La recomposici¨®n del pacto en Brasil
Todos est¨¢n manchados por la corrupci¨®n. La inevitable ca¨ªda de Temer solo puede dar paso a un acuerdo como el que permiti¨® al PT llegar al Gobierno: mantenemos es sistema a cambio de la redictribuci¨®n de la riqueza.
?La inevitable ca¨ªda de Michel Temer tiene una sola soluci¨®n: recomponer el pacto original que permiti¨® al Partido de los Trabajadores (PT) llegar al gobierno. Lula y el Partido de los Trabajadores tejieron una amplia alianza ¡ªtal vez demasiado amplia¡ª donde acordaron con la burgues¨ªa y los sectores medios un pacto social que podr¨ªa definirse con la f¨®rmula ¡°mantenemos el sistema, pero el sistema distribuye¡±. Lula y Dilma funcionaron en esa t¨®nica, mientras la burgues¨ªa brasile?a aceptaba el acuerdo en tanto Brasil segu¨ªa el rumbo del desarrollo hasta ocupar un lugar el en top ten de la econom¨ªa mundial. Lo lograron. El pacto ¡°capital-distribuci¨®n¡± funcion¨® hasta que la crisis econ¨®mica puso en la superficie los l¨ªmites del v¨ªnculo PT-burgues¨ªa y, principalmente, la torpeza de la ¨¦lite pol¨ªtica para resolverla.
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Bast¨® que el PIB se hundiera en el marco de la crisis global para que empresarios y terratenientes se mostraran casi en la miseria, clamando por un cambio de rumbo y, en algunos casos, hasta exigiendo la vuelta de los militares. El PT honr¨® el pacto nombrando ministros neoliberales, que no hicieron m¨¢s que profundizar la crisis, dejando en evidencia que las izquierdas deben hacer pol¨ªticas de izquierda y no buscar salidas anti sociales renegando de su historia y de su proyecto. A Dilma Roussef la expuls¨® la crisis econ¨®mica y las p¨¦rdidas de los empresarios, s¨ª, pero su ¨¦lite pol¨ªtica no pudo ni supo defenderla, mientras que sus adversarios no estuvieron a la altura de la circunstancias, ni en su calidad ni en su nivel de estadistas. Todos recordamos el carnaval bochornoso de la votaci¨®n del juicio pol¨ªtico en la C¨¢mara de Diputados, m¨¢s parecido a un torneo de comparsas de baja categor¨ªa que a un parlamento representante de la s¨¦ptima econom¨ªa del mundo. Desde ese d¨ªa hasta hoy Brasil baj¨® dos puntos en el ranking de las potencias globales.
Todos est¨¢n manchados por la corrupci¨®n. Las derechas haciendo su juego hist¨®rico, el PT confundiendo ¡°integrar EL sistema¡± con ¡°integrarse AL sistema¡±. El partido de Lula supuso que la ¡°alta pol¨ªtica¡± era entrar en el tr¨¢fico de influencias, las coimas y las cuentas paralelas, sin considerar que jugando el juego del adversario terminas transform¨¢ndote en el otro. La gente cuando ve el esc¨¢ndalo de todos iguala, y al igualar descree. As¨ª la democracia comienza a pender de un hilo y los peligros acechan.
El PT no s¨®lo debe practicar una pol¨ªtica m¨¢s de izquierdas, sino tambi¨¦n m¨¢s transparente
La derecha golpista no tuvo nivel pol¨ªtico para manejar la crisis de una potencia. Sus intereses de ¨¦lite, expresados por la corrupci¨®n end¨¦mica, limitaron las posibilidades y, principalmente, la credibilidad del gobierno de Temer. El presidente golpista siempre tuvo un bajo nivel de aceptaci¨®n, que se hundi¨® con las grabaciones que implicaban sobornos de la multinacional c¨¢rnica JBS.
?C¨®mo salir de esta crisis? Recomponiendo el acuerdo original, el pacto ¡°capital-distribuci¨®n¡± a la espera de un tercer gobierno de Lula. Efectivamente, la reuni¨®n de Lula, Fernando Henrique Cardoso y Jos¨¦ Sarney buscando un sucesor elegido por el parlamento, que habilite la convocatoria a elecciones directas, recompone el pacto que no debi¨® haberse roto. La burgues¨ªa y su ¨¦lite pol¨ªtica desandan el camino del golpe y, en cierta forma, comprendieron que una potencia necesita la estabilidad que s¨®lo se encuentra gracias al pacto social; quien ocupa el gobierno debe tener respaldo, sin duda, pero adem¨¢s debe ser el dominador de una alianza interclasista que no se puede ya romper.
La burgues¨ªa brasile?a est¨¢ condenada a la distribuci¨®n si quiere seguir adelante y los sectores populares dependen de la estabilidad y del crecimiento impulsado por el proyecto capitalista para marchar hacia las metas sociales. La correlaci¨®n de fuerzas hoy no permite un gobierno burgu¨¦s estricto, como lo demuestra la ca¨ªda de Temer, pero tampoco una avanzada socializante como lo mostr¨® el final de Dilma.
El acuerdo que se est¨¢ cocinando a toda velocidad entre el Partido de la Socialdemocracia Brasile?a (PSDB), el PT y el Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (PMDB) puso en danza los nombres para la sucesi¨®n y el proceso hacia las directas. Se realizar¨¢, sin duda, recomponiendo el v¨ªnculo del que hablamos en este art¨ªculo. Sin embargo a pesar de la salida, todos quedan tocados en su l¨ªnea de flotaci¨®n. El PMDB sufri¨® m¨¢s y, quiz¨¢, est¨¦ al borde del hundimiento total. El PSDB perdi¨® a varios de sus principales cuadros; A¨¦cio Neves es la v¨ªctima clave en esta matanza pol¨ªtica y no se visualiza ning¨²n l¨ªder que pueda recomponer el espacio ¡°tucano¡±.
La derecha golpista no tuvo nivel pol¨ªtico para manejar la crisis de una potencia
El PSB, marginal y al margen de este proceso, qued¨® a la deriva producto de su oportunismo. Rompi¨® con el PT y se par¨® en el espectro pol¨ªtico como defensor de la ¨¦tica. Su acuerdo con Marina De Silva fue una se?al en ese sentido, pero su apoyo al PSDB y a la candidatura de Neves fue un salvavidas de granito. Su l¨ªder y fundador, Roberto Amaral, se alej¨® para apoyar a Dilma. Luego el voto favorable del PSB a la destituci¨®n de la presidente lo acopl¨® a¨²n m¨¢s al proyecto conservador. Finalmente la ca¨ªda de Neves fue el cierre para la posibilidades del socialismo brasile?o que no tiene en Marina Da Silva una candidata que pueda competir en paridad con Lula.
El PT entonces y la candidatura de Lula expresan la recomposici¨®n del pacto social y la ¨²nica salida sostenible a la crisis de Brasil. Pero el PT debe reconfigurarse no s¨®lo haciendo una pol¨ªtica m¨¢s hacia la izquierda, sino logrando transparencia en todos los niveles de su gesti¨®n. De otra manera la inestabilidad ser¨¢ recurrente y eso no le conviene a nadie, ni en Brasil ni en el vecindario.
Hace m¨¢s de cuarenta a?os Henry Kissinger sostuvo que ¡°hacia d¨®nde va Brasil va Am¨¦rica Latina¡±. El apotegma se confirm¨® varias veces, por eso preocupa especialmente lo que se defina en estos d¨ªas pues, guste o no la soluci¨®n, aplacar¨¢ los ¨¢nimos, mejorar¨¢ la coyuntura regional y servir¨¢ de ejemplo para la salida de otras crisis del entorno, tan graves y desestabilizadoras como la del gigante del sur. Todos dependemos de todos y se demuestra de nuevo que un golpe, siempre, trastoca los equilibrios, distorsiona los rumbos y desestabiliza las econom¨ªas. Esperamos la soluci¨®n sensata porque ¡°hacia d¨®nde va Brasil¡¡±
Fernando L¨®pez D¡¯Alesandro es historiador y analista pol¨ªtico.
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