Si supi¨¦ramos m¨¢s ciencia, no tachar¨ªamos a las personas por su tendencia sexual
Los hom¨®fobos en realidad rechazan su propia tendencia, seg¨²n un estudio de la Universidad de Rochester
Seguimos juzgando a los que tienen distinta tendencia sexual a la nuestra, cuando la ciencia demuestra que la conducta sexual es m¨¢s compleja y rica en posibilidades. El reto pasa por conocernos m¨¢s a nosotros mismos.
Nuestra conducta sexual es m¨¢s compleja que la simple clasificaci¨®n de hetero, gay o bisexual, como ha demostrado la ciencia. De hecho, nuestra ¡°querida¡± tendencia a etiquetar lo que es diferente a nosotros no es correcta o incluso, se debe a motivos m¨¢s profundos basados en el miedo, como han demostrado recientes estudios cient¨ªficos.
Todo comenz¨® con un bi¨®logo. Era 1948 y Alfred Kinsey sustituy¨® el microscopio por entrevistas a 12.000 personas, que narraron sus experiencias ¨ªntimas. Conclusi¨®n: el 37 por ciento de los hombres que participaron en el estudio hab¨ªan tenido alguna vez alguna experiencia homosexual real o imaginaria. Lo public¨® en un libro, todo un best-seller, y fue carne de cr¨ªticas agresivas, como es de imaginar. Y no era para menos. La religi¨®n y la ¨¦tica hab¨ªan sido las due?as y se?oras de lo correcto o no en la materia (baste recordar que a?os despu¨¦s, en 1952, el gran genio Turing fue procesado por mantener relaciones con otros hombres).
Desde que Alfred Kinsey puso la primera piedra, m¨¢s all¨¢ de su rigor, ha servido para dar paso a un sinf¨ªn de estudios cient¨ªficos que siguen insistiendo en la riqueza de nuestra conducta sexual, como el que se public¨® recientemente apoy¨¢ndose en un movimiento la mar de involuntario: la retina de nuestros ojos. Cuando algo nos excita, nuestra retina se dilata (puedes hacer la prueba a tu pareja mientras ve ciertas im¨¢genes, por cierto). Hasta hace poco no era f¨¢cil de medir, pero Gerulf Rieger y Ritch C. Savin-William, profesores de la universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York), valoraron con un rastreador infrarrojo qu¨¦ ocurr¨ªa en los ojos de 325 voluntarios mientras ve¨ªan videos er¨®ticos de mujeres y hombres. Sus conclusiones son curiosas: la primera, las pupilas de los hombres bisexuales se dilatan del mismo modo viendo mujeres que hombres, es decir, no parece que existan preferencias a pesar de lo que popularmente siempre se ha cre¨ªdo. Y segundo, como era de esperar, los hombres heterosexuales mostraron fuertes respuestas pupilares a los videos sexuales de las mujeres y menos a los hombres (aunque tambi¨¦n exist¨ªan). Sin embargo, las mujeres heterosexuales mostraron respuestas pupilares a ambos sexos. En resumen: existe una amplia riqueza de respuestas posibles.
Sin embargo, a pesar de que la ciencia demuestra que no podemos encasillar lo que sentimos o deseamos, todav¨ªa siguen existiendo muchas cortapisas y culpabilidades a la diversidad. De hecho, en 2015 se pidi¨® que una revista sumamente prestigiosa, Pyschology Today, dejara de promocionar terapeutas que ¡°curaban¡± tendencias enmarcadas en LGTB. Quiz¨¢ si conoci¨¦ramos m¨¢s qu¨¦ se esconde detr¨¢s del rechazo, podr¨ªamos salir de ¨¦l. Como ha demostrado un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Rochester, de la Universidad de Essex y de la Universidad de California en Santa B¨¢rbara. Despu¨¦s de analizar cuatro estudios diferentes a un total de 160 personas, se comprob¨® la discrepancia entre la tendencia sexual expresada y la realmente sentida. Y la conclusi¨®n es reveladora: los hom¨®fobos en realidad rechazaban su propia tendencia sexual. La represi¨®n en casa, la educaci¨®n, lo que deber¨ªa ser y no se sent¨ªa, les condicionaba fuertemente y les llevaba a aborrecer su propia tendencia.
En definitiva, la conducta sexual es compleja, dif¨ªcil de encasillar y todo aquello que nos impida reconocer la diversidad de otros y la nuestra propia, nos pone zancadillas en nuestra realizaci¨®n y felicidad personal. Vale la pena en vez de juzgar a otros, comenzar a preguntarse qu¨¦ me ocurre cuando veo a personas diferentes a m¨ª. Hasta que no miremos m¨¢s hacia dentro, ser¨¢ muy dif¨ªcil que podamos avanzar. Y mientras eso suceda, esperemos que la ciencia siga aportando datos para convencer a los m¨¢s esc¨¦pticos.
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