Los votantes de Trump no son obreros
El t¨®pico de que la victoria del magnate se debe a una ¡°coalici¨®n de trabajadores manuales blancos y de clase obrera¡± no encaja con los datos electorales de 2016. Muchos de sus votantes sin estudios universitarios ten¨ªan rentas medias o altas
La cobertura medi¨¢tica de las elecciones estadounidenses de 2016 recalc¨® frecuentemente el atractivo de Donald Trump para la clase obrera. The Atlantic afirm¨® que ¡°el promotor inmobiliario multimillonario est¨¢ sentando cimientos obreros¡±. Associated Press se preguntaba qu¨¦ supondr¨ªa para la estrategia electoral de Trump ¡°su ¨¦xito a la hora de atraerse el voto obrero blanco¡±. El 9 de noviembre, seg¨²n el art¨ªculo de portada del The New York Times sobre la victoria de Trump, esta era una ¡°categ¨®rica demostraci¨®n de poder de una coalici¨®n, largamente desatendida, compuesta mayormente por trabajadores manuales, blancos y de clase obrera¡±. Solo hay un problema: la descripci¨®n es err¨®nea. La mayor¨ªa de los votantes de Trump no eran de clase obrera.
Ya durante las primarias se comenz¨® a distorsionar el apoyo obrero de Trump. En un art¨ªculo muy difundido de marzo de 2016, Thomas Frank, por ejemplo, se explay¨® sobre ¡°la clase obrera blanca¡ base del apoyo a Trump¡±. En los primeros m¨ªtines de campa?a, muchos periodistas encontraron pintorescos ejemplos de partidarios obreros de Trump. ?Pero esas an¨¦cdotas representaban con exactitud la emergente coalici¨®n pro Trump?
Hab¨ªa buenas razones para dudarlo. Para empezar, gran parte de las encuestas de 2016 carec¨ªan de datos sobre la profesi¨®n de los encuestados: factor preferido por los expertos para medir la clase social. Cuando los periodistas dec¨ªan que Trump atra¨ªa a los votantes obreros, no sab¨ªan realmente si estos trabajaban en la construcci¨®n o eran directivos.
No tener estudios superiores no equivale a ser de clase obrera (ah¨ª est¨¢n Gates y Zuckerberg)
Adem¨¢s, seg¨²n el otro mejor factor para medir la clase, los ingresos familiares, durante las primarias no parec¨ªa que los partidarios de Trump fueran abrumadoramente de clase obrera. Al contrario, muchas encuestas demostraban que eran sobre todo republicanos acomodados. Por ejemplo, una de marzo de 2016 de la NBC que analizamos se?alaba que solo un tercio ten¨ªa una renta familiar igual o menor a la mediana nacional (unos 50.000 d¨®lares anuales). Aunque limitamos el an¨¢lisis a blancos no hispanos, otro tercio lo compon¨ªan familias con ingresos entre 50.000 y 100.000 d¨®lares y otro las que ingresaban 100.000 d¨®lares o m¨¢s. Si por clase obrera entendemos estar en la mitad inferior de la distribuci¨®n de renta, la gran mayor¨ªa de los partidarios de Trump durante las primarias no eran obreros.
?Y la educaci¨®n? Muchos expertos percibieron pronto que la mayor¨ªa de sus partidarios carec¨ªan de t¨ªtulo universitario. Pero este razonamiento ten¨ªa dos problemas. Primero, no tener estudios superiores no equivale a ser de clase obrera (ah¨ª est¨¢n Bill Gates y Mark Zuckerberg). Y, segundo, aunque m¨¢s del 70% de los partidarios de Trump no ten¨ªa t¨ªtulo universitario, en los datos de la NBC vimos algo que los expertos no hab¨ªan percibido: durante las primarias, alrededor del 70% de los republicanos, cerca de la media nacional (71% seg¨²n el censo de 2013), no ten¨ªa esos estudios. Lejos de atraer a los menos formados, parec¨ªa que Trump ten¨ªa de su parte pr¨¢cticamente a los mismos titulados universitarios que cualquier candidato republicano ganador.
?Qu¨¦ pas¨® en las generales? Hace un tiempo, el American National Election Study, el estudio electoral m¨¢s veterano de EE UU, public¨® su encuesta de 2016. Y mostraba que en noviembre de ese a?o la coalici¨®n pro Trump se parec¨ªa mucho a la de las primarias. Entre los que dec¨ªan que le hab¨ªan votado en las generales, el 35% ten¨ªa una renta familiar inferior a 50.000 d¨®lares anuales (el mismo porcentaje que entre los blancos no hispanos), con lo que el porcentaje era casi igual al de la encuesta de la NBC de marzo de 2016. Los votantes de Trump no eran en su inmensa mayor¨ªa pobres. En las generales, como en las primarias, unos dos tercios de sus partidarios proced¨ªan de la mitad econ¨®micamente mejor situada.
Unos dos tercios de sus partidarios proced¨ªan de la mitad mejor situada econ¨®micamente
Y volvemos a la educaci¨®n. Para muchos analistas, la brecha partidista entre los m¨¢s y los menos formados es mayor que nunca. Seg¨²n el estudio electoral, el 69% de los votantes de Trump en las generales carec¨ªa de t¨ªtulo universitario. ?No demuestra eso que su base era mayoritariamente obrera? La verdad es m¨¢s compleja: muchos de sus votantes sin formaci¨®n universitaria eran relativamente acomodados. Dentro de los que ganan menos de 50.000 d¨®lares anuales, el apoyo a Trump presentaba una diferencia del 15%-20% entre los que tienen t¨ªtulo universitario y los que no lo tienen. Pero la misma diferencia se apreciaba, y era a¨²n mayor, entre quienes ganan m¨¢s de 50.000 y de 100.000 d¨®lares anuales. Dicho de otro modo: de los blancos sin t¨ªtulo universitario que votaron a Trump, casi el 60% estaba en la mitad superior de la distribuci¨®n de la renta. En realidad, uno de cada cinco votantes blancos de Trump sin educaci¨®n universitaria ten¨ªa una renta superior a los 100.000 d¨®lares.
Los observadores han utilizado con frecuencia las disparidades educativas para presentarnos a pobres lanz¨¢ndose en masa a votar a Trump, pero la verdad es que muchos de sus votantes sin estudios universitarios eran de hogares con rentas medias o altas. Este es el problema fundamental que conlleva definir a la clase obrera en funci¨®n del nivel educativo.
En suma, el t¨®pico de que la victoria de Trump se debe sobre todo a una ¡°coalici¨®n de trabajadores manuales blancos y de clase obrera¡± no encaja con los datos electorales de 2016. Seg¨²n la encuesta, los votantes blancos no hispanos sin t¨ªtulo universitario y con renta familiar inferior a la mediana solo constituyen el 25% de los votantes de Trump. Eso no tiene nada que ver con la victoria a lomos de la clase obrera que muchos periodistas se imaginaron.
Un art¨ªculo de National Review sobre el supuesto apoyo de esa clase a Trump parec¨ªa casi llamar a las armas contra los m¨¢s desfavorecidos, diciendo que ¡°la clase marginal blanca est¨¢ sometida a una cultura despiadada y ego¨ªsta, cuyas principales consecuencias son la miseria y las jeringuillas de hero¨ªna usadas. Los discursos de Donald Trump los confortan. Tambi¨¦n la oxicodona¡± y que ¡°lo cierto es que esas comunidades disfuncionales y degradadas se merecen morir¡±. Estos estereotipos que buscan chivos expiatorios son una indignante consecuencia del t¨®pico de que los estadounidenses de clase obrera auparon a Trump a la Casa Blanca. Ha llegado el momento de librarse de ¨¦l. Quien merece morir no son las comunidades de clase obrera de EE UU, sino el mito de que son responsables de la elecci¨®n de Trump.
Nicholas Carnes es profesor ayudante de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Sanford School of Public Policy de la Universidad de Duke. Es autor de White-Collar Government: The Hidden Role of Class in Economic Policy Making (University of Chicago Press, 2013). Noam Lupu es profesor titular de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Vanderbilt. Es autor de Party Brands in Crisis: Partisanship, Brand Dilution, and the Breakdown of Political Parties in Latin America (Cambridge University Press, 2016).
? 2017 Washington Post.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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