10 fotos?Qu¨¦ es lo que les da esperanza a los migrantes y refugiados?En Melilla, decenas de africanos viven en un limbo no saben si podr¨¢n continuar su viaje o tendr¨¢n que regresar a sus pa¨ªses. Esto les motiva para salir adelante Melilla - 23 jun 2017 - 13:51CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlace¡°La m¨²sica es mi regalo y mi motivo de vivir. Me he sentido as¨ª toda mi vida. Siento que tengo una misi¨®n, un objetivo¡±. dice D. de 25 a?os, procedente de Costa de Marfil. Al encontrarse sin dinero para pagar a las mafias, D. decidi¨® probar otras opciones. ¡°Me arriesgu¨¦ y nad¨¦ de Marruecos a Melilla usando esta tabla de ni?os. Todos los pasos que he tomado desde entonces han sido con un sue?o en mi mente: convertirme en un artista. Ense?ar¨¦ al mundo que nada puede pararme¡±.M., de 22 a?os, era chef en un Hotel de su pa¨ªs natal, Argelia. Despu¨¦s de asistir a un programa de televisi¨®n sobre cocina con una presentadora famosa, sufri¨® persecuci¨®n por parte de un grupo armado que buscaba a esa mujer. Enfrentado a una amenaza de muerte, tubo que huir solo a buscar protecci¨®n internacional. Pero nada de eso lo ha hecho abandonar su pasi¨®n, y todo lo que M. quiere es ser un mejor cocinero. ¡°Aqu¨ª la comida es terrible... Todo lo que puedes hacer es sentarte y esperar. En lo ¨²nico que puedo pensar es en llegar a Espa?a y reempezar mi vida de nuevo¡±.Desde que era un ni?o, B., de Guinea Conarky, ha so?ado con convertirse en un jugador de f¨²tbol profesional. ¡°Siempre era el mejor cuando jugaba con mis amigos. Cerca de la porter¨ªa siempre marcaba gol. Sin embargo, no hay nada m¨¢s para m¨ª en mi pa¨ªs. No tengo familia, no me queda nadie, no tengo trabajo. All¨ª basta con que nazcas con una etnia distinta para que no tengas los mismos derechos que los dem¨¢s. Todo lo que quiero es estudiar y jugar a f¨²tbol. Eso es lo que me da fuerza par seguir a delante¡±.¡°En Aleppo, Siria, era profesora de franc¨¦s. Todo lo que un d¨ªa me perteneci¨® est¨¢ destruido. Mis amigos, que he ido encontrando durante el camino, y mis hijos, con los que he venido... eso es lo que me da esperanza.¡± Dice F., una mujer de 45 a?os que justo acaba de llegar al CETI de Melilla. Con suerte, para ella la estad¨ªa en el Centro no superar¨¢ los cinco meses. A las personas sirias les suelen conceder el asilo r¨¢pidamente, y as¨ª, pueden subir a la pen¨ªnsula para seguir su camino.¡°En mi pueblo, en Guinea, era pescador. Me encanta la pesca y quer¨ªa estudiar ingenier¨ªa pesquera, pero no pude. La etnia en mi pa¨ªs es un factor muy importante y a m¨ª no me permitieron acceder a la universidad. Todo lo que quiero es cursar una carrera universitaria, tener un buen trabajo y futuro. Cada vez que miro los coches me dan esperanza. Son fuertes, seguros. Especialmente los BMW¡±, responde P. de 22 a?os, de Guinea. M. tiene 24 a?os y es de Marruecos. ¡°Estaba estudiando Derecho en la Universidad, pero tuve que irme. Empec¨¦ a ser perseguido por mis ideas pol¨ªticas y no pude soportarlo m¨¢s¡±, cuenta. En su peque?a libreta escribe poes¨ªa y prosa sobre sus historias. ¡°Desde que fui expulsado del CETI intento escribir mis experiencias. Me ayuda a procesar las cosas y a mantenerme sano mientras estoy viviendo en las calles. Espero que alg¨²n d¨ªa pueda publicar este libro¡±. A M. le fue denegada la solicitud de asilo y ¨¦l se neg¨® a abandonar la ciudad aut¨®noma por miedo a volver a su pa¨ªs, viviendo en las calles sin ning¨²n tipo de ayuda.¡°Cuando fui expulsado del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes tuve que vivir en esta caba?a por dos meses, mientras juntamente con las Organizaciones locales luchaba por mis derechos y por ser readmitido. Las personas que me acogieron en esta caba?a se convirtieron en mi familia. Algunos de ellos tambi¨¦n hab¨ªan sido expulsados, y otros ven¨ªan a pasar sus d¨ªas para airearse del Centro¡±, comenta B. de 19 a?os, de Marruecos, que ha sido readmitido en el centro recientemente. ¡°Por las noches, vengo aqu¨ª y sue?o con mi futuro y hago planes para cuando me concedan los papeles y pueda ir a Espa?a¡±. B. solicit¨® protecci¨®n por ser cat¨®lico. ¡°Lo que m¨¢s hecho de menos son los pastelitos que se comen durante el ramad¨¢n. Me encanta mi pa¨ªs, pero no puedo vivir ah¨ª¡±.A., de 21 a?os, procedente de Marruecos, solicit¨® asilo por persecuci¨®n por pertenecer al colectivo LGTB. Durante toda su vida A. ha sufrido dificultades y burlas por su orientaci¨®n sexual. ¡°Mi mejor amiga dej¨® de hablarme cuando se enter¨®. Incluso me expulsaron del piso en el que viv¨ªa¡±. Fue entonces cuando A. decidi¨® ir a Melilla a buscar protecci¨®n. ¡°Aqu¨ª me siento libre, puedo ser yo misma¡±, comenta. No solo para ella, sino para todos los integrantes del grupo LGTB que viven en el Centro, este momento supone una liberaci¨®n de todas las restricciones que han vivido hasta el momento. ¡°La primera cosa que miro al levantarme por la ma?ana es la fotograf¨ªa de mi madre. Ella falleci¨® hace un a?o, pero sigo hablando con ella cada d¨ªa¡±.O. tiene 25 a?os y es de Marruecos. "Conoc¨ª a mi novio M. en Rabat. ?l y su familia llevaban dos a?os huyendo de la Guerra Civil siria cuando llegaron a mi ciudad. Nos enamoramos y decid¨ª venir con ¨¦l para Espa?a", dice la joven. Cuando llegaron a Melilla, solo su pareja pudo seguir para Europa, juntamente con su padre y su madre, que ya estaban en Alemania. Cuando la petici¨®n de asilo de O. fue denegada, ¨¦l decidi¨® volver para estar con ella. Estuvieron viviendo dos meses en una caba?a juntamente con otros marroqu¨ªes que hab¨ªan sido expulsados del CETI¡±. El amor me da esperanza. Mi novio sacrific¨® a una vida en Europa para estar a mi lado."Siempre que miro el cielo me da esperanza. Ah¨ª los p¨¢jaros vuelan libres y no hay fronteras ni vallas", dice I., un chico de 20 a?os de Guinea Conakry. Ha llegado a Melilla despu¨¦s de vivir por varios meses en uno de los muchos campamentos de subsaharianos alrededor de la ciudad. Ah¨ª, centenares de personas viven en condiciones insalubres, sin acceso a agua potable ni comida, perseguidos por las fuerzas auxiliares marroqu¨ªes. Los que aun tienen dinero pueden pagar a una mafia para que los lleven en el salpicadero de un coche o en patera a la pen¨ªnsula. A quienes no tienen esa suerte, no les queda otra opci¨®n que no sea pasar intentar saltar la mort¨ªfera valla de seis metros de rodea el enclave espa?ol.