?Invertir o gastar en defensa?
Espa?a debe elevar su presupuesto al 2%, pero, adem¨¢s, de modo que ampl¨ªe su capacidad estrat¨¦gica
Todos los pa¨ªses miembros de la OTAN aceptaron en la cumbre de Gales de 2014 aumentar sus presupuestos de defensa. La decisi¨®n se adopt¨® a petici¨®n de la Administraci¨®n de Obama y debido al deterioro del contexto estrat¨¦gico tras la anexi¨®n rusa de Crimea, la guerra en Ucrania y la declaraci¨®n del califato por el Daesh. El compromiso era llegar al 2% del PIB en 2024, del que un 20% se dedicar¨ªa a mejorar las capacidades.
Este jueves se reunir¨¢n en Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno para recibir al nuevo presidente de Estados Unidos, una tradici¨®n en la OTAN, y aunque no tenga formato de cumbre, la nueva Administraci¨®n estadounidense va a aprovechar la ocasi¨®n para pedir a sus aliados que detallen sus compromisos por escrito. Se les va a pedir que en los pr¨®ximos meses expliquen c¨®mo piensan ir cumpliendo con los compromisos presupuestarios adquiridos. Tambi¨¦n qu¨¦ nuevas capacidades van a adquirir con esos fondos y, adem¨¢s, c¨®mo van a contribuir a las operaciones militares. El objetivo del 2% no mide objetivamente el esfuerzo de defensa de un pa¨ªs, pero parece innegociable porque sirve pol¨ªticamente para demostrar a las opiniones p¨²blicas como la estadounidense que sus aliados no viven a su costa. Tambi¨¦n lo parece el plazo y, aunque se admita cierta flexibilidad, se van a pedir calendarios concretos de aproximaci¨®n plurianual para evitar que el cumplimiento se aplace al ¨²ltimo momento. En paralelo a la planificaci¨®n presupuestaria se solicita a los aliados que identifiquen en qu¨¦ capacidades van a invertir el dinero nuevo. Capacidades que tienen que casar con las aprobadas por los aliados y que no solo consisten en equipos militares, sino en los componentes de doctrina, formaci¨®n, alistamiento y sostenimiento que garantizan su operatividad. El tercer elemento a considerar es el de la contribuci¨®n de cada aliado al despliegue de las operaciones aliadas.
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El Gobierno espa?ol acept¨® el compromiso en 2014 y ha reiterado su voluntad de cumplirlo, aunque no ha dicho todav¨ªa c¨®mo y cu¨¢ndo (tampoco lo han hecho los dem¨¢s aliados). Estando a la cola de gasto entre los aliados con menos de un 1% del PIB, Espa?a deber¨¢ ahora hacer m¨¢s esfuerzo. En los a?os transcurridos ha dejado de recortar el gasto como ven¨ªa haciendo, pero su aumento real posterior ha sido muy limitado (2,2% en 2014, -2,3% en 2015 y 1,5% en 2016 sobre presupuesto inicial y sin incluir los grandes programas de armamento), por lo que el incremento a realizar ser¨¢ mucho mayor.
Ello plantea al Gobierno serios problemas. Primero, de comunicaci¨®n, porque tiene que explicar las razones que lo justifican. Una justificaci¨®n que otros Gobiernos ya han acometido hace tiempo en clave de seguridad nacional, europea o atl¨¢ntica, aprovechando las amenazas de Rusia, los atentados, el yihadismo o la inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo y el norte de ?frica. La comunicaci¨®n tiene que explicitar la situaci¨®n estrat¨¦gica diferenciada de Espa?a ante esas amenazas y su repercusi¨®n en la defensa territorial, la proyecci¨®n de fuerzas o la contribuci¨®n a la seguridad internacional. Sin esta interiorizaci¨®n del compromiso se entender¨¢ que el incremento se atiende por imposici¨®n y no por necesidad, lo que dificultar¨ªa su comprensi¨®n y tr¨¢mite.
El esfuerzo espa?ol tiene que lograr el impulso transformador que se necesita en el nuevo escenario
En segundo lugar, doblar el presupuesto de defensa producir¨¢ un impacto brutal sobre la estructura de fuerzas y el sector industrial que tienen que asimilarlos. A menos que el Gobierno atine con los objetivos, el esfuerzo presupuestario no a?adir¨¢ a la capacidad de defensa actual y a la econom¨ªa nacional el impulso transformador que precisan ante el nuevo contexto estrat¨¦gico. Al igual que otros aliados, tendr¨¢ que programar en colaboraci¨®n con partidos, industria y sociedad civil en qu¨¦ se debe invertir el dinero. Trat¨¢ndose de una programaci¨®n plurianual, el Gobierno tendr¨¢ que pactar con los anteriores la justificaci¨®n estrat¨¦gica, los objetivos y el calendario. El pacto permitir¨ªa estabilizar el presupuesto de defensa y compartir la responsabilidad de las inversiones a cambio de una mayor transparencia y rendici¨®n de cuentas en los procesos de planeamiento militar.
Si el Gobierno consigue progresar en la comunicaci¨®n estrat¨¦gica y en la programaci¨®n concertada de presupuestos, capacidades y contribuciones, podr¨¢ flexibilizar el cumplimiento de los objetivos. De lo contrario, quedar¨¢ en evidencia ante sus aliados y el esfuerzo ser¨¢ m¨¢s un gasto que una inversi¨®n en defensa.
F¨¦lix Arteaga es investigador principal de seguridad y defensa en el Real Instituto Elcano.
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