Especiales

En los a?os cincuenta solo el 12% de los j¨®venes estadounidenses pensaba que era ¡°una persona especial¡±. Ya adivinan lo que sigue: hoy se sienten especiales el 80%. Es extrapolable al resto de Occidente y como hoy cualquiera se considera joven, pues ah¨ª estamos todos. Este dato, que augura filas al psic¨®logo y pastillitas, es citado por Rutger Bregman en Utop¨ªa para realistas (Salamandra). Lo gracioso es que es ahora cuando somos menos especiales que nunca, todos tan igualitos y predecibles, tanta gente embrutecida por los gimnasios, los m¨®viles y los packs de series. Y precisamente si todos se sienten especiales est¨¢ claro que no lo son: lo especial es no sentirse especial. Ahora bien, dir¨¢n, una cosa es sentirse y otra serlo realmente, porque aqu¨ª se cuela mucha gente que no es, todos podemos dar nombres. Seguro que tienen conocidos a los que se les ha ido completamente la olla en Facebook. Empieza a ser universal aquel viejo chiste mal¨¦volo de argentinos sobre el mejor negocio del mundo: comprar uno por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale. ?Alto! ?Xenofobia! Ya oigo los gritos, pero es que te lo contaban argentinos, he aqu¨ª su grandeza. Sin ahondar en las secuelas de Paulo Coelho, quiz¨¢ todo se reduzca a lo de siempre: querer vivir del cuento y evadir impuestos, como un futbolista caro. Tambi¨¦n se ha disparado la cantidad de famosos, cuyo n¨²mero exacto ya escapa incluso al servicio de documentaci¨®n de ?Hola! Si le sumamos influencers, youtubers, tuiteros y cu?ados con blog aqu¨ª ya solo quedan cuatro viviendo tan panchos en el anonimato. ?Se lo imaginan, c¨®mo ser¨¢ eso? Hay gente que ni lo ha conocido, con su foto dando la vuelta al mundo desde que naci¨®.