La vida entre Mazinger Z y los ¡®millennials¡¯
Por esas cabezas rondan muchas m¨¢s cosas que las redes sociales
Aunque esta columna trata de los millennials, son necesarias dos aclaraciones previas. Una es obvia: toda generalizaci¨®n es siempre inexacta. La otra requiere un poco m¨¢s de espacio.
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Quien escribe esto pertenece a la generaci¨®n m¨¢s invisible ¡ªo m¨¢s sosa, o m¨¢s insulsa¡ª de nuestra historia reciente. Una generaci¨®n que era demasiado peque?a para correr ¡ªcomo, al parecer, hicieron miles de millones de espa?oles¡ª delante de los grises. Cuyas preocupaciones durante la Transici¨®n eran si Marco encontrar¨ªa a su madre y por qu¨¦ mientras Mazinger Z recuperaba los pu?os tras dispararlos, Afrodita A se quedaba definitivamente sin tetas (perd¨®n, pero era as¨ª). Una generaci¨®n que lleg¨® tarde a la Movida y lo m¨¢s transgresor a lo que se enganch¨® fueron los Hombres G, Duran Duran y Bananarama. En cambio, vaya, s¨ª lleg¨® a tiempo para hacer la mili, la prestaci¨®n social e incluso ir a la c¨¢rcel ¡ªestos fueron muchos, pero como no van presumiendo por ah¨ª, nadie se acuerda de ellos¡ª por no hacer ninguna de las otras dos. Una generaci¨®n marcada por el ¡°estudia esto aunque lo detestes, que tiene m¨¢s salidas¡± y que se ha pasado su vida laboral escuchando ¡°ten paciencia que a¨²n eres joven¡± hasta que resulta que la canci¨®n cambi¨® por ¡°t¨² ya eres viejo¡±. Una generaci¨®n llena de ¡°esta chica¡±, cuando ¡°la chica¡± anda por los 50 tiene un doctorado, 20 a?os de experiencia, hijos que le sacan la cabeza, y sabe como funcionan de verdad las cosas; en su empresa y en la vida. Una generaci¨®n sin nombre ¡ªni JASP, ni X, ni Y, ni Z¡ª que ahora est¨¢ en la sala de m¨¢quinas de este pa¨ªs, con la grasa hasta las orejas. Los que vinieron despu¨¦s les reprochan que han tenido suerte. Y los de antes les despachan con un ¡°anda, no te quejes¡±.
Pero resulta que esa generaci¨®n, qu¨¦ cosas, ha tra¨ªdo al mundo a los millennials (para los de antes de 1995, aunque millennial mola, el traje ya os queda peque?o). Y es esa generaci¨®n la que podr¨ªa, con toda legitimidad ¡ªy no lo hace¡ª echar pestes de esos j¨®venes en apariencia eternamente ausentes, tanto que a veces les hablamos por WhatsApp para que hagan el favor de sentarse a comer con los dem¨¢s. En realidad, est¨¢n muy presentes.
Los millennials saben lo que es el desempleo, o la angustia de quedarse sin trabajo, incluso antes de haberlo vivido. Se lo hemos transmitido ¡ªmal hecho¡ª sus padres. Les exigimos unos curriculums inveros¨ªmiles, plagados de dobles titulaciones, idiomas ¡ªingl¨¦s de negocios, alem¨¢n tecnol¨®gico¡ª y estancias en el extranjero cuando los dem¨¢s llevamos 30 a?os mintiendo con el ¡°ingl¨¦s, bien¡±. Muchachos y muchachas a los que constantemente les pagan el salario en una moneda llamada ¡°visibilidad¡±, que ninguno de los dem¨¢s trabajadores aceptamos. Gente a la que se valora por su edad y no por sus ideas. J¨®venes a los que se considera incultos por ser mejores que nosotros con el m¨®vil. ?
Nosotros ¡ªlos insulsos¡ª s¨ª que sabemos qui¨¦nes son. Y ahora, que dejen el maldito tel¨¦fono y se sienten a comer.
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