Del protocolo sin sentido com¨²n salen cosas raras
Hubiera bastado un poco de naturalidad para que el rey em¨¦rito hubiera estado presente en la celebraci¨®n de las primeras elecciones democr¨¢ticas
Cuando uno no tiene muy claro c¨®mo debe comportarse, o directamente desconoce el protocolo, lo mejor es actuar con naturalidad y sentido com¨²n. As¨ª las cosas suelen salir bien.
Siendo Angelo Roncalli nuncio del Vaticano en Francia, se encontr¨® junto al rabino jefe de Par¨ªs frente a una puerta. Quedaban algunos a?os para que Roncalli fuera elegido Papa con el nombre de Juan XXIII e impulsara la elaboraci¨®n durante el Concilio Vaticano II de la declaraci¨®n Nostra Aetate que transform¨® la relaci¨®n entre el catolicismo y el juda¨ªsmo. En el momento del encuentro hab¨ªa una fuerte controversia entre la Iglesia cat¨®lica y el juda¨ªsmo, a causa de los ni?os jud¨ªos que se hab¨ªan salvado del Holocausto alojados en conventos y familias cat¨®licas y eran reclamados por organizaciones jud¨ªas. De modo que ante aquella puerta estaban dos hombres educados, cada uno de ellos consciente de su representaci¨®n y de que ¡ªqu¨¦ bien vendr¨ªa saberlo hoy¡ª ceder el paso para nada es s¨ªmbolo de subordinaci¨®n. Tras un forcejeo, Roncalli solt¨® un ¡°no, no, primero el Antiguo Testamento¡±, y con una carcajada amistosa el rabino cruz¨® primero.
Otro ejemplo m¨¢s cercano en el tiempo y el espacio. Cuando en mayo de 2004 el pr¨ªncipe Felipe y Letizia Ortiz contrajeron matrimonio, los cielos lo celebraron dejando caer lo que popularmente se conoce como una manta de agua. Unos 1.200 invitados, entre los que se inclu¨ªan jefes de Estado, reyes y herederos, permanec¨ªan atrapados en la catedral sin poder cubrir los 205 metros que van de la puerta de La Almudena a la del Palacio Real por su Patio de Armas. Una pesadilla en t¨¦rminos de protocolo. Entonces, Carlos de Inglaterra se abri¨® paso hasta la puerta, mir¨® al cielo, enarc¨® una ceja, pidi¨® un paraguas, lo abri¨® y camin¨® tranquilamente bajo la lluvia. Solo le falt¨® silbar. Problema solucionado.
Es cierto que por estos lares solemos confundir el comportarse con naturalidad con ser maleducados, y, claro, no es lo mismo. Pero se ha echado en falta un poco de lo primero en la conmemoraci¨®n del 40? aniversario de las primeras elecciones democr¨¢ticas. Lo natural hubiera sido que el rey em¨¦rito hubiera estado presente en la celebraci¨®n de un hecho en el que tuvo mucho que ver. Cuando Juan Carlos I fue proclamado rey el 22 de noviembre de 1975 tuvo en sus manos un poder absoluto como no lo ha tenido jam¨¢s otro monarca en la historia de Espa?a. Ahora nos parece como algo normal, y hasta inevitable, que lo utilizara para transformar un sistema dictatorial en una democracia plural. Nos olvidamos de que pod¨ªa haber optado por multitud de soluciones intermedias ¡ªm¨ªrese Marruecos¡ª que le preservaran alguna parcela de poder. No lo hizo. Ni mereci¨® ver el acto de esta semana por televisi¨®n.
El protocolo impidi¨® la presencia del rey em¨¦rito. Hay quienes se aferran a la rigidez del protocolo para convertirlo en un fin en s¨ª mismo. Esto tambi¨¦n es muy nuestro. El protocolo es una gu¨ªa segura, pero modificable seg¨²n el sentido com¨²n. Que tambi¨¦n estuvo ausente.
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