14 fotosPor los albergues de los desplazadosUn recorrido por los asentamientos precarios en Rep¨²blica Dominicana Santo Domingo - 17 jul 2017 - 07:48CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceTodas las ma?anas Yaquel¨ªn, alias La Yolera, transporta personas de una orilla a otra del r¨ªo ya que no existen puentes ni otro tipo de infraestructuras seguras para el desplazamiento en esta zona ribere?a de la capital, Santo Domingo, que ocupan los barrios de Sim¨®n Bol¨ªvar, Las Ca?itas, La Ci¨¦naga, Los Guandules o Guachupita. Ella es una de las mujeres de referencia de esta comunidad paup¨¦rrima. Conocida por todos, asegura haber conseguido muchas cosas para el barrio: mosquiteras, medicinas...Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nAnabel Ram¨ªrez tiene 21 a?os y un beb¨¦ sin apellido paterno. "El pap¨¢ no tiene c¨¦dula de identidad, cuesta caro conseguirlo", cuenta ella, haciendo referencia a un problema extendido: la falta de registro de los habitantes de las chabolas. Esta joven no tiene nada que no sea tiempo est¨¦ril, un cuartucho de seis metros cuadrados o un paisaje espectacular de palmeras y barcas api?adas, abajo, en la orilla de una zona del r¨ªo llamada de Los Tres Brazos. All¨ª se cruzan las aguas hipercontaminadas de los r¨ªos Ozama e Isabela, caldo de cultivo de muchas enfermedades infecciosas como dengue y parasitosis.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nDavid es cazador de cangrejos y recolector de pl¨¢sticos. Vive con su familia en el barrio Sim¨®n Bol¨ªvar, una de las zonas m¨¢s vulnerables a las inundaciones y tormentas., en la desembocadura de los r¨ªos Ozama e Isabela.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nM¨¢s de 300.000 personas se alojan en viviendas precarias construidas a orillas del r¨ªo Ozama y el Isabela, en Santo Domingo, Rep¨²blica Dominicana. Recorrer la ribera es una experiencia inolvidable; la otra cara 'paradis¨ªaca' de este hermoso pa¨ªs marcado por su tir¨®n tur¨ªstico (un 16% del PIB en 2014, seg¨²n el Banco Mundial) y su fragilidad antes las cat¨¢strofes naturales. Las inundaciones y tormentas se ceban con las personas m¨¢s vulnerables del pa¨ªs.Yaquel¨ªn junto a su hija Yrene. Cuando llegan las tormentas y su casa se inunda, sube unos pelda?os de la escalera de evacuaci¨®n de su barrio buscando refugio. El agua arrasa las viviendas de abajo, se pierde todo. El escalaf¨®n social de la zona se mide por la altura: cuanto m¨¢s a pie de agua vives, menos tienes.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nAltagracia, haitiana de 59 a?os, asomada a la ventana, junto a su hijo Roberto Jean, de 24 a?os, en el barrio George, en Consuelo, donde la mayor¨ªa de la poblaci¨®n viv¨ªa anta?o del ingenio de az¨²car. Durante la tormenta tropical George, que azot¨® la isla en 1998, miles de personas fueron alojadas en este albergue temporal. Altagracia y su familia nunca regresaron a su pa¨ªs de origen y viven desde entonces en estas viviendas para desplazados por fen¨®menos metereol¨®gicos que ellos mismos han ido ampliando y modificando con el paso del tiempo y de la vida. Roberto solo ha podido estudiar hasta primaria al no tener nacionalidad. Sus posibilidades de trabajo son limitadas.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nElena Candi¨®, de 55 a?os, huy¨® de Hait¨ª a causa de las tormentas tropicales y la inestabilidad pol¨ªtica. Busc¨® refugio en un barrio en la periferia de Santo Domingo, en unas vivienda a medio terminar que la gente finaliz¨® con materiales muy precarios, sin acceso a agua y electricidad. Ahora, con 11 hijos, vive en el barrio George, en Consuelo, una localidad donde se aprecia bastante el esfuerzo municipal por mejorar el entorno urbano. Compra fruta en un mercado cercano y la vende por piezas entre sus vecinos. Solo posee una tarjeta de migrante. Nunca ha vuelto a ver a sus padres.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nSocorro Euclides Pimentel Encarnaci¨®n vive en el albergue La Marina, un antiguo cuartel militar de la ¨¦poca del dictador Trujillo, tristemente conocido. Las ruinas del edificio acogen hoy a varias decenas de familias que huyeron de la devastaci¨®n de las tormentas tropicales que afectan regularmente al pa¨ªs. Entre 1930 y 2015, se registraron 70 ciclones o huracanes. La situaci¨®n de este lugar no puede ser m¨¢s paup¨¦rrima e infernal: sin agua ni saneamientos, guardan los desperdicios y excrementos en bolsas de pl¨¢stico que se amontonan cual monta?a en una de las dependencias. Y nadie pasa a recogerlas a pesar del olor y del peligro para la salud.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nRosa Giselle Gonzalez, de 34 a?os, vive junto a sus tres hijos y su compa?ero, Francisco de las Rosas, de 36, en una casucha construida a pedazos con madera, piedras y chapa de zinc en el albergue Alfa 4, en San Cristobal, en el que habitan unas 200 familias. "Cada vez que llueve entra un r¨ªo por la puerta y luego nos pasamos d¨ªas para secar la ropa y el colch¨®n, lo ¨²nico que tenemos", dice esta mujer que fue abandonada por su marido y carg¨® sola con los chicos. Y el colch¨®n, en este caso y para esta familia, importa, y mucho. Porque en ¨¦l yace, permanentemente protegida por una mosquitera, su hija de 7 a?os, discapacitada, inmovilizada, quien parece tener apenas tres. Nadie se ocupa de ella. No tiene medicaci¨®n, ni pa?ales, ni silla de ruedas que pueda entrar por el escueto acceso a la chabola. Los vecinos simplemente se encogen de hombros al preguntarles sobre la terrible situaci¨®n.Marta realiza las tareas escolares en uno de los pasillos del albergue temporal Alfa 5. Cientos de familias fueron alojadas de manera temporal en este albergue a causa de los fen¨®menos climatol¨®gicos. Las viviendas est¨¢n construidas con materiales precarios y son varias las familias que se hacinan en cada una de ellas. Anta?o fue una zona conflictiva en San Cristobal, hoy anda m¨¢s calmada. Parte de los residentes est¨¢n esperando que los trasladen ya a viviendas sociales.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nAnalia junto a los restos de su vivienda incendiada en el albergue temporal de Alfa 5 en la localidad de San Cristobal (Rep¨²blica Dominicana). La precariedad de los materiales con los que se construyen las viviendas provoca incendios y derrumbes que amenazan la vida de las familias.Francia Tejera tiene 23 a?os y dos hijos, de siete y cuatro a?os, que no puede tener consigo. Tuvo que salir corriendo de la casa porque su marido le pegaba. Tiene cicatrices en cara y brazos. "?l ahora vive con otra familia y tiene otros hijos". Sue?a con emigrar a Chile, donde tiene amigas, y encontrar all¨¢ un trabajo. Las remesas de los dominicanos que trabajan en el extranjero representan el 8% del PIB. En la mayor¨ªa de los casos se trata de mujeres que han tenido que dejar atr¨¢s a los suyos para ponerse a trabajar, alimentarlos y progresar.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®nYaquel¨ªn regresa a su casa tras su jornada de trabajo, recogiendo basura en la isla situada en el cruce de los r¨ªos Ozama e Isabela. Se ha convertido en lugar de recreo muy querida y en su orgullo particular, pues tras 37 a?os habitando en la zona la ha visto crecer planta a planta.Ernesto Aquino es cat¨®lico y hombre tranquilo y esperanzado. Vive tambi¨¦n en el barrio Sim¨®n Bol¨ªvar y tiene un colmado desde hace cuatro a?os. Asegura que la cosa no va bien. ?C¨®mo podr¨ªa Ernesto vender mucho en una tienda casi vac¨ªa y con desplazados eternos y pobres de solemnidad como clientela? ?l sonr¨ªe. Muchos dominicanos no conf¨ªan en progresar con emprendimiento, sino con la ayuda de la religi¨®n (abundan las iglesias evangelistas), el juego (se cuentan 120.000 bancas de apuestas), o lo que llaman capital er¨®tico, que suele desembocar en el 'chapeo' femenino o masculino (prostituci¨®n) como modo de sobrevivir.Pablo Tosco / Oxfam Interm¨®n