da?os colaterales de vivir con un escritor¡±. Esos da?os no solo se derivan de las man¨ªas, las costumbres alcoh¨®licas o la infidelidad reiterada con la m¨¢quina de escribir. Un gran c¨ªnico, Cyril Connolly, dijo que el m¨¢s sombr¨ªo enemigo de la gran literatura es un cochecito de ni?os en el vest¨ªbulo. De cumplirse, la advertencia (desatendida por el propio Connolly, que se cas¨® tres veces y tuvo dos hijos) har¨ªa de los escritores m¨¢quinas solteras, un tanto neur¨®ticos y proclives al solipsismo. Pero aqu¨ª hablamos de parejas felices. Cuando entre los manuscritos no publicados en vida de Cabrera Infante apareci¨® Mapa dibujado por un esp¨ªa (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2013), se entendi¨® la raz¨®n de que, al contrario que otros in¨¦ditos de su autor como La ninfa inconstante o Cuerpos divinos (ambos tambi¨¦n editados p¨®stumamente por Galaxia Gutenberg), casi nada se supiera de aqu¨¦l. El valor de sacarlo sin expurgo por la viuda y heredera radica en que en esa trepidante cr¨®nica novelada del viaje a Cuba en 1965 para asistir al entierro de su madre, el escritor, entonces a¨²n diplom¨¢tico al servicio del Gobierno de Fidel Castro y retenido a punto de embarcar en el avi¨®n de regreso a Europa, cuenta, en paralelo a los cuatro meses siguientes de pesadilla burocr¨¢tica, la relaci¨®n amorosa con una joven llamada Silvia. Enamorado de ella, el novelista relata en el libro que estuvo a punto de alterar su trayectoria y su matrimonio con Miriam G¨®mez, con quien, una vez que la dictadura castrista le permiti¨® viajar, volvi¨® y vivi¨® en plena armon¨ªa hasta el fin de sus d¨ªas.
La compa?era del polaco se incluy¨® como parte de los da?os colaterales de vivir con un escritor
Rita Gombrowicz sab¨ªa desde el primer momento que su marido era un bisexual promiscuo con marcada preferencia por su propio sexo, pero en la trascripci¨®n ejemplar de las notas de Kronos ella misma ha descifrado los t¨¦rminos a menudo el¨ªpticos o abreviados del diario. ?No era mejor, tomada la decisi¨®n encomiable de no romper lo que su marido dej¨® a buen recaudo, ocuparse ella misma de su edici¨®n, aclar¨¢ndola sin disimulo? Muerta o viva, escribe Rita, las palabras de Witold ¡°no cambiar¨ªan nunca, estaban escritas en la piedra¡±.
La lectura de Kronos nos deja conocer una personalidad, m¨¢s que una intimidad. La salud, la falta de dinero, el desarreglo vital; la dieta com¨²n de un hombre libre y voluptuoso, independiente y estricto, como lo fue el polaco. A esas p¨¢ginas recobradas les conf¨ªa sus dolores de piel, las inyecciones obligatorias cuando sufre de s¨ªfilis, y tambi¨¦n, en un recuento nunca narcisista, la peripecia de sus ligues. En ese campo est¨¢ alguno de los episodios de comedia m¨¢s fulgurantes del libro, contrarrestados por la verdad superior de un cuerpo deseante al que la vejez le produce, as¨ª termina una entrada, ¡°calma er¨®tica¡±. Y de nuevo la viuda se encarga de puntualizar, en otro comentario, el pensamiento narrativo y la figuraci¨®n carnal del autor de Ferdydurke, quien jam¨¢s confi¨®, nos dice, en una filosof¨ªa que no fuese er¨®tica.
Vicente Molina Foix es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.