Montoro es una losa
La reprobaci¨®n del ministro de Hacienda erosiona la estabilidad pol¨ªtica
Aunque desde el Gobierno se quite importancia pol¨ªtica a la reprobaci¨®n por el Congreso del ministro de Hacienda, la posici¨®n de Crist¨®bal Montoro constituye una anomal¨ªa democr¨¢tica y un obst¨¢culo evidente para la estabilidad que pregona el presidente Rajoy como se?a de identidad de su pol¨ªtica. El hecho de que el presidente del Ejecutivo no est¨¦ obligado a tener en cuenta el rechazo parlamentario a la gesti¨®n de su ministro de Hacienda no disminuye en nada las consecuencias indeseables que se derivan de mantenerlo en el cargo.
Como en el caso de Rafael Catal¨¢, ministro de Justicia tambi¨¦n reprobado, sostener hoy la confianza en el responsable de la Hacienda p¨²blica es un indicador claro de escaso respeto a la instituci¨®n fundamental para el funcionamiento democr¨¢tico, como el Congreso. Falta de respeto que, por cierto, se ha encargado de subrayar el reprobado con una frase displicente: ¡°La vida sigue¡±. A pesar de lo que digan los representantes de la soberan¨ªa popular, le ha faltado a?adir.
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El da?o de sostener contra viento y marea a reprobados como Montoro y Catal¨¢ no es solo moral. Tiene implicaciones pr¨¢cticas para la vida pol¨ªtica. Ambos ministros han perdido credibilidad para pactar con la oposici¨®n programas comunes de acci¨®n esenciales para el funcionamiento del Estado. En el caso de Montoro la situaci¨®n es de especial gravedad, porque la reprobaci¨®n coincide con la negociaci¨®n del techo de gasto para los Presupuestos de 2018 y con implicaciones inmediatas sobre las comunidades aut¨®nomas. La decisi¨®n del PSOE de no sentarse a negociar el techo de gasto con el ministro reprobado es una prueba pr¨¢ctica de que la proclamada estabilidad pol¨ªtica ha resultado afectada por la decisi¨®n del Congreso. Cosa distinta es que el PSOE acierte o se equivoque al dar ese paso; al fin y al cabo, no es muy coherente negarse a la presencia de Montoro, pero aceptar la conversaci¨®n con uno de sus secretarios de Estado. El hecho es que Rajoy tiene un problema pol¨ªtico grave, con incidencia directa sobre los Presupuestos y que ese problema puede acabar, si se empecina en no resolverlo, en otras iniciativas pol¨ªticas de mayor alcance contra el Gobierno del PP.
Crist¨®bal Montoro no ha sido reprobado por unas declaraciones fuera de tono, ni por un problema menor o indemostrable. La C¨¢mara ha mostrado su rechazo por un error descomunal, que inhabilita para gobernar a quien lo comete: la amnist¨ªa fiscal (regularizaci¨®n, en los t¨¦rminos del ministro) que ¨¦l promovi¨® y aprob¨® ha sido declarada anticonstitucional.
A partir del momento mismo de la reprobaci¨®n, la presencia de Crist¨®bal Montoro se constituye en una carga muy pesada para las tareas m¨¢s elementales de gobierno. No puede estar al frente de los Presupuestos ni de la Administraci¨®n Tributaria el autor de una norma declarada anticonstitucional. Y si en contra de las normas de prudencia pol¨ªtica se le mantiene en el cargo, es probable que el coste pol¨ªtico para el Gobierno sea muy elevado. Tan elevado como para dar p¨¢bulo a nuevas acciones en contra del Ejecutivo, porque Mariano Rajoy estar¨ªa cargando de razones a la oposici¨®n.
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