Billy Pacheco
Y salen a contar sus historias desgarradas gentes de bien, que fueron ¡°investigadas¡± por este s¨¢dico en las dependencias de la antigua DGS
Confieso sin ning¨²n rubor que formo parte convencida y entusiasta de lo que llamamos Transici¨®n. No creo que haya habido en la historia de Espa?a un periodo tan fruct¨ªfero para un pa¨ªs postrado, miserable, que sal¨ªa de enterrar a un dictador sin escr¨²pulos en un fastuoso sudario de piedra en la sierra de Madrid, y de hacer lo mismo, pero en sitios menos principales, con cinco tirados asesinos de otros no menos tirados polic¨ªas.
La Transici¨®n fue un acuerdo de altos vuelos que aven¨ªa a las grandes formaciones pol¨ªticas a perdonarse por las barbaridades ocurridas en el pasado. Para poder vivir el hoy, el de entonces, se cambiaron perdones. Un Paracuellos por un Badajoz¡ no se hac¨ªa as¨ª, por supuesto, pero todos los que se sent¨ªan cercanos a alguno de los bandos sab¨ªa que el ¡°suyo¡± ten¨ªa mucho que hacerse perdonar.
En ese intercambio de perdones se destac¨® claramente el bando de los perdedores, que con buena l¨®gica hab¨ªa sufrido m¨¢s, aunque solo fuera por los ajustes de cuentas realizados durante la posguerra. Y hubo casos ejemplares, como el de Marcelino Camacho, que hizo una renuncia p¨²blica y expl¨ªcita de ¨¦l y su organizaci¨®n, las Comisiones Obreras, a participar de actitudes revanchistas.
Ese gran pacto entre las dos Espa?as, que los comunistas hab¨ªan llamado ya en 1956 reconciliaci¨®n nacional, permiti¨® que el pa¨ªs pudiera abrir la etapa m¨¢s larga de su historia de libertades y ausencia de guerracivilismo, con la notable excepci¨®n de los nacionalistas radicales vascos y sus admiradores catalanes, aunque estos sin ninguna relevancia pr¨¢ctica, por fortuna.
De vez en cuando, como hacen todas las heridas que no est¨¢n del todo curadas, supura el caso del llamado Billy El Ni?o, un polic¨ªa chulesco, mat¨®n y canalla de los que por suerte ahora hay pocos.
Y salen a contar sus historias desgarradas gentes de bien, que fueron ¡°investigadas¡± por este s¨¢dico en las dependencias de la antigua DGS. Luis Su¨¢rez, Felisa Echegoyen, Willy Meyer, Horacio Sainz, Paco Lobat¨®n¡ el maligno se hizo con una numerosa clientela. Toda la nutrida lista pide que Jos¨¦ Antonio Gonz¨¢lez Pacheco sea juzgado, entre otras cosas, por m¨²ltiples delitos de tortura.
Y entonces mis convicciones adelgazan. ?Se ir¨¢ este mal bicho de este mundo sin ning¨²n castigo? ?Se ir¨¢ sin haber pedido perd¨®n y sin arrepentirse?
Yo no fui torturado por Billy Pacheco. Pero me basta escuchar a sus honorables v¨ªctimas para desearle lo peor. Lo cierto es que me gustar¨ªa mucho saber que se siente muy odiado. Y con raz¨®n. Al menos, que sepa eso.
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