Adnan Khashoggi, un hombre menudo con ambiciones gigantes
Su bi¨®grafo recuerda las andanzas del magnate
Adnan Khashoggi (La Meca, 1935) fue un hombre menudo y, hasta cierto punto sencillo, con ambiciones gigantes. Mientras dur¨® la fiesta, se le consider¨® el m¨¢s rico, el que ten¨ªa el barco m¨¢s grande, la mujer m¨¢s guapa ¨Cse cas¨® en tres ocasiones¨C y el hombre con m¨¢s conspiraciones a sus espaldas. Su sombra plane¨® sobre casi todos los conflictos pol¨ªticos, estuvo envuelto en guerras, fiestas, miles de favores y l¨ªos amorosos. Sin embargo, nunca acept¨® su condici¨®n de traficante de armas, con la que todas las cr¨®nicas anunciaron el martes su muerte en Londres a los 81 a?os. ?l se ve¨ªa como un solucionador de problemas, un fixer. Como mucho, ¡°el se?or 5%¡±, por la comisi¨®n que se llevaba financiando proyectos. Pero el mismo desequilibrio geopol¨ªtico que impuls¨® su esplendor durante a?os termin¨® sepult¨¢ndole.
Khashoggi sol¨ªa bromear con la fon¨¦tica y el significado de su apellido en italiano: Cash Oggi. Algo as¨ª como ¡°dinero l¨ªquido para hoy¡±. Nunca se fio de la volatilidad de ciertos tratos ni del mundo digital, recuerda su bi¨®grafo y amigo ¨ªntimo, primero en dar la noticia de su muerte, el veterano y reconocido periodista Roberto Tumbarello. No hab¨ªa grandes empresas ni estructuras financieras, el negocio era ¨¦l. Amaba lo que pod¨ªa contemplar y tocar. Como su avi¨®n DC-8, tuneado como un Las Vegas volador; o el Nabila, el incre¨ªble barco de 86 metros construido en los astilleros toscanos de Viareggio que lleg¨® a surcar las aguas en una pel¨ªcula de James Bond. La embarcaci¨®n ten¨ªa un ascensor de bronce construido por el escultor italiano Arnaldo Pomodoro, y una sala de operaciones a disposici¨®n del m¨¦dico que siempre le acompa?aba. Los hombres mueren porque no les asisten r¨¢pido, sosten¨ªa. Y su vida, que corr¨ªa a un ritmo de 250.000 d¨®lares diarios, bien merec¨ªa cuidarla.
Hijo del m¨¦dico personal del rey Abdul-Aziz ibn Saud, su primer gran negocio lleg¨® en 1956, cuando terminaba el doctorado de Econom¨ªa en Stanford. Acababa de explotar la Guerra del Sina¨ª y se dio cuenta de que pod¨ªa aportar algo. ¡°El armamento que mandaban a Egipto quedaba varado en la arena y se le ocurri¨® transportarlo en camiones con tres hileras de ruedas, un sistema que imitaba las pezu?as de los camellos¡±, recuerda Tumbarello. Aquella met¨¢fora se tradujo en la venta masiva de camiones pesados Kenworth a Muhammad bin Laden, el padre del terrorista Osama bin Laden, para transportar el armamento. Tras el provechoso acuerdo, forj¨® su reputaci¨®n como fiable comisionista y consigui¨® un contrato para renovar toda la tecnolog¨ªa armament¨ªstica del pa¨ªs.
El mundo encend¨ªa y apagaba guerras como cigarrillos y Khashoggi era ya un reputado comerciante de tecnolog¨ªa b¨¦lica ¨Cagente de las principales empresas de aviones, misiles y tanques¨C y un experto en las entretelas de los conflictos. Se convirti¨® en el enlace perfecto entre las turbulencias en territorio ¨¢rabe y la inquietud por estabilizar/controlar el mundo y el petr¨®leo de EE UU. Alguien fiable, reconocido y solvente. As¨ª que, seg¨²n cuenta Tumbarello, Jimmy Carter le pidi¨® que mediara en la guerra entre Irak e Ir¨¢n a comienzos de los ochenta. ¡°Jomeini reclam¨® 20 millones de d¨®lares en armamento para firmar la paz y Khashoggi, bajo petici¨®n de EE UU, se los proporcion¨®. A cambio, se qued¨® con los contratos para hacerse con la reconstrucci¨®n de Ir¨¢n¡±. Las armas, fabricadas por una empresa israel¨ª, tra¨ªan de regalo una comisi¨®n envenenada de tres millones de d¨®lares. Ah¨ª comenz¨® su ca¨ªda.
La versi¨®n que ¨¦l siempre defendi¨® es que ese dinero fue entregado a EE UU para que se lo dieran a los m¨¢s necesitados (mont¨® una fundaci¨®n llamada Children for Peace). Sin embargo, su entorno sostiene que fue utilizado, ya en tiempos de Ronald Reagan, para financiar a los Contra que se enfrentaban a los sandinistas en Nicaragua. Cuando sali¨® a la luz, el presidente estadounidense temi¨® que Khashoggi se fuera de la lengua, ha escrito Tumbarello, y le denunci¨® por un rocambolesco asunto relacionado con la compra de obras de arte robadas del Museo Nacional de Filipinas que, te¨®ricamente, hab¨ªa adquirido a su gran amigo, el presidente Ferdinand Marcos (otras fuentes lo tradujeron en 300 millones de d¨®lares que, supuestamente, le ayud¨® a ocultar). El 18 de abril de 1989 fue encarcelado en Berna, recibi¨® el escarnio social y econ¨®mico, y tuvo que deshacerse de gran parte de sus empresas. Tuviera o no la culpa, le persiguieron para siempre los acreedores y su imperio entr¨® en la fase crepuscular.
Massimo Gargia, un playboy de la ¨¦poca con quien comparti¨® el gusto por las mujeres desde los concursos de belleza que organizaba, recuerda desde Par¨ªs los d¨ªas crepusculares del magnate y c¨®mo Lamia, su esposa en aquel periodo, fue su ¨²nico apoyo. ¡°Vendi¨® todas las joyas que le hab¨ªa regalado para pagar a los abogados¡±, se?ala. Un a?o despu¨¦s, fue absuelto por un tribunal estadounidense. Pero aquel tiempo varado hab¨ªa quemado su fortuna, incluido el Nabila, que primero compr¨® el Emir del Brun¨¦i y termin¨® en manos del actual presidente de EE UU, Donald Trump. Puede que el ¨²nico capaz de alimentar con mayores ambiciones aquel estilo de vida.
Impulsor de Marbella
Khashoggi est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con la ¨¦poca dorada de Marbella, cuya marca de lujo contribuy¨® a impulsar junto a nombres de la talla del pr¨ªncipe Alfonso de Hohenlohe, creador del m¨ªtico Marbella Club. "Organizaba las mejores fiestas de la Costa del Sol, nadie se atrever¨¢ a hacer algo parecido", subraya un veterano experto del sector tur¨ªstico de M¨¢laga. El millonario recal¨® en Marbella a finales de los setenta, pr¨¢cticamente a la vez que el rey Fahd, entonces pr¨ªncipe heredero, y el s¨¦quito de saud¨ªes que ya no han dejado de inundar de petrod¨®lares el litoral malague?o cada verano. Khashoggi compr¨® a la familia Roussel, emparentada con los Onassis, una finca de casi 1.000 hect¨¢reas en el municipio anexo de Benahav¨ªs que llam¨® Al Baraka (suerte, en ¨¢rabe), donde estableci¨® su residencia. La propiedad fue embargada en 1989 por tres bancos con los que el magnate ten¨ªa una deuda millonaria.?Khashoggi perdi¨® su suerte y los terrenos pasaron a manos de un grupo de inversores espa?oles, suizos, alemanes y norteamericanos que los reconvirtieron en La Zagaleta, la urbanizaci¨®n que presume de ser la m¨¢s lujosa de Europa.
Lo mismo hab¨ªa sucedido, un a?o antes, con su fastuoso barco Nabila, nombre de su hija mayor. Las cr¨®nicas de la ¨¦poca se refer¨ªan al yate, de 86 metros de eslora y supuesta grifer¨ªa de oro, como el m¨¢s grande y famoso del mundo. "Jos¨¦ Ban¨²s [promotor del puerto deportivo m¨¢s chic de Marbella] le hizo un atraque especial para que pudiera dejarlo", explica una fuente consultada.
En la agenda de contactos de Khashoggi estaban Sim¨®n Peres y Richard Nixon. Tambi¨¦n el rey em¨¦rito Juan Carlos. Culto e inteligente, era "un hombre de mundo y mundano", sibarita, amante de las mujeres y de las fiestas, apuntan varias personas que lo trataron. Nada arrogante, pese al dinero. Entre esas excentricidades propias de los ricos, ten¨ªa la de viajar siempre con masajista ("se cuidaba mucho", explica una de las fuentes) y la de comprar tres tallas del mismo traje, por si cog¨ªa o soltaba alg¨²n kilo. "Estaba obsesionado con el peso". Se cas¨® tres veces. Con su primera esposa, Soraya, protagoniz¨® un medi¨¢tico divorcio a la altura del personaje de la jet set internacional que era.
Khashoggi no dej¨® de visitar Marbella despu¨¦s de perder Al Baraka, aunque las visitas se espaciaron. Conservaba un ¨¢tico en Puerto Ban¨²s, aunque sol¨ªa alojarse en hoteles de lujo. Que se sepa, la ¨²ltima vez que estuvo en la Costa del Sol, en el hotel Villapadierna, fue hace dos a?os. Iba acompa?ado de Lamia, su segunda esposa, con quien regres¨® tras su tercera boda fallida. Pas¨® desapercibido. Ya no era el personaje glamuroso y organizador de eventos que pod¨ªa animarse a regalar un r¨®lex a cada invitado.
En Marbella a¨²n no han olvidado la fiesta que dedic¨® en julio de 1991 a su ¨ªntimo amigo Jaime de Mora y Arag¨®n, en el club de playa del hotel Don Carlos, con motivo del 66 cumplea?os del hermano de la reina Fabiola de B¨¦lgica. Fue en ese sarao donde se contaron 31 Rolls-Royce aparcados en la puerta. La cantante de ¨®pera coreana Kimera fue la encargada de entonar el Happy Birthday y entre los invitados estaba el jeque Mohamed Ashmawi. Tambi¨¦n Jes¨²s Gil, alcalde por primera vez de la ciudad desde hac¨ªa muy pocos d¨ªas y sin tiempo, a¨²n, para materializar sus desmanes urban¨ªsticos. Khashoggi pag¨® en met¨¢lico los gastos de la velada, ¨²ltimos coletazos de la Marbella glamurosa que ayud¨® a impulsar.
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