Javier Mar¨ªas: ?Necesitas un abrazo?

No est¨¢s bien, querido Javier Mar¨ªas (no es una percepci¨®n solo m¨ªa, lo he hablado con m¨¢s gente). Son muchas cosas las que te hacen sufrir: las calles cortadas los fines de semana ¡ªy que te impiden ir a almorzar¡ª, la mujer que manda cortarlas, los populismos, los due?os de las mascotas y las propias mascotas ¡ªque las hay muy cabronas¡ª, los libros digitales, las personas que valoran a las poetisas que no lo merecen¡­ En fin¡­ No deseo quitar hierro, son movidas muy tochas, eso est¨¢ claro. Y quiero que sepas tambi¨¦n que te entendemos, que cualquiera en tu posici¨®n estar¨ªa mil veces peor. Demasiado aguantas; eres un santo var¨®n.

Pero tambi¨¦n puede que haya llegado el momento de descansar, no de tu labor como intelectual y escritor ¡ªno quiero que pienses que estamos intentando moverte la silla¡ª, sino como cascarrabias. De verdad que en ese sentido ya has hecho mucho, te has convertido en una especie de orfebre del despotrique, en un Grinch erudito (el Grinch es un personaje del Dr. Seuss¡­, igual no te suena, es literatura menor).

Yo si quieres estoy dispuesto a personarme en tu casa y ofrecerte un abrazo, uno largo (?podr¨ªas aguantar cinco segundos? Bueno, lo vemos sobre la marcha) y que descanses tu gran cabeza ¡ªen el sentido metaf¨®rico¡ª en mi hombro. Yo te dir¨ªa: ¡°Ya est¨¢ Javier, ya est¨¢. La gente te idolatra. Ning¨²n escritor joven est¨¢ pensando en sustituirte, porque eres insustituible, puedes estar tranquilo. Eres, como te dec¨ªa, un autor admirado y querido. La gente compra tus libros, incluso los lee. Ahora ded¨ªcate solo a crear mundos maravillosos y a disfrutar de los atardeceres. Ya ver¨¢s como volver¨¢ a reinar la primavera en tu coraz¨®n¡­ ?has visto c¨®mo andan los jilgueros? Andan al bies, ese es su natural andar. Disfruta de las peque?as cosas de la vida¡±.

Si finalmente voy, ?podr¨ªamos hacer merienda cena?